Mastodon Málaga y sus historias: electricidad
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jueves, 4 de mayo de 2023

La fábrica de electricidad de La Goleta

 

El Ayuntamiento de Málaga cerró en el mes de abril de 2021 un acuerdo con Endesa para la adquisición mediante expropiación de la antigua fábrica de electricidad Fiat Lux, en el centro de la capital, con la idea de recuperar este inmueble como equipamiento público.


Edificio Fiat Lux.


El edificio data del año 1897 y fue, junto a la fábrica de La Malagueta, una de las dos primeras termoeléctricas que hubo en la ciudad. Ubicada entre las calles Purificación y Wad Ras (a espaldas de la jefatura de la Policía Local de la avenida de la Rosaleda), la construcción cuenta con una chimenea de 43 metros de altura que cuenta con protección arquitectónica en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU).

Cinco años después de que se iniciaran los primeros contactos para expropiar esta antigua fábrica, la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) alcanzó un acuerdo con la propietaria (Endesa) para permitir incorporar el inmueble al patrimonio municipal. Su uso futuro no estaba decidido más allá de que sería un equipamiento público para esta zona del casco antiguo. Lo que sí que quedó descartada hace años fue la demolición del edificio de dos plantas para dejar más a la vista la chimenea, que está declarada Bien de Interés Cultural (BIC).

En abril de este año 2023, se anunciaba un polémico acuerdo por transferirlo a manos privadas, para que el edificio Fiat Lux se convierta en un centro cultural centrado en los sectores audiovisual y escénico y abierto a actividades de otras disciplinas artísticas, según el protocolo de intenciones firmado por el alcalde, Francisco de la Torre, y el director general de Artistas Intérpretes, Entidad de Gestión de Derechos de Propiedad Intelectual (AISGE) y la Fundación AISGE, Abel Martín.

Un protocolo que "nace del interés de AISGE por realizar en Málaga parte de las actividades de su fundación, que ya organiza en Madrid, Barcelona y otras ciudades, atraídos por la oferta cultural y tecnológica de la ciudad para el sector audiovisual y sus artistas. La Fundación AISGE asegura que quiere ser parte de este fenómeno cultural y unirse al camino por conseguir una Málaga innovadora, creativa, artística y vital” precisa el texto del convenio.

viernes, 17 de diciembre de 2021

The Malaga Electricity Company

 

The Malaga Electricity Company Limited, llamada popularmente "la inglesa", fue una empresa de energía eléctrica de capital británico que operó durante los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX en la ciudad de Málaga. Fundada en 1895 por Francisco W. Bernard, la empresa se instaló en la zona de La Malagueta, donde se construyó una fábrica de luz eléctrica, siendo su inauguración un gran acontecimiento en la ciudad. El edificio fue diseñado por Eduardo Strachan Viana-Cárdenas, aunque del mismo sólo queda en pie una chimenea de 42 metros de altura, de la que no hay constancia de si fue obra de Strachan o, por el contrario, fue construida en Alemania y llevada a Málaga pieza a pieza.


A la izquierda, la fábrica de electricidad en La Malagueta.


En sus orígenes la empresa se dedicó en exclusiva al suministro de electricidad a viviendas privadas, debido a la competencia de la empresa Fiat Lux, de capital alemán y muy bien establecida en la ciudad. Posteriormente, la inglesa abrió un establecimiento en calle Larios y lentamente fue abriéndose paso en el mercado del alumbrado público y de maquinaria.


Las interrupciones del suministro eran constantes y los clientes no tenían derecho a reclamar. Los clientes sólo podían pagar en monedas de plata y estaban sujetos a inspecciones periódicas que a veces se llevaban a cabo durante la noche, con el fin de controlar las condiciones de horario de uso y el número de lámparas permitidas por la empresa.


