El 8 de septiembre de 1962 llegan a Málaga los duques de Windsor para descansar una semana en la Hacienda Golf Guadalmina. En aquella ocasión, el príncipe Eduardo, que abdicó para poder casarse con la norteamericana Wallis Simpson, se pasó gran parte de su tiempo jugando al golf y participando en las competiciones que organizó el promotor de Guadalmina en Marbella, el vasco Norberto Goizueta, ideólogo de uno de los espacios para esta práctica deportiva más antiguo y selecto de la Costa del Sol.
Duques de Windsor. |
La visita del príncipe Eduardo y Wallis Simpson supuso un alboroto mediático mayúsculo en un país que comenzaba a desperezarse, a base de turismo, de la posguerra. Las portadas de muchos diarios fueron para ellos aunque no los resultados obtenidos en estos torneos.
Eduardo probó primero sus palos en el trofeo Puerta de Hierro de Madrid, para luego viajar a Granada y descender hasta la costa, pasando por la Cueva de Nerja pero empeñado en conocer ese pedacito de terreno llamado Marbella que ya atraía a personalidades del cine, jeques y nobles europeos.
Se sabe que los duques antes de poner pie en tierra en Guadalmina almorzaron en Torremolinos en el club Montemar El Remo, siempre perseguidos por un importante séquito de enviados especiales ingleses del Daily Mail, Daily Express o Daily Sketel.
La estancia fue de lo más placentera para la pareja, que regaló elogios a la Costa del Sol en todos y cada uno de los periódicos para los que concedieron entrevistas.
En un medio local, Eduardo reconoció que lo que más le gustaba a Wallis de Málaga "era el flamenco" y quedó constancia de ello en fotografías con algunos de los artistas que pululaban por aquellos tablaos marbellíes de la época, como Manoli Vargas.
Fueron huéspedes del vizconde de Villamiranda y se dejaron ver en fiestas de sociedad como la organizada en la casa de los señores Goizueta. En su último día de estancia en la Costa del Sol cenaron en el Hotel Pez Espada de Torremolinos, uno de los pocos superlujo de aquella época en España y donde todavía guardan su autógrafo y su foto.
"Han sido días inolvidables los vividos aquí", dijo Eduardo que volvió a ser noticia al anunciar que había encargado construirse un chalet en Los Monteros, una zona en auge de Marbella. Aquel año el príncipe destronado y su mujer, demostró haber quedado tan embelesado de las bonanzas del clima y del paisaje que regresó antes de acabar el año por Marbella.
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