Mastodon Málaga y sus historias: Blas Infante, padre del andalucismo (y III)

viernes, 16 de noviembre de 2018

Blas Infante, padre del andalucismo (y III)

En el capítulo anterior se abordó el desarrollo de las trascendentales asambleas de Córdoba. La plenitud del andalucismo en 1919 y las consecuencias de la llegada de la dictadura de Primo de Rivera. La vuelta a la actividad política de Blas Infante con una histórica conferencia que se celebró en la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga y la preparación de un Anteproyecto de Bases del Estatuto de Andalucía.

Hubo muchos problemas previos. Surgieron rivalidades y diferencias entre las provincias, reticencias por parte de los partidos y trabas desde diversos sectores sociales. La comisión organizadora, presidida por Hermenegildo Casas, presidente de la Diputación de Sevilla, desplegó un gran esfuerzo para superar las dificultades, entendiendo que la autonomía podía ser una vía de esperanza.

Blas Infante visitó Marruecos con asiduidad.
El mismo desarrollo de la asamblea fue accidentado y con constantes tensiones. Pero se fueron venciendo los obstáculos, tarea en la que Blas Infante y los andalucistas desempeñaron un papel decisivo, renunciando, incluso, a buena parte de sus planteamientos con tal de alcanzar un anteproyecto consensuado, como así sucedió.

El Anteproyecto de Bases para el Estatuto de Andalucía constaba de 31 bases, 6 disposiciones transitorias y 2 declaraciones finales. En el aspecto político, se señalaba que see constituye «la Región autónoma andaluza dentro del Estado español. En el territorio andaluz podrán constituirse una o varias regiones autónomas»; ” El organismo político-administrativo de Andalucía se denominará Cabildo Regional y estará compuesto por el presidente de la Región, elegido por sufragio universal, con capacidad para nombrar y separar a los miembros de la Junta Ejecutiva; la junta Ejecutiva, que tendrá el poder ejecutivo de la Región; el Consejo Legislativo Regional, formado por diputados de la Región, que ejercerá la potestad legislativa”.

También se fijaron las atribuciones del Cabildo Regional en las diversas materias, deslindando sus competencias y las del Estado. En conjunto, se trataba de un documento de consenso, alejado de las propuestas andalucistas y de las bases de las diputaciones, que diseñaba para Andalucía una autonomía de relativa amplitud.

Se había previsto la difusión del Anteproyecto una vez finalizada la asamblea, para lo que se formó una comisión. Pero tras las elecciones de noviembre de 1933, las últimas en las que participó sin éxito Infante, con la llegada al Gobierno de las fuerzas de centro-derecha en Andalucía quedó detenido el proceso del Estatuto. Habría que esperar a la primavera de 1936 para que vuelva a reactivarse.

Tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, el 2 de abril la Junta Liberalista de Andalucía difundió, «por todo el País Andaluz», el Anteproyecto de Córdoba. Se retomaba la «lucha por la autonomía», ahora en una coyuntura propicia. Se envió el Anteproyecto a municipios, entidades y personalidades para que, en el plazo de dos meses, remitiesen observaciones y sugerencias, reunida esta información, se convocaría una asamblea en la que, con las opiniones recogidas, se elaboraría el proyecto de Estatuto definitivo, que se sometería al plebiscito del pueblo andaluz, para, una vez refrendado, ser presentado a las Cortes.

En este sentido, el 15 de junio Blas Infante publicaba su último escrito, el Manifiesto «A todos los andaluces», en favor de la autonomía, en donde decía: «El Estatuto andaluz será lo que quieran que sea todos los andaluces; pues a todos ellos los venimos a llamar para que, con la sencillez y, aun, el simplismo que deseen, lleguen a delinear la figura de un Gobierno propio».

En este reabierto proceso autonómico andaluz, los anteriores obstáculos desaparecieron. Las provincias, las instituciones y los partidos, en general, apoyaron ahora la consecución de la autonomía, aunque persistieron ciertas reticencias.

