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El personal de la Aduana de Málaga, entregando los fusiles de las cajas y anotando el número y la marca. Foto Mundo Gráfico. |
Estos bloques, protegidos por embalajes de madera, habían
llegado el 8 de diciembre a bordo del vapor "Pedro Pi", procedente de Génova.
La mercancía, legalizada por el cónsul suizo, estaba consignada a nombre de José Gamero, persona desconocida en Málaga, y un mes después allí
continuaba con signos de deterioro.
El guarda avisó a su protector, el conocido abogado
criminalista José Estrada, y éste
comunicó el hecho al gobernador militar.
Abiertas las cajas, se descubrieron 3.816 fusiles Mauser. El mutismo de las autoridades
no pudo impedir que la noticia corriese de boca en boca atrayendo a numerosos
vecinos que de inmediato multiplicaron las hipótesis.
Se impuso la idea de que malagueños adinerados hacían
contrabando con armas destinadas a las fuerzas rifeñas del norte de África en perjuicio del ejército
español. Diez meses antes las autoridades de la ciudad habían silenciado otro
episodio semejante.
De esta noticia de hacía eco la revista “Mundo Gráfico” en su edición del miércoles
26 de enero de 1916, diciendo que “El alijo de armas descubierto en los muelles
de Málaga, que ya los diarios
hicieron saber al público, ha sido, por fin, requisado por las autoridades militares
y la comisión técnica nombrada al efecto, descubriéndose el contenido de las
313 cajas, que es el siguiente: Las cajas de forma cuadrada contenían cada una
12 fusiles y varios paquetes de cartuchos, y los otros envases, de forma
columnaria, guardaban sólo paquetes de cartuchos. El valor del material de
guerra que contenían los pretendidos «bloques
de cemento», se calcula en unos 80.000 duros, por representar este valor los
3.000 fusiles y los paquetes de cartuchos descubiertos en ellos. El armamento
indica por su marca de fábrica, haber sido construido en Francia; pero su procedencia es de Alemania, y estaban consignadas p a r a su reexpedición á Casablanca”.
La citada información concluía diciendo que “La importancia
y gravedad del hallazgo ha despertado gran interés, y particularmente la forma ingeniosa
y hábil en que ha sido preparado el alijo, por cuyo descubrimiento merece un
aplauso el guarda del muelle, Rafael
León”.
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