La Aduana estaba
ardiendo y las setenta personas que vivían en la buhardilla intentaban salvar
sus vidas.
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Las llamas lo devoraron todo. Foto: Sur. |
Veintiocho de ellas murieron quemadas, asfixiadas o por
haber saltado al vacío en un último intento de sobrevivir. El incendio, cuyo
origen se desconoce, comenzó a la una de la madrugada y se propagó rápidamente
por la zona alta, donde residían las familias del personal subalterno.
Los techos y suelos eran de madera, y los tabiques de
algunas viviendas de lienzo de retorta encolada, lo que facilitó el avance
imparable del fuego.
El periodista Sánchez Taboadela detalló en "El
Cronista" las dantescas escenas vividas esa madrugada, en la que familias
completas perdieron la vida.
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