Sólo Granada y Huelva mantenían sus posiciones, secesionista y abandonista respectivamente; sin embargo, la decantación proautonomista de los partidos mermaba su fuerza. En medio de este nuevo clima, el 5 de julio, en la Diputación de Sevilla, se celebró la Asamblea pro Estatuto de Andalucía. Asistieron parlamentarios andaluces, presidentes de las Diputaciones y diputados provinciales, representantes de los Ayuntamientos y un buen número de andalucistas.

Allí se adoptaron los acuerdos de nombrar a Blas Infante presidente de honor de la junta Regional organizadora del proceso estatutario, así como a los componentes de la misma; dejar a la consideración de la mesa la designación de las ponencias encargadas de perfilar el Anteproyecto de Córdoba y  fijar el último domingo de septiembre como fecha para la asamblea que debía aprobar el proyecto definitivo de Estatuto que se sometería a referéndum.

El programa de actuación futura estaba fijado y, pese a la grave situación del país, todo indicaba que el proceso estatutario andaluz quedaría concluido en 1936. El 12 de julio hubo en Cádiz un acto público proautonomía, con intervención de Blas Infante; se izó en el Ayuntamiento «la bandera autonomista»; el 14 se izó en el de Sevilla. Tres días después estallaba la guerra civil y, con ella, desaparecían todas las esperanzas autonomistas.

Ya antes del golpe de Estado del 17 de julio, Infante se refería a la existencia de un «clima de guerra civil». Finalmente, ésta estalló. El 18 de julio, día del pronunciamiento de Queipo de Llano en Sevilla, Blas Infante intentó llegar a la capital hispalense, pero se encontró cerrado el paso.

Decidió entonces volver a Coria, y allí permaneció hasta su detención el 2 de agosto. Ese día, hacia las once de la mañana, el sargento Crespo, de Falange, con otro más, llamaron a la puerta principal de «Villa Alegría» y se presentaron por la lateral al ir a abrirla.

La esposa de Blas Infante, Angustias García Parias, en carta a sus hijos para que, cuando fueran mayores, supieran qué ocurrió y cómo ocurrió, lo cuenta de esta manera: « (...). Ya todo siguió quieto hasta el día 2 de agosto de 1936, que a las 11 de la mañana vinieron a registrar la casa y a llevárselo para siempre. También se llevaron la radio y el altavoz, pues dijeron tenía el pobre una radio clandestina. (...). Y le dijeron se fuese sin afeitarse y sin nada. Y que se despidiera de mí y de vosotros. Y que no se preocupase por los papeles de la notaría, ya que vendría otro notario. Detalle de otras groserías no los quiero escribir (...) ».

Una vez detenido Infante, pasaron por el Ayuntamiento de Coria y prosiguieron luego a Sevilla. Llevaban orden de que no llegara vivo. Pero la actitud del sargento Crespo y las gestiones de amigos lograron salvarle la vida en este primer envite. Una vez en Sevilla, y hasta la noche del 10 de agosto, Infante vivirá un auténtico calvario. Estuvo primero en un cuartelillo de Falange, luego pasó a interrogatorio policial, para después de cierta intervención gubernativa trasladarle a una prisión improvisada en el cine Jáuregui, en donde permaneció hasta su final.

Su mujer, sobrina del gobernador civil Parias, y sus amigos, algunos muy cualificados, intercedieron por él intentando salvarle. Pero fue inútil. Su mujer le llevaba todos los días la comida que se preparaba en la casa. Esas visitas, con la aceptación de la cestilla y la recogida de su ropa, eran la señal de que aún vivía. Hasta que el 11 de agosto ya no fue así. La noche anterior había sido la última de Blas Infante.

Se narró de la siguiente forma: «hacia las once de la noche del día 10 de agosto, junto con algunos detenidos más, era conducido en un camión hacia la carretera de Carmona. En la linde de la antigua Huerta de las Clarisas, a la altura del kilómetro 4 (...), dedos anónimos apretaron el gatillo del crimen y caía fusilado sumariamente el líder del andalucismo. Al borde de una cuneta y en el filo de la madrugada del día 11».

El 14 de abril de 1983 el Parlamento de Andalucía acordó designar a este malagueño nacido en Casares, Padre de la Patria Andaluza, como consta en el preámbulo del Estatuto de Andalucía.




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