Mastodon Málaga y sus historias: mujeres
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miércoles, 8 de octubre de 2025

El trabajo de las mujeres

 

En la Málaga del siglo XIX, el trabajo femenino fue abundante pero invisibilizado. Las mujeres sostuvieron tanto la economía rural, (pasas, aceite, huerta)), como la urbana, (fábricas, servicio doméstico, comercio menor), con un papel fundamental en la supervivencia de sus familias, aunque con escaso reconocimiento y derechos.


El campo y el servicio doméstico eran los sectores principales del trabajo de las mujeres. 


A finales del siglo XIX había en la ciudad tres mil trabajadoras en fábricas textiles, las faeneras que preparaban el pescado, las frutas frescas y los frutos secos para la exportación, las cigarreras, las lavanderas, las empleadas en el servicio doméstico, con diferentes categorías, desde institutriz hasta criadas, sirvientas o amas de cría, las trabajadoras a domicilio, con oficios como bordadoras, modistas, encajeras o calceteras. A estas mujeres obreras hay que sumarles aquellas consideradas de clase media, como las maestras, las dependientas o las enfermeras.

El pequeño comercio ofrecía prácticamente en exclusiva la oportunidad de que las mujeres fueran empresarias que regentaban su propio negocio, ubicado por lo general en el bajo de su propia vivienda. Las pequeñas tiendas de alimentación y los denominados cafés económicos estaban mayoritariamente en manos de mujeres. Por su parte, a principios del siglo XX se desarrolló la incorporación de las mujeres al comercio como dependientas, inicialmente en tiendas en las que su presencia era más aceptada socialmente.

La mujer estaba sujeta a la tutela masculina,padre o marido, lo que limitaba su autonomía económica. El salario femenino era siempre inferior al masculino, incluso en iguales tareas. En la ideología dominante, el trabajo de la mujer se concebía como complementario o “de necesidad”, subordinado al varón.


Fuente documental: La mirada recuperada. Memoria de Mujeres en las calles de Málaga. Víctor M. Heredia Flores. Área de Igualdad de Oportunidades de la Mujer. Ayuntamiento de Málaga Asociación Málaga Monumental. 2007

viernes, 26 de septiembre de 2025

Fuente de Génova

 

La Fuente de Génova o fuente de Carlos V fue construida en mármol en el siglo XVI y llevada a Málaga en el siglo XVII. Es una pieza de estilo renacentista italiano y se piensa que procede de la ciudad italiana de Génova, aunque no hay documentos que corroboren su origen se data su presencia en la Plaza de las Cuatro Calles (actual Plaza de la Constitución) desde 1551, sí se sabe que que costó 1.000 ducados al Ayuntamiento de Málaga.​


Fuente de Génova.


Tras haber permanecido en el Parque de Málaga, fue trasladada a la Plaza de la Constitución (emplazamiento original de la misma) tras su rehabilitación en 2002,​ sustituyendo a la Fuente de las Tres Gitanillas que era de mayor tamaño y que fue reubicada en la Avenida de Andalucía.​ En septiembre de 2016, se procedió a restaurarla durante dos meses tras un acto vandálico y se aprovechó para recuperar su color blanco original.

Comprende un estanque dodecagonal de mármol, fechado entre 1790‑95 y obra de Miguel del Castillo y un fuste central con varios cuerpos. Su decoración clásica incluye sirenas, nereidas con delfines, mascarones, cabezas de medusa y figuras mitológicas como Neptuno, Anfítrite y un águila bicéfala. El conjunto recibió adornos barrocos en la primera mitad del siglo XVII, atribuidos a José Micael Alfaro, valorados por peritos de la época.

La Fuente de Génova es uno de los monumentos urbanos más importantes de la ciudad, y contiene las imágenes femeninas de carácter no religioso más antiguas que pueden verse en las calles malagueñas.

martes, 27 de febrero de 2024

El Beaterio de San Carlos

 

Correccional para Mujeres, Beaterio o «Casa de Arrecogías», como finalmente se le llamó, abrió sus puertas, primero en la calle Pozos Dulces, pero, siendo inadecuada aquella casa y ubicación, se adquiere en la calle Calvo de los Percheles una más adecuada con huerta y jardín, que permitió mayor cabida de mujeres.


Calle Calvo en 1950.


Las primeras «magdalenas» fueron 50 aquel día 10 de mayo de 1793, en que quedó oficialmente inaugurado el beaterio, cuya vida, después de haber rendido buenos servicios sociales a mujeres de la calle durante sus primeros decenios de existencia, y a niñas desamparadas, totalizó un largo siglo y medio de existencia, que acabó prácticamente cuando se inician los proyectos urbanísticos del Polígono Residencial Alameda, que se ponen en marcha hacia la mitad de 1950.

Según recogen las Efemérides malagueñas de Narciso Díaz Escovar en el Beaterio de San Carlos tuvo lugar el de 11 de junio de 1796 una «solemne abjuración de errores» de dos luteranas, reclusas en el beaterio, que habían traído desde Dinamarca dos marineros, llamado uno Vicente Chumias, natural de Cartagena y otro vecino de Orán, bajo la promesa de contraer matrimonio con ellas. Enterado el obispo, recogió en San Carlos a las dos mujeres y denunció a los marineros que fueron presos.