La fábrica funcionaba a base de vapor y carbón importado de Gran Bretaña y contaba con una red de distribución compuesta por transformadores de alta tensión ubicados bajo las aceras y que se extendía por varias zonas de la ciudad. Así, desde La Malagueta partía una línea en dirección norte a través de La Caleta, La Coracha y calle Alcazabilla hasta la plaza del General Torrijos; hacia el oeste partía otra línea atravesando el Parque, la Alameda y el puente de Tetuán, desde donde se dividía en dos para dirigirse hasta Gamarra y Huelin; y otra línea en dirección este siguiendo la línea de la costa hasta 1,5 kilómetros de distancia. Con el paso del tiempo se añadieron nuevos transformadores para abastecer al centro, para lo que se creó una nueva línea desde Puerta del Mar hasta la plaza del General Torrijos a través de calle Nueva, la plaza del Siglo y calle Granada.


Los primeros años del siglo XX fueron de expansión y en ocasiones, la inglesa no pudo hacer frente a la demanda, por lo que tuvo que recurrir a la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro. Durante la Primera Guerra Mundial el carbón inglés era imposible de conseguir y el español, demasiado caro para ser rentable. Además, debido a la guerra, había pocos barcos disponibles para su transporte. Por estos motivos la empresa tuvo que hacer frente a numerosas pérdidas y fue finalmente absorbida por la Sociedad Eléctrica Malagueña, filial de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, en 1921.

viernes, 3 de enero de 2020

Restricciones eléctricas

El 28 de julio 1957 se anuncia en Málaga el final del período de restricciones eléctricas. Uno de los problemas más graves y conocidos de la historia económica del primer franquismo fue la “penuria energética”.

Central eléctrica de Los Ramos, en El Atabal.
La insuficiencia de la oferta frente a la demanda resultó especialmente intensa en el terreno del petróleo y en el de la electricidad. La escasez de petróleo era, en buena medida, una cuestión de política exterior que se solucionó cuando se suavizaron las sanciones y las estrecheces provocadas por la II Guerra Mundial. Sin embargo, la incapacidad de atender la demanda eléctrica, que se alargó hasta 1957, respondía a otros motivos, bastante complejos.

Fueron  cuatro las causas principales que se han apuntado para explicar la restricción eléctrica de la posguerra. En primer lugar, es sabido que las autoridades del régimen franquista recurrieron a la “pertinaz sequía” para dar explicación al problema eléctrico.

Sin negar el incuestionable argumento meteorológico y su influencia, los empresarios de la época aportaron otros dos de mayor calado. Por una parte, la ausencia de “unidad de explotación”, es decir, de una red única y, por otra, la congelación de las tarifas.

El asunto de la red única, segunda causa, era un problema real que los empresarios particulares utilizaron como argumento para crear Unidad Eléctrica S.A. (UNESA) y defenderse de la amenaza que suponía, a la altura de 1944, el desembarco del Instituto Nacional de Industria (INI) en el sector eléctrico a través de la creación de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA).

Respecto a las tarifas, tercera causa, su ordenamiento se remontaba a un Real decreto de 1924 que fue confirmado en 1933 y no se revisó hasta 1951. Su inmovilidad fue una de las razones más frecuentemente esgrimidas desde los años cuarenta a la hora de explicar la escasez eléctrica y una de las que se ha ponderado como de mayor importancia.

Con precios fijos desde antes de la guerra civil y en una coyuntura de inflación galopante es lógico que las empresas evitaran nuevas inversiones, que el consumo se disparara y que la ausencia de inversión se convirtiera en un auténtico cuello de botella.

El propio aumento del consumo constituye la cuarta explicación al problema energético de la posguerra. Mientras que en los años treinta lo habitual había sido el exceso de oferta de electricidad, en la posguerra la situación sufrió un vuelco que, al menos hasta 1942, no parecía alarmar a muchos.

Se ha demostrado que las autoridades franquistas no se plantearon la escasez de electricidad como problema hasta la fecha citada y ello ha permitido afirmar que antes se produjo una “apatía oficial hacia la cuestiones eléctricas”.