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Inundaciones en Málaga. |
Veinticinco
días terribles de riadas, siete inundaciones en el valle y otras
cuatro en la desembocadura del Guadalhorce, que dejaron un
saldo de ocho muertos, miles de damnificados y daños elevadísimos
que provocarían la declaración oficial de Málaga como zona
catastrófica, aprobada el 1 de diciembre con una ayuda inicial de
25.000 millones de pesetas.
Días
después, el Gobierno aprobó inversiones en infraestructura
por otros 20.000 millones. La ciudad tardaría en recuperarse de la
pesadilla y limpiar sus huellas. Y todavía cerca de cinco mil
malagueños tendrían que enfrentarse a los expedientes de regulación
de empleo presentados por 190 empresas.
El
cielo de color caldera se ennegreció aún más y a mediodía se tuvo
que encender el alumbrado público. La
tormenta que se desató
sobre la ciudad de Málaga
descargó casi 150 litros por metro cuadrado en una hora y media.
Pero no paró ahí. Siguieron las intensas lluvias el día 15 y el
17, luego el 26 y 27 del mismo mes y el 8 de diciembre.
En
una ciudad asentada sobre un suelo bastante impermeable, con un
saneamiento insuficiente y arroyos colapsados se dieron las
condiciones para que esta “tormenta perfecta” arrasara
literalmente con todo.
El
concejal socialista Francisco Flores estaba en esos momentos
de alcalde en funciones. Pedro Aparicio había viajado a Japón
para presentar con el presidente andaluz Rodríguez de la Borbolla
el Parque Tecnológico. “Acababa de salir a saludar a Buero
Vallejo, que estaba en el Málaga Palacio porque esa noche
representaba una obra en el Teatro Cervantes, sería en torno
a la una y cuando volví al Ayuntamiento empezó la debacle”,
explicaba Flores, 20 años después al diario Málaga Hoy.
El
concejal recordaba que
hasta pasada, al menos, una hora no fueron conscientes de la magnitud
de lo que estaba ocurriendo. “Hasta llegaron del club de baloncesto
Caja de Ronda para
pedirnos que con un helicóptero del Ayuntamiento
sacáramos de Guadalmar
a dos jugadores para el partido que tenían contra el Zaragoza”,
contó Francisco
Flores.
“Los
servicios operativos empezaron a trabajar como locos, Policía
Municipal, Bomberos, incluso los de Cultura, Deportes, Educación...
todo el mundo a una”, relataba
Flores,
al tiempo que contaba
que en ese momento el responsable del operativo era el Gobierno
Civil.
“Fue
caótico, no había seguridad para que la gente saliera a la calle.
Tuvimos que emplear máquinas para que los niños bajaran de las
terrazas de los colegios”, recordaba el ex concejal. No era solo
agua lo que recorría las calles, piedras y lodos se unían a lo que
arrastraba la corriente. “Los postes de la luz se clavaban en las
fachadas de los edificios como si fueran flechas, la velocidad del
agua alcanzó los 200 kilómetros por hora”.
Para
intentar tener a la población comunicada, alertarla de los riesgos y
pedir que no salieran de sus casas salvo casos de extrema urgencia,
la concejala Asunción García Aguyó se fue a la Cadena
Ser y delante del micrófono fue informando. Desde Canal Sur
Radio hicieron lo propio a pesar de encontrarse en la zona cero
del desastre.
Aquel
siniestro día, yo mismo estaba trasladando mi residencia a Málaga
para hacerme cargo de la jefatura de la redacción de Diario 16.
Desde el primer minuto nos pusimos a elaborar la información para
Diario 16 Andalucía. Veintiun años después los recuerdos de
aquellas jornadas permanecen imborrables en mi memoria.
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