Mastodon Málaga y sus historias: industrialización
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jueves, 11 de enero de 2024

Los jabones malagueños

 

Durante el siglo XIX, la industria jabonera en Málaga experimentó un notable crecimiento y desarrollo. La provincia de Málaga, con su acceso a materias primas como el aceite vegetal y el sebo animal, se convirtió en un centro importante para la fabricación de jabón.


Trabajadores fabricando jabón. Foto: Arenas.


La producción de jabón en esa época se basaba principalmente en métodos tradicionales, utilizando ingredientes naturales como aceites vegetales, grasas animales y sosa cáustica. Estos ingredientes eran abundantes en la provincia, lo que impulsó el florecimiento de fábricas de jabón. Resaltar que la sosa, hasta finales del XVIII, se fabricaba a partir de una planta mediterránea denominada barrilla y desde 1820 se obtiene con sal común y ácido sulfúrico.

Las fábricas de jabón eran el principal subsector de la industria química. Su moderna tecnología colocó a Málaga como primera productora nacional a mediados del XIX. Abastecían el mercado nacional e iberoamericano. En 1830 había 18 fábricas de jabón fabricado con barrilla en la capital malagueña. La mitad de ellas eran propiedad de destacadas familias como los Reboul, Heredia, Giró y Larios.

La exportación de los jabones a otros países contribuyó significativamente a la economía local y al desarrollo industrial de la región y el auge de esa industria jabonera no solo trajo beneficios económicos, sino que también generó empleo. Esta industria continuó evolucionando a lo largo del siglo XIX, adaptándose a cambios en la demanda y la tecnología disponible en esa época.

Por citar un sólo ejemplo, Manuel Agustín Heredia compró en 1830 a Guillermo Reboul su fábrica de la calle Cuarteles, convirtiéndose más tarde en el mayor fabricante de jabón de España, y Málaga en la primera provincia productora.

Pero el sector sufrió una profunda crisis a finales del XIX, debida fundamentalmente a la competencia del jabón de Marsella, más barato y de mejor calidad que el malagueño, lo que provocó el cierre en cascada de empresas hasta los primeros años del siglo pasado.

Como dato más que anecdótico señalar que, la abundante producción de jabón y su bajo costo supuso una reducción significativa de la tasa de mortalidad en el XIX.

lunes, 12 de junio de 2023

La fábrica de harinas San Simón

 

La Harinera San Simón, diseñada por el arquitecto malagueño Tomás Brioso Mapelli, que muchos malagueños conocieron hasta los años sesenta, fue durante decenios uno de los hitos industriales más notables en el comienzo de la carretera hacia Cádiz. Según los datos, estuvo completamente operativa al menos, desde 1909, bajo la dirección de Simón Castel.


Harinera de San Simón.


Su arquitectura respondía al patrón genérico de los edificios que se proyectaron en Málaga entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Su aspecto era el de un gran palacete, a no ser por su muelle de carga y descarga situado ante los dos cuerpos salientes que configuraban la fachada principal. De cuatro alturas, terraza y airosa torre central con reloj, su espléndida azotea estaba cercada de bellísima y armónica balaustrada de piedra.

La harinera tuvo cuadra propia y tres caballos para cada uno de los carros de transporte y dispuso de carpintería y taller de uso exclusivo, además de rieles para el tránsito del ferrocarril que permitía la llegada de vagones para la entrega de la necesaria materia prima. La producción de la fábrica a finales de 1909 se estimaba en 70.000 kilos cada veinticuatro horas.

Fue una de las primeras harineras andaluzas y, sin género de dudas, la de técnica mejor servida, pues su propietario supo, mediante la creación de una sociedad en comandita, adoptar los sistemas técnicos más higiénicos y rápidos no sólo para la elaboración de toda clase de harinas, sino para manipular, almacenar y transportar los productos.

Lo más singular del edificio de la Harinera San Simón fue su jardín, detalle que muchos malagueños ignoran. El jardín nació, creció y desarrolló a lo largo y ancho de su azotea, en la que se podía observar desde la carretera diez macetones de plantas y flores, aunque en realidad en el gran espacio se había vertido buena tierra de jardín en tal cantidad que allí crecieron airosas palmeras y no pocos árboles frutales de diferentes tipos.

Un enorme albercón que almacenaba cinco toneladas de agua como garantía de permanente suministro a la fábrica también ocupaba un lugar muy generoso en la indicada azotea. La existencia del jardín y del depósito de agua en la parte superior del edificio releva de cualquier comentario acerca de la solidez del mismo y de sus características constructivas.

jueves, 1 de julio de 2021

El intento de Málaga por recuperar su esplendor industrial

 

Málaga representa un caso singular en el panorama de la primera industrialización en Andalucía y en España. Después de un rápido ascenso desde mediados de la década de 1830, en la de 1850 figura como la segunda ciudad industrial española, a continuación de Barcelona, y la primera andaluza, con notable ventaja sobre las demás capitales de la región.


Planta de Siemens en al Parque Tecnológico de Zamudio (Vizcaya).


Una posición que se basó en el temprano desarrollo de sectores de vanguardia de la moderna industrialización bajo esquemas fabriles, siderometalurgia, textil algodonero y química, junto con el progreso de otros subsectores más tradicionales como, sobre todo, los relacionados con productos agrarios. Esta expansión industrial malagueña de carácter innovador alcanzaría sus cotas más altas a comienzos de la década de 1860, para declinar luego y experimentar un profundo reajuste desde comienzos del siglo XX.


Pero el caso de Málaga, junto a su apreciación como modelo pionero de la industrialización andaluza, se presentó también como ejemplo de “desindustrialización” o quiebra de este proceso, en virtud del retroceso que denotaban a fines del siglo XIX sus sectores considerados más punteros de la revolución industrial.


Aunque según algunos autores, la definitiva y verdadera desindustrialización acontecería más tarde, entre 1930 y 1960, dando paso al hondo cambio estructural que situaría a los servicios a la cabeza de la economía malagueña, con mucha diferencia sobre la agricultura y la industria.


Habrá que esperar a 1964 para que se pueda observar un nuevo intento de reindustrialización. Con poco más de un mes de diferencia en el año 1964,se inauguran dos nuevas industrias en Málaga. Amoníaco Español, que llegaría a superar la cota de 300.000 toneladas anuales de abonos nitrogenados, el 27 de octubre, y Citesa, que producirá material telefónico, el día 2 de diciembre.


El primer teléfono que se construye en Málaga fue el modelo "Heraldo", fabricado en exclusiva para la Compañía Telefónica. Citesa tenía una capacidad inicial de producción de 45.000 teléfonos al año. A la inauguración de ambas industrias asistió el ministro de Industria, Gregorio López Bravo.


También la multinacional Siemens funda en Málaga en 1964 una fábrica de componentes electrónicos tras adquirir la mayoría de las acciones de Central Técnica Científica, fundada nueve años antes.