Mastodon Málaga y sus historias: La Malagueta
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lunes, 13 de marzo de 2023

Los Baños de Apolo

 

Los Baños de Apolo, un establecimiento de servicio público, abrió sus puertas en 1879 frente al Postigo de los Abades, junto a los balnearios Diana y La Estrella, sobre un saliente que allí formaba la Cortina del Muelle. Era muy amplio en su emplazamiento primitivo, nutriéndose de las aguas de Torremolinos en todas sus dependencias. Disponía de roperos en los departamentos generales, surtidor de duchas para baños de chorro y regadera en las diferentes aplicaciones de esta hidroterapia, un gran salón de descanso y lectura con un piano y un «Diván» con servicio de comidas.


Baños de Apolo en 1879.


Entre 1884 y 1885, el Apolo estuvo en la playa de Pescadería, pero en 1887 se instaló en La Malagueta, entre los balnearios La Estrella y Diana, cerca del solar que más tarde ocuparía el Hotel Miramar. Desde ese momento su propietario fue Juan Álvarez Gordillo. El total de la superficie ocupada era de 800 metros cuadrados, aunque en la memoria presentada a la Junta del Puerto en abril de 1887 se elevaba esta cifra a 1.500, lo que le convertía en el mayor de los baños públicos de Málaga.

Desde su inauguración, el edificio se construía cada verano en la playa sobre el agua, apuntalado con barras de hierro y madera que avanzaban unos veinte metros mar adentro. Lo sostenía unos pies de madera gruesa sobre los que iban tendidos unos puentes también de madera.

La entrada estaba en la plataforma, y a ambos lados, los cuartos reservados y los departamentos de agua fría. Asimismo, había cuartos individuales con pequeñas alberquillas para familias, una para caballeros y otra para señoras y otros con tinas con agua de mar. Dentro de las albercas y de unas estacas a otras se tendían cuerdas o maromas muy gruesas para los bañistas que no sabían nadar. Estos departamentos, separados por ligeras paredes de madera, solían tener su armadura y techo de esteras. Unos simples tablones permitían al público disfrutar de una magnífica terraza.

Como en La Estrella, había, también, baños artificiales al estilo de Carratraca, Alhama, Lanjarón, o Archena, antirreumáticos y tónicos, al precio de 1'50 pesetas por sesión. Por otra parte, el establecimiento ofrecía el alquiler de sábanas, toallas y bañadores.

La permanencia del balneario Apolo en la Malagueta comenzó a peligrar a partir de 1926 debido al trazado del Paseo Marítimo. Así, cuando su propietario pidió permiso para armarlo se le concedió sólo para ese verano. Y en 1927 debió reconocer la propiedad municipal de los terrenos que ocupaban los baños, con un canon de 5 pesetas mensuales, el mismo que tenía señalado los baños La Estrella.

En 1929 se estimó que el sitio donde venía emplazándose no era el más adecuado por estar contiguo al comienzo del Paseo Marítimo, debiendo variar el emplazamiento con dirección a Málaga, en las inmediaciones de la batería de San Nicolás. Todavía ese año se le concedió autorización en las mismas condiciones que el anterior, aunque señalando que pasada la temporada de baños desaparecería toda la instalación, hecho que no llegó a suceder después de la intervención de distintos organismos de las administraciones.

En 1936 el balneario Apolo fue construido pese a la inestabilidad política, aunque es de suponer que después de los sucesos del 18 de julio, debió utilizarse más bien poco. En cualquier caso, siguió su andadura a través de estos años con altibajos, fruto de los vaivenes políticos y sociales.

La predilección cada vez más acentuada por los baños de mar al aire libre y al sol hizo que estos balnearios fueran perdiendo el favor del público. Así, en agosto de 1938, La Estrella renunciaba a la concesión y clausuró su establecimiento. El Apolo, sin embargo, continuó algunos años más, anunciándose todavía en 1943 en las Guías de Málaga, hasta que finalmente en 1944 se clausuró el local.


Fuente documental: Balneario de Apolo. María Pepa Lara García. La Opinión de Málaga, septiembre 2013

jueves, 24 de noviembre de 2022

El bar Casa Carlos

 

El bar Casa Carlos, situado en la calle Keromnes, número 6, junto al Palacio Miramar, encierra una historia poco conocida por muchos. Su fundador, Carlos Cejas Jaén, ya fallecido, fue camarero del Hotel Miramar y, como experto trinchador de carnes y pescados, fue elegido para servir a el rey Alfonso XIII en el gran banquete inaugural del hotel.


