"La Misión os conmoverá y transformará y no sabréis cuál es el origen de esa fuerza misteriosa que trueca vuestros corazones. La Misión se condensa en una frase: Nuestra Señora de Fátima". Así explicaba monseñor Herrera Oria en qué consistían los actos que se celebraron en Málaga entre los días 12 y 26 de febrero de 1950 y cuya figura central fue la Virgen de Fátima, trasladada de nuevo a Málaga desde Cova de Iria (Portugal). Más de 70.000 personas se congregaron para recibir a la Virgen y participar en la procesión, junto a sacerdotes, delegados de misiones y clero. El acto central tuvo lugar el domingo 21, con la congregación de 160.000 fieles en la explanada del puerto para asistir a la misa y recibir la bendición.
El éxito de la anterior estancia de la Virgen de Fátima en Málaga en 1948 se repitió dos años más tarde. Fue la denominada 'gran misión'. La diferencia respecto a la primera visita fue que esta vez el traslado de Nuestra Señora de Fátima se hizo por vía aérea. El avión aterrizó en el aeródromo a las cinco de la tarde del domingo 12 de febrero. En el trayecto hasta el centro de ciudad, la Virgen fue escoltada por oficiales del Ejército del Aire.
Para el recibimiento se situó un gran altar en la Acera de la Marina, en las inmediaciones de la entrada principal al puerto. Más de 40.000 personas se congregaron para seguir en directo el evento. Una riada humana llenó la Acera de la Marina y su confluencia con el Parque y la Alameda. Las principales autoridades, que tenían reservado un lugar preferente en el altar, empezaron a llegar a las cinco de la tarde.
Cincuenta y cinco minutos después, la carroza en la que iba la Virgen de Fátima hizo su entrada en la Alameda. El público recibió su aparición con una atronadora ovación e infinidad de vítores. La imagen, una vez bajada de la carroza, fue trasladada al altar en unas andas portadas por varias autoridades, entre ellas el gobernador civil y el alcalde. Una vez situada la talla en el templete del altar, una comitiva de padres misioneros, en columna de a cuatro, recorrió la calle Larios cantando el 'Miserere'.
El obispo Herrera Oria comenzó su homilía diciendo que nunca había visto un espectáculo de concentración de masas tan grandioso como el que tenía delante de sus ojos. Tras la intervención del prelado, la imagen fue llevada en solemne procesión a la Catedral. Las andas las portaron padres misioneros. Desde la Catedral, la Virgen fue conducida a El Palo, uno de los diversos barrios y lugares en los que estuvo en su estancia en Málaga.
Al domingo siguiente, 19 de febrero, las muestras de devoción a Nuestra Señora de Fátima se desbordaron. Unos 160.00 fieles se concentraron en la explanada del puerto, donde hubo una multitudinaria función religiosa y otra homilía del obispo Herrera Oria.
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