Mastodon Málaga y sus historias: Blas Infante, padre del andalucismo (II)

jueves, 15 de noviembre de 2018

Blas Infante, padre del andalucismo (II)

En el capítulo anterior se hacía un recorrido por la infancia y juventud de Blas Infante, su carrera profesional, la profundización en el conocimiento de Andalucía y de las teorías del norteamericano Henry George. También se abordó el llamado “Ideal Andaluz” y la llamada cuestión agraria que tanto preocupó a Blas Infante.

En la Asamblea de Córdoba, centrada en cuestiones económicas, por un lado, se completan y profundizan determinados aspectos de la de Ronda, cuyas conclusiones se asumen plenamente. Por otra parte, se aborda la llamada «cuestión agraria», proponiendo reformas para su solución.

Por último, se diseña un programa de transformación de la realidad socioeconómica andaluza. En conjunto, en ambas asambleas se aprueban las líneas de actuación y las alternativas que plantea el movimiento andalucista.

Blas Infante con algunos de sus hijos.
Cabe añadir además que, desde el Manifiesto de Córdoba del 1 de enero de 1919, encabezado por Infante, el andalucismo abandona el calificativo regionalista, para definirse explícitamente como nacionalista, propugnando la abolición del centralismo, la consecución de una «Andalucía libre» y la formación de una llamada Federación Hispánica.

En esta etapa de intensa actividad de Blas Infante, el movimiento andalucista va penetrando en las provincias andaluzas, respaldado por sectores de las clases medias urbanas. La incorporación de Pascual Carrión, en 1917, aportará nuevos planteamientos sobre «la cuestión de la tierra». En 1918 y 1919, Infante participará, sin éxito, en las elecciones, y en 1919 el andalucismo desplegará una importante campaña sobre «el problema agrario en Andalucía».

Tras la plenitud andalucista de 1919, reafirma sus principios y propuestas en 1920, a lo que sigue un progresivo repliegue hacia el silencio en los años posteriores. El mismo Blas Infante, en este tiempo previo al retraimiento de la época dictatorial, desarrollará su dimensión de escritor-pensador, siendo su obra de teatro Motamid -parábola sobre Andalucía- y su ensayo La Dictadura Pedagógica, ejercicio intelectual en búsqueda de un nuevo modelo de sociedad, las muestras más significativas de esta faceta. El impulso se truncará con el golpe de Estado de Primo de Rivera.

En 1923, con la llegada de la dictadura y la política que ésta desarrolla, los movimientos regionalistas y nacionalistas españoles se adentran en una fase de repliegue. Así sucederá también en Andalucía. El andalucismo debió recogerse sobre sí mismo y se vio forzado al silencio y a la inacción.

Blas Infante buscó una discreta retirada. Una especie de «exilio interior». Permutó su notaría de Cantillana por la de Isla Cristina (Huelva). Una vez allí, abandonó toda actividad pública y se dedicó a las tareas profesionales, a la lectura, a la escritura y a los viajes.

Entre otros a Marruecos, a la tumba de Al-Motamid; a Portugal, en homenaje al mismo Al-Motamid, hijo del Algarbe; a Galicia, para contactar con los nacionalistas gallegos de la revista Nos y también a la vida familiar. Infante se había casado en 1919 y en Isla Cristina nacerán sus dos hijas mayores; tendrá luego un hijo y otra hija. En este período, a través del estudio, los escritos y los viajes, buscó encontrar las raíces, orígenes y fundamentos de Andalucía y de lo andaluz. Es un tiempo dedicado a la meditación y a la maduración de ideas.

Tras varios años de aislamiento, la noche del 9 de enero de 1930, en la Sociedad Económica de Amigos de País, de Málaga, reaparece Blas Infante, que diserta sobre el tema “La continuidad de Andalucía”, que, en los estertores de la dictadura, venía a ser un mensaje sobre la pervivencia de Andalucía, pese al “largo silencio”.

En los últimos meses de 1930, Infante reproducía a multicopista su largo escrito Casta acerca del fundamento de Andalucía, de gran densidad ideológica y conceptual, que constituye básicamente su libro inacabado Fundamentos de Andalucía, obra clave para conocer el desarrollo de su pensamiento sobre nacionalismo, cultura y pueblo. Con todo ello, el andalucismo reemprendía su actividad.

Infante piensa que es hora de volver a Sevilla y se traslada a la notaría de Coria del Río
Se entra, a partir de 1931, tras las etapas regionalista (hasta 1918) y nacionalista, en la fase liberalista-autonomista, en la que Blas Infante y los andalucistas intervendrán en los decisivos procesos nacionales de la época, elecciones, reforma agraria, autonomía.

En este sentido, entienden que es el momento crucial de la «lucha por la autonomía andaluza» y reorganizados en la junta Liberalista de Andalucía, de un lado, presionarán de inmediato sobre ayuntamientos y diputaciones para reunir una asamblea que elabore un proyecto de Estatuto andaluz.

De otro, difundirán sus ideas sobre «la revolución española” el “Estado libre de Andalucía” y los contenidos del Estatuto. Asuntos que plantea Blas Infante en su libro, de 1931, La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía, en donde cuenta también su fallida experiencia electoral en las Constituyentes de 1931.

A partir de una concepción confederal del Estado, y de la propia Andalucía, considera Infante que el Estatuto andaluz debe recoger: una auténtica autonomía municipal; libertad de enseñanza; justicia gratuita; especial atención a las cuestiones de la agricultura, con el principio de la tierra para el cultivador; amplio recurso al sistema cooperativo.

A instancias de los andalucistas, la comisión gestora de la Diputación sevillana convocó una reunión de presidentes de las diputaciones andaluzas para estudiar la conveniencia de redactar un Estatuto.
El 6 de julio de 1931 se celebró en Sevilla la citada reunión, aceptando la propuesta. La conclusión de la misma fue que el 26 de febrero de 1932, en Sevilla, las diputaciones acordaron las bases para un anteproyecto de Estatuto de Andalucía.

Al tiempo, convinieron en celebrar, en Córdoba, una asamblea regional, en la que estarían representados todos los organismos administrativos, políticos, técnicos, culturales, para elaborar a partir de dichas bases un anteproyecto que, de acuerdo con el título I de la Constitución, sería plebiscitado por los andaluces, antes de someterlo a las Cortes. Así, desde 1932, quedaba convocada la Asamblea de Córdoba que, que tras varias dilaciones, se desarrollará del 29 al 31 de enero de 1933 con el objetivo de preparar un Anteproyecto de Bases del Estatuto de Andalucía.