Nicolás y Dolores tuvieron dos hijos, Adolfo y
Nicolás. Cuando ellos se incorporan a la empresa familiar, la
firma pasa a denominarse Hijos de Nicolás Lapeira
consiguiendo bajo esta denominación la Medalla de Oro en la
Exposición Regional en el Liceo de Málaga.
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| Rótulo en la entrada de la fábrica. |
Los envases para
aceite y pasas son los géneros exportados de Málaga aunque
ya empieza a haber pedidos esporádicos para conservas de pescado,
carnes, dulces de membrillo, jaleas, etc. Para conseguir satisfacer
estos pedidos era necesario emprender nuevos retos y para ello los
hermanos Lapeira Rodríguez en 1917 deciden separar las dos
líneas de producción quedándose Nicolás al cuidado de la
explotación de la pasa de Campanillas mientras que Adolfo
con sus hijos Adolfo, Antonio y José Lapeira
Meliveo, la cuarta generación, abordan el proyecto de
construcción de una nueva fábrica.
El 22 de enero de
1918 Adolfo Lapeira Rodríguez, como gerente de la sociedad
“A. Lapeira Metalgraf Española”, dirige una instancia al
alcalde solicitando permiso para la construcción de un edificio en
un solar de su propiedad adquirido en 1912 a la familia Larios,
a espaldas del Asilo de las Hermanitas de los Pobres en el
llamado Jardín de Aclimatación y con fachada a las calles
Góngora, Ayala y Héroe De Sostoa. La dirección
técnica sería llevada por el arquitecto Fernando Guerrero
Strachan y el maestro de obras Enrique Baena Gómez.
Finalmente el arquitecto municipal Manuel Rivera Vera y el
ingeniero Eduardo Franquelo dieron el visto bueno y en la
sesión de Cabildo de 22 de febrero de 1918 se aprobó el informe. La
nueva fábrica se monta con la mejor maquinaria moderna haciéndola
líder indiscutible, no solo en Málaga, sino en toda
España.
Fue en 1923 cuando,
después de varios años de litigio entre Málaga y Roma
se tuvo que sustituir Metalgraf por Litograf debido a
una reclamación interpuesta en los Tribunales de Justicia por
un grupo de empresarios italianos en los que, amparándose en una
patente internacional, reclamaron para sí esa nomenclatura.
Para la tercera
década del siglo XX prácticamente toda Andalucía es cliente
de la fábrica, por lo que el esplendor empresarial e industrial
alcanza su verdadero cenit. En estos años siguen al frente de la
fábrica los hermanos Lapeira Meliveo, pero al fallecer en
1936 el menor de ellos, continuaron Adolfo y Antonio al
frente de la empresa en unos años muy difíciles para la industria.
Durante esta época algunas de las máquinas y por un periodo corto
de tiempo, tuvieron que reconvertirse para la fabricación de algún
tipo de artefacto como la bomba “Lafitte” de diseño
italiano y que era parecida a un bote de refresco con una cinta
enrollada.
Pero el peor momento
estaba aún por llegar y fue cuando en 1946 se produjo un incendio
provocado en la nave izquierda, en la sección de embalaje de madera,
quedando solo los muros de cemento. Pero como hombre de reconocida
entereza, no tardó en levantar de nuevo la planta, pero esta vez 55
metros más larga haciéndola coincidir con la longitud de la
derecha, es decir, 105 metros.
Los hermanos Adolfo
y Antonio siguieron durante muchos años al frente de su
empresa, el primero hasta enero de 1967 y Antonio, que vivió
90 años, siguió en solitario presidiendo la sociedad que había
fundado su padre hasta sus últimos días, y permanentemente
informado de todo lo que acontecía a su alrededor, aunque dada su
avanzada edad, eran sus sobrinos la sexta generación, quienes se
ocupaban de la gestiones empresariales. Adolfo en la parte
administrativa-contable y José Lapeira Valentín en la
técnica y de recursos humanos.
Las puertas de esta insigne fábrica se cerraron definitivamente en
1983 cuando fue imposible hacer frente a los pagos de impuestos,
Seguridad Social y las nóminas de los más o menos 150 empleados que
por aquel entonces trabajaban en la empresa, unido a la falta de
productividad como consecuencia del desvío hacia otras tecnologías,
como el plástico o el cartón, que jubilaron demasiado rápidamente
unas instalaciones modernas de la marca Cevolani que se habían
adquirido unos pocos años antes para la fabricación del litro de
aceite, que quedaron sin amortizar por la promesa incumplida de una
empresa olivarera italiana de enormes pedidos y en exclusividad.