Asimismo se perforan 12 nuevos túneles y se levantan 7
viaductos. Estas obras de modernización fueron aprobadas en el Consejo de
Ministros del 21 de agosto de 1970.
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Uno de los trenes que prestan servicio en la actualidad. |
La línea constaba de 31 kilómetros. De las siete estaciones, tres eran subterráneas (Málaga, Torremolinos y Fuengirola). De la explotación de la línea se encargó Renfe.
El tren, que hacía su recorrido en algo más de cuarenta
minutos, funcionaba desde las seis de la mañana hasta las once de la noche. Los
precios que se fijaron oscilaban entre las 13 y las 33 pesetas para los
trayectos simples y entre 20 y 58 pesetas para los de ida y vuelta el mismo
día. Las ventajas del tren electrificado Málaga-Fuengirola fueron destacadas
por la prensa de la época.
La nueva línea estaba electrificada y tenía el sistema de
señalización de Control de Tráfico Centralizado (CTC). La obra supuso un
trabajo costoso y delicado, que se prolongó durante casi cuatro años. El
objetivo con el que Renfe empezó a explotar este ferrocarril fue responder a
las necesidades de transporte de varios núcleos turísticos de la Costa del Sol.
En esos años centrales de la década de los setenta ya se habló de la necesidad
de ampliar la línea hasta Estepona.
Una de las partes más complicadas de acometer fue la
concerniente a los viaductos. Se construyeron siete, con una longitud total de
1.791 metros. El más largo fue el de Fuengirola, que tenía 62 vanos de 19
metros cada uno y un apeadero en el mismo centro. Otros viaductos ejecutados
fueron los de Guadalhorce, Pan Triste y Arroyo Hondo.
Durante los trabajos para poner en servicio la línea férrea
Málaga-Fuengirola fue preciso perforar doce túneles (2.785 metros de longitud).
Destacó la construcción de las tres estaciones subterráneas. En las de Torremolinos
y Fuengirola se requirió la ejecución de 70.000 metros cuadrados de pantallas
de hormigón armado. Se excavaron con lodos betoníticos para prevenir los
desprendimientos.