Casa Carlos.


Las descendientes de Carlos Cejas regentan el que podría ser el bar más antiguo de La Malagueta. Fundado en 1936, Casa Carlos se ubicaba en la misma calle donde está ahora. El fundador del citado bar trabajaba en el Hotel Miramar durante el invierno, porque el Miramar era un hotel de temporada invernal, aunque también tenía un quiosco de madera para la venta en verano de café, vinos y licores, atendido por Carlos Cejas.

El inicio de la Guerra Civil hizo muy vulnerable el quiosco ante los bombardeos a que era sometida la ciudad, y en alguna ocasión las bombas llegaron a alcanzar el quiosco, por lo que Carlos Cejas trasladó el negocio a una antigua cochera de la misma calle Keromnes, en uno de cuyos bajos se sitúa en la actualidad el bar.

Cejas, gran conversador y amante de los toros y del cante, hizo que el bar pronto se hiciera popular y muy frecuentado por artistas y toreros.

El prestigio de Carlos como excelente camarero se había labrado en varios establecimientos hoteleros, entre ellos en el Hotel Caleta, en el Paseode Reding, y en el Hernán Cortés, y con el paso del tiempo llegó al Hotel Miramar, donde fue designado jefe de camareros y elegido expresamente, como ya se ha reseñado, para servir al rey Alfonso XIII en el banquete inaugural del establecimiento.

Carlos Cejas, antes de trabajar en la hostelería, había comenzado desde muy joven su vida profesional en el Círculo Mercantil e incluso llegó a embarcarse en el buque Marqués de Comillas y en otros trasatlánticos recorriendo diversos países.

El fundador de Casa Carlos tuvo dos hijos, Juan y Teresa, quienes heredaron las cualidades profesionales de este malagueño cuya tercera generación sigue el camino trazado por él llevando un restaurante especializado en comida casera y tradicional malagueña.


Fuente documental: El bar del camarero del Hotel Miramar. José María Alday. Diario Sur, 7 de julio de 2014

martes, 25 de octubre de 2022

El origen de La Malagueta

 

El barrio de La Malagueta, se asienta sobre una lengua de tierra que surgió en el siglo XVIII tras la prolongación del Muelle Viejo a partir del dique de Levantedando lugar a lo que ahora es el Paseo de la FarolaLa construcción del paseo fue provocando la paulatina retirada del mar, que antes llegaba hasta el Camino de Vélez, y la aparición de una enorme parcela que quedó adscrita al patrimonio militar.


Panorámica de La Malagueta.


Una vez desafectado del Ejército a finales del siglo XIX, los terrenos fueron ocupados por industrias diversas, como la fábrica de electricidad de la Compañía Inglesa, la fábrica de mosaicos hidráulicos La Fabril Malagueña, la fábrica de azúcar de los Larios, la bodega de Barceló, una serrería, el Garaje Inglés y otras. En 1876 se había inaugurado la Plaza de Toros.

Hasta hace pocas décadas en La Malagueta, en la parte más cercana a la playa, junto a la vía del tren, en lo que hoy es la calle de Vélez-Málaga, se sucedían humildes casitas de pescadores que se dedicaban a sacar el copo. Las mujeres de los marengos trabajaban en la reparación de las redes, y en la temporada de verano alquilaban bañadores a los niños que se acercaban para darse un baño en las playas de La Malagueta.


Fuente documental: La mirada recuperada. Memoria de mujeres en las calles de Málaga. Víctor M. Heredia Flores. Ayuntamiento de Málaga.

lunes, 2 de mayo de 2022

La heroína de La Malagueta

 

Nacida en 1876 y fallecida en 1949, Elena León Gaitán, fue una marenga (1*) de la barriada malagueña de La Malagueta, cuya historia ha estado rodeada de leyenda y es recordada desde el año 2006 con un pasaje con su nombre en un lateral de la iglesia de San Gabriel de barriada que la vio nacer.


Playa de La Malagueta en 1900.


No es inverosímil, según diversos historiadores, que Elena León pudiera haber participado en el rescate del buque alemán Gneisenau, que naufragó frente a las costas de Málaga y que fue arrojado frente al antiguo dique de Levante.

Según la leyenda, cuando la marinera se percató del naufragio, decidió botar una barca, la Minina grande, para acudir al rescate de los náufragos y nadie se quiso embarcar porque el mar estaba muy peligroso. En ese momento, lanzó la frase “¿dónde están esos hombres de Málaga?” que aún permanece en la memoria de todos los jabegotes (2*).

Elena León, fue una referencia en su barrio, en donde vivía en una chabola, durante la primera mitad del siglo XX, y que se embarcaba como un jabegote más, realizando las mismas labores que los hombres como jalar del copo (3*) o recoger las betas (4*). Su historia es la de una luchadora que salvaba vidas en la mar y dirigía las barcas que partían cada mañana en busca de buenas piezas para traer a tierra. Fue la dueña de hasta tres jábegas.


(1*) Marengo/a: Trabajador/a de la mar del arte de pesca del litoral.

(2*) Jabegote: Pescador que tira de la jábega.

(3*) Jalar del copo: Tirar de la bolsa de red con que terminan varias artes de pesca.

(4*) Betas: distintos tramos de cuerdas gruesas de 40 o 50 metros de longitud, que forman parte de las redes de pesca. Van atadas entre sí mediante un nudo marinero, muy seguro y fácil de deshacer.

viernes, 17 de diciembre de 2021

The Malaga Electricity Company

 

The Malaga Electricity Company Limited, llamada popularmente "la inglesa", fue una empresa de energía eléctrica de capital británico que operó durante los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX en la ciudad de Málaga. Fundada en 1895 por Francisco W. Bernard, la empresa se instaló en la zona de La Malagueta, donde se construyó una fábrica de luz eléctrica, siendo su inauguración un gran acontecimiento en la ciudad. El edificio fue diseñado por Eduardo Strachan Viana-Cárdenas, aunque del mismo sólo queda en pie una chimenea de 42 metros de altura, de la que no hay constancia de si fue obra de Strachan o, por el contrario, fue construida en Alemania y llevada a Málaga pieza a pieza.


A la izquierda, la fábrica de electricidad en La Malagueta.


En sus orígenes la empresa se dedicó en exclusiva al suministro de electricidad a viviendas privadas, debido a la competencia de la empresa Fiat Lux, de capital alemán y muy bien establecida en la ciudad. Posteriormente, la inglesa abrió un establecimiento en calle Larios y lentamente fue abriéndose paso en el mercado del alumbrado público y de maquinaria.


Las interrupciones del suministro eran constantes y los clientes no tenían derecho a reclamar. Los clientes sólo podían pagar en monedas de plata y estaban sujetos a inspecciones periódicas que a veces se llevaban a cabo durante la noche, con el fin de controlar las condiciones de horario de uso y el número de lámparas permitidas por la empresa.


La fábrica funcionaba a base de vapor y carbón importado de Gran Bretaña y contaba con una red de distribución compuesta por transformadores de alta tensión ubicados bajo las aceras y que se extendía por varias zonas de la ciudad. Así, desde La Malagueta partía una línea en dirección norte a través de La Caleta, La Coracha y calle Alcazabilla hasta la plaza del General Torrijos; hacia el oeste partía otra línea atravesando el Parque, la Alameda y el puente de Tetuán, desde donde se dividía en dos para dirigirse hasta Gamarra y Huelin; y otra línea en dirección este siguiendo la línea de la costa hasta 1,5 kilómetros de distancia. Con el paso del tiempo se añadieron nuevos transformadores para abastecer al centro, para lo que se creó una nueva línea desde Puerta del Mar hasta la plaza del General Torrijos a través de calle Nueva, la plaza del Siglo y calle Granada.


Los primeros años del siglo XX fueron de expansión y en ocasiones, la inglesa no pudo hacer frente a la demanda, por lo que tuvo que recurrir a la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro. Durante la Primera Guerra Mundial el carbón inglés era imposible de conseguir y el español, demasiado caro para ser rentable. Además, debido a la guerra, había pocos barcos disponibles para su transporte. Por estos motivos la empresa tuvo que hacer frente a numerosas pérdidas y fue finalmente absorbida por la Sociedad Eléctrica Malagueña, filial de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, en 1921.