Mastodon Málaga y sus historias: cinematógrafo
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martes, 30 de marzo de 2021

Un maratón de teatro

 

El día 11 de marzo de 1858, según cuentan las crónicas de la época, tuvo lugar lo que hoy llamaríamos un maratón de teatro sobre el escenario del Teatro Principal de Málaga. La sesión teatral se inició, a primera hora de la tarde, con la representación del drama en cuatro actos Juan sin tierra, seguido del baile El rumbo de los toreros, dirigido por José Martin Valero, v el drama en siete actos D. Juan Tenorio. Actuaban en esta compañía la primera actriz Silveria del Castillo y el primer actor Domingo Mendoza. El público pidió que se bailase el «olé» y así se hizo. La función extraordinaria acabó a las doce y media de la noche, ya que los entreactos fueron muy cortos.


Teatro Principal.


El Teatro Principal de Málaga situado en la Plaza del Teatro, fue construido a finales del siglo XVIII. Fue inaugurado el 12 de noviembre de 1793, su construcción fue costeada por Rafael San Millán y fue diseñado por el arquitecto italiano Vicenzo Mazzoneschi con estilo neoclásico, sobrio, con fachada de dos pisos, de siete ventanas rectangulares cada una. Tenía dos puertas con arcos de medio punto, además de dos portezuelas de desalojo a la calleja de la Gloria. En la fachada había, además, dos puertas de servicio y dos ventanas con rejería cruzada en rombos. A través unas ventanas con rejas se servían bebidas procedentes de establecimientos próximos.


En su época primitiva constaba el teatro de 107 butacas de primera clase, de las cuales 30 pertenecían a los accionistas; 144 de segunda, y dos pisos de palcos, con 20 en el primero y 23 en el segundo; además contaba con cazuela especial para mujeres y gradas para entrada general. Los asientos eran de madera, el escenario estaba al fondo, según se entraba por las puertas principales. La decoración de las paredes también era sobria; el patio estaba rodeado por un pasillo de ronda, con las puertas de los palcos. El gallinero se sostenía por dos columnas de hierro que dificultaban la visión de la pantalla o del escenario.


Según palabras de un comentarista local, “el Teatro Principal tenía una apariencia externa preciosa, con un impresionante retablo musical, de figuras animadas como el Cine Pascualini también lo tenía, y yo recuerdo, aunque muy vagamente, haberlo visto funcionar en marcadas ocasiones. Era lo que se llamaba carillón”. En 1800 ocurrieron ciertas desavenencias entre los propietarios. El teatro fue más tarde concursado. “Se sacó a pregón, y con él, la casa café contigua”, adjudicándose a José y Manuel Obregón en la cantidad de 731.635 reales.


Después fue cedido a Francisco Milla el 5 de febrero de 1819, a cuyos herederos siguió perteneciendo hasta 1903. Más tarde pasó a Ricardo Larios Tashara y sus herederos, quienes hicieron diversas reparaciones reformándolo completamente. Algunas de estas reformas fueron las siguientes, en 1856 se le abrió una puerta en el centro de las dos que servían de entrada al teatro. En mayo de 1875 se reformarían diversos huecos de la planta baja y se instaló un quiosco, construido por Gerónimo Cuervo, para despacho de billetes en la rinconada que formaba el mencionado edificio, donde entonces existía un orinadero de losas. En 1899 se le colocó una marquesina. En septiembre de 1900 se abrió una ventana en la planta baja.


Este teatro sólo presentó compañías teatrales y espectáculos de variedades desde su inauguración hasta principios del siglo XX. En 1916 cambió su nombre por el de Cinema Concert y empezó a proyectar películas, abandonando las representaciones teatrales.


En 1923 se produjo un incendio en dicha sala, resultando muchos niños heridos, entre ellos cincuenta de gravedad. Debido a la precipitación de la huida algunos fueron pisoteados y lesionados, y otros presentaban síntomas de la asfixia, aunque no hubo víctimas mortales.


La empresa Soler-Sánchez, dueña del cine Goya, compró el local en 1928, y el 6 de septiembre tuvo lugar la reapertura, ahora de nuevo con el nombre de Teatro Principal y con precios reducidos. El teatro cerró el 18 de agosto de 1931, y en septiembre se reabrió como sala de proyecciones contando ya con el cine sonoro. El verano de 1935 se cerró el teatro para hacer obras, realizadas bajo la dirección del arquitecto Daniel Rubio. Una de las reformas más importantes fue la sustitución del armazón de madera por una potente armadura de hierro y hormigón armado.


Nuevamente, el 31 de agosto de 1946 se anunciaba la reapertura del Teatro Principal, que había permanecido cerrado durante unos meses, suprimiendo la entrada general, y sin más localidades que las de butacas. Este teatro-cine permaneció abierto hasta comienzos de 1968.

lunes, 27 de julio de 2020

El cine llega a Málaga

Antes de que acabara el año 1895 ya había llegado el cinematógrafo a Málaga, una de las primeras ciudades de Andalucía donde pudo verse. Entre el 3 y el 15 de septiembre de 1896, en la planta baja del hotel Victoria, tuvieron lugar las primeras presentaciones de este nuevo invento. El éxito fue inmediato, y durante esas dos semanas las sesiones se sucedían cada media hora ante un público entusiasmado.

Teatro Cervantes.
Se exhibían diez cuadros de los que, aunque no se conocen los títulos exactos, sí parece posible afirmar que fueron algunos de los habituales de la casa Lumière y Méliès, por ejemplo la famosa escena de 'L'arrivée d'un train à La Ciotat', de 1895.

El cinematógrafo se fue extendiendo por toda la provincia, con presentaciones en salas de teatro, en salones de baile de hoteles, en salones de variedades, hasta en barracas o casetas de feria, o casas particulares. Las salas estables, que hoy se llaman cines, tardaron mucho en generalizarse.

José González, propietario del Café España, fue de los primeros en darse cuenta de las posibilidades de este invento y se convirtió quizá en el primer empresario de cine en la provincia. Adquirió un aparato de proyección de la casa Lumière y comenzó sus presentaciones por los barrios aprovechando ferias o fiestas. En un solar despejado y con unas sillas, instalaba su aparatoso proyector contra una pared blanca o una lona, y asombraba a los vecinos que pagaban gustosos.

Hay pocos datos de la difusión de estas presentaciones por los pueblos, pero su facilidad de montaje, así como la expectación que despertó desde el primer momento hacen pensar que fue muy rápida. En 1899 se tiene noticia de la primera instalación hecha ex profeso para cine, la que levantaron, durante verano, Rafael Baquera y Carlos Lafuente en los terrenos ganados al mar en el muelle del marques de Guadiaro.

Por último, el 4 de mayo de 1903 se estrena en el Teatro Cervantes el cinematógrafo perfeccionado Imperial Bioscope.