Mastodon Málaga y sus historias: Los baños para mujeres (I)

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martes, 27 de abril de 2021

Los baños para mujeres (I)

 

Otra de las muchas historias malagueñas que recoge el profesor Víctor Manuel Heredia Flores en su obra ‘La mirada recuperada’, tiene que ver con la recuperación en el siglo XIX de la tradición de los baños como hábito higiénico y como lugares de reunión y tertulia de la burguesía.


Reservado para mujeres en los Baños de la Estrella.


Los baños se tomaban por prescripción del médico, en algunos casos, y por higiene, en la mayoría. Entonces muy pocas casas contaban con agua corriente, ni mucho menos con cuarto de baño. En el centro de Málaga existieron varias casas de baños de agua dulce. Los Baños de Ortiz, en la antigua huerta del marqués del Vado, hoy entre las calles de Méndez Núñez y Juan de Padilla, que abrían todo el año y tenían un gran patio-huerto. A un lado del mismo estaban las tinas de mármol para los hombres, y al otro lado la alberca de mujeres, larga y estrecha y cubierta por una tupida parra. Fueron demolidos en 1893.


Los Baños de Álvarez o de Las Delicias ocupaban parte de las huertas del convento de San Francisco, inaugurados en 1844 con acceso por la calle del Marqués de Valdecañas. En su entrada había un salón con un templete de ocho columnas, con un surtidor que aprovechaba el antiguo tornavoz del convento. Ofrecía también baños medicinales al estilo, por ejemplo, de los de Carratraca. La reina Isabel II los visitó en 1862 y cerraron tras la inundación de 1907.


Los Baños de Belén estaban en una casa de la calle de Agustín Parejo, en el barrio del Perchel, donde antiguamente habían existido unos baños árabes. Debían su nombre a una imagen de la virgen que existía en una hornacina junto a la puerta. El Salón Roma era un local inaugurado en 1891 en el número 9 de la calle Larios que ofrecía servicios de peluquería y de baños de aseo para ambos sexos. El abono de una docena de baños costaba 10 pesetas. Estuvo abierto hasta 1950.


Desde finales del siglo XVIII los baños de mar debían hacerse en las playas habilitadas dentro del recinto del Puerto, con la consiguiente escasa higiene. La playa que quedaba delante de la Aduana, llamada Baños de los Ciegos o de las Mujeres, y la de Sanidad, para las mujeres; la de Pescadería para los hombres.


Debían bañarse de noche por orden gubernativa, ya que era delito hacerlo de día. No podían estar en el agua juntas personas de distinto sexo, ni siquiera aproximarse, bajo pena de uno a cuatro días de arresto. En 1821 se dispuso la colocación de centinelas para evitar que en el Baño de Mujeres se introdujeran hombres.


Desde mediados del siglo XIX se instalaron dentro del Puerto, adosados a la muralla de la Cortina del Muelle, unas construcciones de madera que se adentraban en el agua, eran los balnearios de Diana, Apolo y La Estrella. Por este motivo, para el baño del público en general quedó la playa de Pescadería, delimitando las autoridades una parte para hombres y otra para mujeres.


Hacia 1886, debido a las obras del Puerto, estos balnearios se trasladaron a La Malagueta y se prohibió el baño en todo el recinto portuario. La temporada de baños iba de mayo a septiembre, aunque no se recomendaba iniciarla hasta el día de la Virgen del Carmen.


Un artículo de prensa de 1839 habla de las excursiones nocturnas hacia la playa. Las mujeres iban de “confianza”, es decir, sin medias ni tocado, portando la comida, esteras y sillas necesarias. El baño de las mujeres se caracterizaba, según el articulista, por el griterío, las mujeres gritaban, reían y hablaban todas a la vez.

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