El pastelero José Carmona, un niño de 11 años que se
embarcó en la aventura de ser pastelero, comenzó su oficio en un
negocio de Antequera. Luego, con 18 años empezó a trabajar para la
pastelería A la Reine Astrid en La Nogalera
(Torremolinos) regentada por unos belgas, de ahí el nombre
del establecimiento que pretendía rendir homenaje a la reina
Astrid de Bélgica, conocida como la ‘princesa de las
Nieves’ y que abrió sus puertas en los años 60 del siglo
pasado, y que fue inaugurada en 1966 por el ministro Manuel Fraga.
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Obrador de la pastelería A la Reine Astrid. |
Carmona
abandonó la pastelería española tradicional y aprendió los
entresijos de las recetas belgas y francesas. Entre sus clientes se
contaban personalidades como el príncipe Alberto II de
Bélgica, que visitaba la pastelería por la conexión con su
madre.
Cuando la pastelera
belga cerró, José trasladó el negocio a la zona de
Las Pirámides donde siguió con el ls actividad 29 años sin
perder su esencia. Luego llegaría el traslado a un pequeño local
situado en calle La Crónica de la capital malagueña. Tras
sus mostradores pasaron muchos deportistas, políticos y famosos .
En marzo de 2020 la
pastelería A la Reine Astrid ponía fin a su actividad
después 50 años de trabajo elaborando dulces belgas y franceses por
la jubilación de sus propietarios. Comercios como la actual
Pastelería Marescri en Torremolinos recogen esa
tradición pastelera. Según distintas reseñas, continuaron
elaborando los pasteles belgas que tenían en las extintas Reina
Astrid.
Fuente
documental: Amarga despedida
de la pastelería Reina Astrid. Clara Romero Cazorla.
La Opinión de Málaga, 1 de marzo de 2020