El 11 de julio de 1932 el aviador malagueño Fernando Rein Loring culmina su 'raid' Madrid-Manila en avioneta. Loring, que había nacido en Málaga en el año 1902 estaba decidió a seguir las huellas del vuelo que los pilotos Esteve, Gallarza y Loriga habían realizaron juntos en 1926 entre España y Filipinas, pero él quería hacerlo absolutamente solo, con un Loring E-II modificado por él mismo. Aquel aparato, que ya forma parte de la historia de la aviación en España, fue bautizado como ‘La Pepa’.
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| Fernando Rein Loring. |
Nacido en el seno de una familia de la nobleza y emblemática de la Málaga del siglo XIX, de origen norteamericano pero asentada en dicha ciudad desde 1800. Su padre era Juan Rein Arasa y su madre Josefa Loring Crooke. Estudió el bachillerato en su ciudad natal y terminados sus estudios ingresó en la Academia de Artillería de Segovia en abril de 1922.
Al repetir el primer curso pidió la baja en la citada academia y solicitó ser admitido como soldado voluntario de Ingenieros, siendo alistado el 1 de enero de 1924, en la escala de complemento. En mayo de ese mismo año ascendió a cabo y un mes más tarde se dispone asista al curso de Ametrallador-Bombardero que se impartió en el Aeródromo de Los Alcázares en Cartagena (Murcia). El 10 de septiembre de este mismo año asciende a sargento de complemento de Ingenieros.
Tras participar en diversos períodos en la campaña de Marruecos solicita la separación del servicio activo en la Aviación Militar. En 1932 ingresó como piloto en la compañía aérea Concesionaria de Líneas Aéreas Subvencionadas, Sociedad Anónima (CLASSA). Este mismo año proyectó realizar el ‘raid’ a Manila.
A pesar de su edad, Rein Loring no era un novato. Había obtenido el título de piloto en 1924, con 22 años, y ocho después ya acumulaba cerca de 2.500 horas de vuelo en su cartilla, gracias a su citada actividad en la escuadrilla militar de África y en la Compañía de Fotometría Aérea.
Sobre su aventura aérea hay que reseñar que el Consulado de España en Hong Kong recibe el 20 de junio de 1932 una carta, informando de los mil y un problemas que el joven Fernando Rein Loring estaba sufriendo para completar la que fue una de las grandes hazañas de la historia de la aviación española, recorrer en solitario, con una avioneta de aluminio de apenas 500 kilogramos y una velocidad de crucero de 150 km/h, el trayecto entre Madrid y Manila.
En aquella carta, que fue remitida a la redacción del diario ABC, se podían leer percances de todo tipo: “Al poco de salir de Taiping, un escape de gasolina le obligó a aterrizar en Fort Bayard”, “el observatorio de Hong Kong anunció dos tifones”, “tuvo que esperar el aluminio que había pedido para soldar el tanque”, “ha experimentado por más de una semana tronadas y lluvias tropicales” o “al inspeccionar más detenidamente el aparato, encontró que el depósito goteaba”.
El aviador intentó conseguir, sin éxito, alguna ayuda para los gastos del viaje, pero las menguadas asignaciones del presupuesto de la Aeronáutica Civil y de los aeroclubs no contaban con este tipo gastos. Cuando acabó el viaje, tan sólo recibió un auxilio oficial con el que no cubrió ni la mitad de los gastos.
Poco antes de morir, en el año 1978, Fernando Rein Loring, al que todo el mundo definía como un hombre humilde y tranquilo, reconocía que después de las miles de aventuras vividas sobrevolando desiertos y océanos de medio mundo, lo que más le gustaba eran los vuelos tranquilos y sin incidentes.

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