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Central eléctrica de Los Ramos, en El Atabal. |
La insuficiencia de la oferta frente a la demanda resultó
especialmente intensa en el terreno del petróleo y en el de la electricidad. La
escasez de petróleo era, en buena medida, una cuestión de política exterior que
se solucionó cuando se suavizaron las sanciones y las estrecheces provocadas
por la II Guerra Mundial. Sin
embargo, la incapacidad de atender la demanda eléctrica, que se alargó hasta
1957, respondía a otros motivos, bastante complejos.
Fueron cuatro las
causas principales que se han apuntado para explicar la restricción eléctrica
de la posguerra. En primer lugar, es sabido que las autoridades del régimen
franquista recurrieron a la “pertinaz
sequía” para dar explicación al problema eléctrico.
Sin negar el incuestionable argumento meteorológico y su influencia,
los empresarios de la época aportaron otros dos de mayor calado. Por una parte,
la ausencia de “unidad de explotación”, es decir, de una red única y, por otra,
la congelación de las tarifas.
El asunto de la red única, segunda causa, era un problema
real que los empresarios particulares utilizaron como argumento para crear Unidad Eléctrica S.A. (UNESA) y
defenderse de la amenaza que suponía, a la altura de 1944, el desembarco del Instituto Nacional de Industria (INI)
en el sector eléctrico a través de la creación de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA).
Respecto a las tarifas, tercera causa, su ordenamiento se
remontaba a un Real decreto de 1924 que fue confirmado en 1933 y no se revisó
hasta 1951. Su inmovilidad fue una de las razones más frecuentemente esgrimidas
desde los años cuarenta a la hora de explicar la escasez eléctrica y una de las
que se ha ponderado como de mayor importancia.
Con precios fijos desde antes de la guerra civil y en una
coyuntura de inflación galopante es lógico que las empresas evitaran nuevas
inversiones, que el consumo se disparara y que la ausencia de inversión se
convirtiera en un auténtico cuello de botella.
El propio aumento del consumo constituye la cuarta
explicación al problema energético de la posguerra. Mientras que en los años
treinta lo habitual había sido el exceso de oferta de electricidad, en la
posguerra la situación sufrió un vuelco que, al menos hasta 1942, no parecía
alarmar a muchos.
Se ha demostrado que las autoridades franquistas no se plantearon
la escasez de electricidad como problema hasta la fecha citada y ello ha
permitido afirmar que antes se produjo una “apatía oficial hacia la cuestiones
eléctricas”.
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