Mastodon Málaga y sus historias: tifus
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lunes, 19 de agosto de 2019

Epidemia de tifus

En abril  de 1941 se admite la existencia de un brote de tifus exantemático, aunque ya venían produciéndose casos desde 1939.

Un corralón malagueño en 1941.
El incremento significativo de población junto a la falta de abastecimiento e higiene agravan las consecuencias de esta epidemia, negada por las autoridades, pero ante la que se adopta una estrategia represiva, reclusión de personas sucias y evacuación de mendigos con el anuncio de multas a quienes les ayuden. Entretanto, el estricto control de abastecimientos impide la llegada de jabón.

Esta política no sanitaria, sino de orden público, favorece que entre abril y julio aumente la mortandad en Málaga en 1.619 casos. En la segunda mitad del año el Ayuntamiento afronta el problema con mayor rigor, habilita un hospital de infecciosos, crea una estación de desinsectación y limpieza, en donde se facilita ropa limpia a quienes acuden, desinfecta el transporte público y suspende la Feria de Agosto, corrigiendo el error cometido con las aglomeraciones de Semana Santa.

En septiembre se decreta el final de la epidemia aunque todavía se producirán nuevos brotes en los dos años siguientes.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Epidemias de fiebre tifoidea


El 15 de enero de 1951 se declara oficialmente en Málaga una epidemia de fiebre tifoidea, que causa 52 muertes y afecta a tres mil personas.

Las autoridades sanitarias la definieron como un brote epidémico originado por contaminación fecal, accidental y masiva, del abastecimiento de agua potable en una zona que comprende y afecta, aproximadamente, a la mitad de la población.

El hacinamiento en los corralones aumentaba el contagio. Foto: Sur.
La campaña de vacunación, principal medida adoptada, afectó a 202.160 personas. El 24 de febrero se pusieron en marcha tres depuradoras por cloro. Las autoridades locales intentaron mantener en silencio la existencia de la epidemia para no afectar el tráfico comercial y turístico.

Pero no era la primera vez que el tifus sembraba el pánico entre la población, sobre todo entre la más desfavorecida. En 1939 se produjo otra epidemia que lleno los cementerios. La declaración oficial de la enfermedad no se hizo hasta abril de 1941. Los contagios se mantuvieron hasta 1943, pero la mortalidad fue descendiendo con el paso de los meses. La mayoría de los fallecimientos se registraron de abril a julio de 1941. En 1941 se contabilizaron 437 defunciones, 47 en 1942 y seis en 1943.

Los malagueños vivieron años muy difíciles. El hambre y la falta de alimentos eran la tónica predominante. A ello se unían la escasez de viviendas, lo que favorecía el hacinamiento en corralones e incluso en cuevas, así como la falta de medidas higiénicas.

Todos esos factores favorecían que el tifus se propagase con celeridad. Por sexos, atacó más a los hombres que a las mujeres. La población más afectada fue la que tenía de 30 a 59 años. Las clases pobres sufrieron más la infección, consecuencia directa de su desnutrición y de tener las defensas inmunológicas muy bajas.

Para contrarrestar la epidemia, el Ayuntamiento habilitó un hospital de infecciosos, abrió una estación de desinsectación y limpieza, se entregaba ropa limpia, se desinfectó el transporte público y se suspendió la Feria de Agosto para tratar de disminuir los contagios.