El 17 de febrero de 1951 el Britannic, de crucero por el Mediterráneo, trae a 200 turistas a Málaga. Realizaba un viaje turístico de 60 días en los que se tocaban 17 países diferentes en 21 escalas procedente de Gibraltar. Un buque de la compañía Cunard Line, con 26.943 toneladas de registro bruto y 217 metros de eslora, construido por encargo de la naviera White Star line, la propietaria del afamado Titanic, realizaba uno de los pocos viajes turísticos que realizó en su prolongada vida en el mar.
Fondeado en la bahía y con 200 turistas norteamericanos, el Britannic, al que esperaban seis autobuses y un considerable número de taxis, tras desembarcar a la gran mayoría de sus pasajeros para que visitaran Granada, permaneció en aguas del Puerto de Málaga durante dos días. Unas intensas jornadas decruceristas que nada tenían que envidiar a las que se viven en nuestros días.
Pero existen otros hechos curiosos relacionadas con la visita de cruceros a Málaga, como la protagonizada por vapor de la Compañía Trasatlántica Española Infanta Isabel de Borbon en abril de 1925, momentos después de finalizar el fondeo en la dársena de Guadiaro, unas barcazas iniciaban la carga de unas mercancías que debían viajar a Argentina. Mientras esto ocurría, José Luís Duarte, el consignatario de la citada compañía en Málaga se reunía con el capitán del vapor para ultimar los detalles de una actividad que se había preparado para los pasajeros de primera.
Teniendo en cuenta que las paradas de los buques de esta naviera en el puerto malagueño duraban habitualmente ocho horas, Duarte, tras telegrafiar días antes a las oficinas centrales de la compañía, ofreció la posibilidad de que los 53 viajeros que ocupaban los camarotes más pudientes del Infanta Isabel de Borbon pudieran ver el desfile procesional de la Sagrada Cena desde varios balcones de calle Larios.
Tras celebrarse a las seis de la tarde una merienda especial a bordo, los viajeros de primera clase acompañados de varios oficiales del buque y el consignatario desembarcaron para ver la procesión.
Y aunque la hora límite para regresar al barco eran las once de la noche, ya que el Infanta Isabel de Borbon debía salir a las doce, el selecto grupo de viajeros no llegó a bordo hasta las doce y media, una circunstancia que motivó por el que el vapor de saliera de Málaga a las dos de la mañana, hora en la que según las crónicas de la época se encerró en la iglesia de la Victoria el cortejo procesional de la Sagrada Cena Sacramental de Nuestro Señor Jesucristo.
Hay que añadir que el éxito crucerístico malagueño no se remonta a solo unos cuantos años atrás, sino a muchos años más, un error que debería ser subsanado por los que ahora venden las excelencias de los atraques de este tipo de barcos en la ciudad de Málaga.
Increible informacion!!! gracias por las imagenes y los topicos, excelente !!!!
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