Mastodon Málaga y sus historias: Cae al mar el avión de la línea Málaga-Tánger

lunes, 3 de diciembre de 2018

Cae al mar el avión de la línea Málaga-Tánger


La sabrosa crónica del corresponsal del diario ABC en Tánger (Marruecos)

El 31 de marzo de 1965 cae al mar el avión de la línea Málaga-Tánger cerca del cabo Espartel. Sólo hay tres supervivientes entre los 48 pasajeros y 5 tripulantes.

El diario ABC, en su edición del día 1 de abril titulaba una crónica de su corresponsal en Tánger resaltando “Pesqueros españoles rescatan a cuarenta y cuatro cadáveres de la catástrofe aérea de Cabo Espartel”. La entradilla de la citada noticia informaba de que “un avión de la compañía Iberia, en vuelo "charter" de Málaga a Tánger, con cuarenta y ocho pasajeros a bordo y cinco personas de tripulación, se estrelló ayer en el mar, minutos antes de las nueve de la mañana, en la zona del Estrecho de Gibraltar, a siete millas del cabo Espartel.

Cabo Espartel (Marruecos).
La misma información añadía que “excepto tres supervivientes -cuya existencia suponían las primeras informaciones y confirmaron las posteriores-, todos los ocupantes del aparato perecieron en la catástrofe, cuya causa no se ha determinado, y será muy difícil de esclarecer, dadas las circunstancias que han concurrido en el suceso”.

La crónica de ABC daba pelos y señales de lo sucedido. “A las doce menos diez de la mañana recibíamos en el embarcadero del puerto interior de Tánger a la señorita Mona Andersen, sueca; a la señora Tove Nielsen, danesa, y a D. Erik Sondermann, comerciante de Copenhague. Eran todo lo que quedaba con vida del "Convair Metropolitan" de Iberia, que había salido a las 8,33 minutos, hora española, del aeropuerto de Málaga repleto de turistas escandinavos que venían a pasar la jornada en Tánger”.

“Los tres supervivientes habían sido transbordados de un pesquero español a la canoa número 2.759, de las Reales Fuerzas Aéreas Británicas. Desembarcados aquí, ingresaron en el Hospital Principal Al Kortobi. A los pocos minutos de haber sido introducidos en el quirófano, uno de los médicos salió para decirnos que ninguno de los tres supervivientes tenía heridas de importancia, aunque sí sufrían fuerte "shock" nervioso. Momentos después, Erik Sondermann era llevado a una habitación. Tenía rasguños en la cara y estaba congestionado. Sin embargo, parecía conservar toda su lucidez. El cronista pudo aprovechar unos momentos en que el médico salió, para hacer unas preguntas a Sondermann”.

La sabrosa crónica del corresponsal tangerino, que reproduzco en su integridad, añadía que Sondermann “contestó con cierta dificultad: Todo iba bien a bordo y yo leía un periódico. De pronto sentí un tremendo golpe y me encontré en el agua. Lo primero que noté fue que mi brazo ortopédico flotaba a pocos metros de mí. En efecto, veo que al comerciante danés le falta el brazo izquierdo El médico volvía con el aparato en la mano, e interrupe bruscamente el diálogo”.

“Una enfermera me dio noticias por la tarde de las otras dos supervivientes. La señora Nielsen, que ha perdido a su marido -iba sentado con ella junto a la ventanilla-, cree haber visto hacer explosión uno de los motores, pero no recuerda lo que ocurrió después. Mona Andersen dice que el avión había empezado a virar y perder altura cuando se produjo el accidente. No advirtió ninguna señal de alarma en la tripulación del aparato. Lo confirma el hecho de que los supervivientes no se hubiesen colocado los cinturones de seguridad y se encontrasen flotando en el agua, lo mismo que los cadáveres. Los tres supervivientes se mantuvieron durante una hora y media agarrados a algunos restos del aparato. Uno de los funcionarios de la torre de control del aeropuerto de Tánger dijo en los primeros momentos que, al establecer comunicación con el avión de Iberia, le había parecido oír decir que un motor no funcionaba bien. Pero la verdad es que luego no hemos podido oír la cinta magnetofónica que grabó la conversación”.

La crónica del corresponsal de ABC sigue narrando los hechos y sus vicisitudes y dice “el guardián marroquí del Cabo Espartel nos dice, por su parte, que vio caer al avión en barrena a poca distancia de la costa y levantar un enorme surtidor.

He podido hablar con los técnicos, señores Budión Santos y Menéndez, con el doctor Herrero y con los pilotos del avión especial enviado por Iberia. Volaron sobre los restos desperdigados del aparato a unas ocho millas de la costa. Varias embarcaciones de diversas nacionalidades aún seguían buscando supervivientes o los cadáveres de las víctimas. El "Convair Metropolitan" destruido era un aparato relativamente nuevo, pues sólo tenía ocho mil horas de vuelo”.

Puerto de Tánger (Marruecos).
Más adelante, la crónica periodística señala que, “apenas corrió la noticia de la catástrofe nos dirigimos a las once de la mañana al Cabo Espartel. Una caravana de coches ocupados por curiosos embotellaba los quince kilómetros de carretera. La niebla había sido intensa a primera hora y aún no se había despejado cuando llegarnos al mirador. Todos pensamos que a causa de la escasa visibilidad el aparato se habría estrellado en los acantilados del cabo. Pero ni en la falda de la montaña ni en los pocos kilómetros que podía alcanzar la vista en el mar había trazas del avión. Las ambulancias y coches de bomberos dieran media vuelta y se dirigieron al puerto, adonde se esperaba que serían llevadas las víctimas.

Nosotros fuimos al aeropuerto, donde nos informaron que a las ocho y dos minutos (hora de Tánger) un avión "Convair" de la Iberia, en vuelo "charter", había perdido contacto con la torre de control cuatro minutos antes de la hora prevista para el aterrizaje. Desde aquel instante no se pudo volver a comunicar con el aparato. Poco después se confirmaban trágicamente las sospechas, Tan pronto como se dio la alarma a través de la emisora Tánger Radio empezaron a acudir al lugar del accidente numerosas embarcaciones, helicópteros y aviones. Después se informó que los cuarenta y cuatro cadáveres recogidos iban a ser trasladados por embarcaciones españolas a Cádiz.

La mayoría de los pasajeros eran suecos y daneses. Venían en excursión desde la Costa del Sol. El avión accidentado, que llevaba la, matrícula "EC-ATH", había sido alquilado por una popular agencia de viajes. El piloto, don Juan Brinles, conocía perfectamente la ruta, y era uno de los más experimentados de la línea. Los representantes de la agencia se hallaban ya en el aeropuerto con los autobuses dispuestos para realizar los acostumbrados "tours" a las rutas de Hércules, Cabo de Espartel, Monte, Alcazaba y Ciudad Moderna. Después de almorzar en un restaurante típico y de hacer compras de objetos de artesanía, los escandinavos tomarían a última hora de la tarde el avión para regresar a Málaga.

Después de recorrer el sector donde había caído el aparato, el guardacostas marroquí "Tarfaya" regresó a Tánger, trayendo numerosos restos: bolsos de señora, zapatos, sandalias, cinturones, sombreros, sillones y la documentación de a bordo. La tripulación del guardacostas dijo que los restos se hallaban a sólo siete kilómetros de la playa tangerina Sidi Macana. La gendarmería real hizo recuento de los efectos”, termina la brillante y minuciosa crónica del corresponsal, que no firma su trabajo con nombre y apellidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario