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José María González Ruiz. |
Algunos prelados asistentes a aquel concilio reformador
contaron más tarde que, siempre que podían, se reunían con González Ruiz para entender los documentos y propuestas que
llegaban a sus manos. Las reuniones se celebraban en secreto en el convento de
las Misioneras Cruzadas de la Iglesia,
en el barrio de Carabanchel Alto (Madrid).
En la otra orilla, los cardenales y arzobispos reacios a la
reforma acudieron al general Francisco
Franco, jefe del Estado
nacionalcatólico, para organizar la oposición que, a voluntad del dictador,
expresarían en el revolucionario concilio.
González Ruiz recibió
en 1996 la Medalla de Oro de Andalucía.
"Es indiscutiblemente una de las figuras más decisivas del catolicismo
español. Tanto en democracia como en etapas de carencia de libertades fue un
referente en la defensa de la paz, la libertad y la justicia social",
decía el decreto de la Junta.
Nacido en Sevilla el
5 de mayo de 1916, en el seno de una familia tradicionalmente católica, tenía
ocho hermanos, uno de ellos también sacerdote. Era sobrino carnal del que fuera
obispo de Málaga, Miguel González Martín, canonizado por
el papa Francisco (2016), de quien
recibió las aguas bautismales y la ordenación sacerdotal (1939).
Ingresó en el seminario de Málaga, donde por su diferencia cultural sufrió en la convivencia
con rudos campesinos. Del seminario tuvo que huir tras los sucesos de Málaga de 1931. De allí se trasladó a Palencia junto a su tío el obispo, que
le propuso ir a estudiar a Roma,
donde se licenció en Sagrada Escritura
y obtuvo el doctorado en la Pontificia
Universidad Gregoriana, ampliando sus estudios en el Pontificio Instituto Bíblico.
Ejerció en dos parroquias hispalenses populares,
distinguiéndose por su atención a los pobres y su actuación durante una tromba
de agua que anegó a su feligresía. En esa etapa se produce en él el despertar a
“una profunda rebeldía contra la sociedad en que había nacido”.
Consigue por oposición la plaza de canónigo lectoral de la Catedral de Málaga (1948), templo donde
se hace famoso por sus discutidas homilías. Las dificultades con el cardenal Herrera Oria por sus “heréticas” clases de Sagrada Escritura en el seminario, le
obligan a dejar Málaga, ciudad a la
que regresaría con el obispo Ramón
Buxarrais. Por entonces, la iglesia española (1960) le abrió un pliego de
cargos con 27 herejías, de lo que tuvo conocimiento de forma indirecta.
Dotado de pluma ágil, sus libros y colaboraciones
periodísticas fueron seguidos con interés, sobre todo en el semanario Sábado Gráfico. Todo ello alertó a las
autoridades, por lo que estuvo a punto de ser condenado por el Tribunal de Orden Público (TOP) por un
delito de “información peligrosa” (1968) por su artículo “El cristianismo y la Revolución”, que apareció en la revista de la Hermandad Obrera de Acción Católica
(HOAC). El fiscal le pedía tres años de reclusión y una multa de 10.000
pesetas. Finalmente, fue absuelto con orden de destruir todos los ejemplares
incautados. En este periodo habitó un apartamento de la calle Galileo en Madrid, donde le visitaban algunos políticos, entre ellos Felipe González. Con los jesuitas José María Llanos y José María Diez-Alegría formó un trío o
“trinidad de José Marias”. Con humor
decía que Llanos, era el “padre”, por edad; Díez-Alegría. “el verbo”,
por su facundia, y él, “el espíritu santo”
porque no paraba de viajar.
De regreso a Málaga
(1973), algunos sectores le tildaron de “rojo
peligroso”. A causa de las amenazas recibidas llegó a pasar miedo físico y
tuvo que escapar por una puerta excusada de la catedral. Al día siguiente la
policía le urgió a presentarse en el Gobierno
Civil, que le impuso una multa de 100.000 pesetas por una “homilía subversiva”. Contrario a toda
violencia y a la militancia política como sacerdote, no dudó en participar en
la manifestación pro-amnistía celebrada en Málaga
(1976).
Reconocido como autoridad de fama mundial en el estudio de San Pablo, su obra más influyente es Epístola de san Pablo a los gálatas,
que supuso una verdadera revolución en las investigaciones paulinas. Fue autor
de numerosas monografías y ensayos y participó en 35 obras colectivas.
Durante la democracia se manifestó contrario a las
pretensiones neoconfesionales y defendió la laicidad del Estado y sus instituciones.Tanto en democracia como en etapas de
carencia de libertades, fue un referente en la defensa de la paz, la libertad y
la justicia social”. Un premio de ensayo lleva su nombre en Málaga.
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