La madre sor Gestrudis de la Encarnación, preparó en unión del sacerdote Juan Bravo a las dos catecúmenas. Asistieron al acto, en nombre de la Inquisición, el doctor Oliver y el doctor Agustín Galindo, con el notario Francisco Vilchez Díaz, después recibieron los sacramentos y se casaron con los marineros que las raptaron.

martes, 6 de septiembre de 2022

Las vendejeras

 

Las faeneras, también denominadas vendejeras, trabajaban vendiendo o tratando, frutas y verduras durante la época de la vendeja, finales de verano y otoño, en los numerosos almacenes de frutos repartidos por el barrio de El Perchel y por la zona cercana al puerto, como la Alameda de Colón y las calles paralelas a La Alameda.


Vendejeras en la Casa Bevan.


El trabajo de estas mujeres consistía en preparar los frutos del campo malagueño para su exportación al extranjero. Si se trataba de naranjas y limones, debían envolver las piezas en papel de seda; si eran almendras, la tarea era extraer el fruto de la cáscara y luego envasarlo en cajones o sacos; por último, si la faena era de pasas, la que ocupaba a más mujeres, tenían que limpiarla, clasificarla y envasarla.

Cuando no era tiempo de vendeja las faeneras trabajaban mayoritariamente como criadas y tejedoras. El hecho de que obtuvieran un salario más favorable en la como vendejeras, provocaba que fuera muy difícil encontrar a una criada cuando llegaba agosto.

Según datos de 1915 sólo una empresa, Bevan y Compañía, situada a la entrada de la calle de Ayala, empleaba a 211 hombres y 344 mujeres en las labores de la vendeja.

Fuente documental: La mirada recuperada. Memoria de mujeres en las calles de Málaga. Víctor M. Heredia Flores. Ayuntamiento de Málaga.

jueves, 9 de junio de 2022

La falangista que luchó por las mujeres

 

La afiliación durante su juventud a la Falange hizo olvidar a una excelente escritora. Pionera en la abogacía, resulta un personaje fundamental para entender la lucha por los derechos de las mujeres en España durante el siglo XX. Prácticamente en solitario consiguió que se reformase un Código Civil que permanecía sin alteraciones desde 1889, aliviando la presión judicial que pesaba sobre las mujeres, que se veían sometidas al marido tras una separación.


Mercedes Formica.


Mercedes Formica-Corsi Hezode nació en Cádiz el 9 de agosto de 1913 dentro de una familia acomodada, la segunda de seis hermanos, sus años de infancia transcurrieron entre Cádiz, Córdoba y Sevilla. Su madre, a pesar de las reticencias de la época por dar estudios superiores a las mujeres, quiso que estudiara el bachillerato para posteriormente ir a la universidad. En 1932 ingresó en la Facultad de Derecho de Sevilla, siendo la única mujer que estudiaba esa carrera. Allí entró en contacto con profesores formados en la Institución Libre de Enseñanza y personas de distintas ideologías y status social que la ayudaron a abrir su horizonte vital.

En 1933, tras una larga serie de conflictos, se produjo la separación de sus padres, y su posterior traslado a Madrid, en donde la familia atravesó dificultades económicas, si bien las becas concedidas por obtener buenas calificaciones ayudaron a Mercedes a continuar con sus estudios.

Recién fundada Falange Española, decidió afiliarse a la organización liderada por José Antonio Primo de Rivera y al poco tiempo fue nombrada delegada del Sindicato Español Universitario (SEU) de la Facultad de Derecho. En 1936 se trasladó a vivir a Málaga por razones de salud y allí fue nombrada delegada nacional del SEU y, por tanto, miembro de la junta política del partido.

El estallido de la Guerra Civil complicó su permanencia en la zona republicana, por lo que en 1937 escapó desde Málaga a Sevilla vía Tánger. Fue entonces cuando percibió la brutalidad del conflicto en ambos bandos y, tras el asesinato de José Antonio, comenzó a ver la necesidad de disolver el partido en previsión de una utilización del mismo con fines contrarios a los de su creación.

Finalizada la guerra, contrajo matrimonio con Eduardo Llosent y Marañón, perteneciente al círculo intelectual de Sevilla. En 1945 inició su carrera de escritora con la publicación de una novela corta Bodoque y por esas fechas finalizó la carrera de Derecho.

El requisito de ser varón, impuesto por la legislación franquista, para acceder a determinadas oposiciones, truncó sus aspiraciones a ingresar en la carrera diplomática, por lo que decidió ejercer libremente la abogacía. Esta situación, unida a la indefensión legal de su madre tras la separación matrimonial, concienció a Mercedes de la necesidad de reformar la situación legal de las mujeres.

A lo largo de su vida Formica peleó contra la exclusión de las mujeres de las oposiciones que permitían solo a los varones acceder a la judicatura, a la abogacía del Estado o a las notarías. A principios de la década de 1950 comenzó a alternar el periodismo con el ejercicio de la abogacía y colaboró en diversas publicaciones.

En 1952 inició su colaboración en el diario ABC, y el 7 de noviembre de 1953 publicó el artículo titulado “El domicilio conyugal”, en el que denunciaba la discriminación por razón de sexo existente en la legislación española. El artículo desató una campaña a favor de una revisión jurídica que se concretó en una reforma del Código Civil que daba un paso importante hacia la equiparación de los sexos y abría el camino a futuras reformas en el franquismo.

En el año 1962, tras separase de su primer esposo y conseguir la nulidad, contrajo matrimonio con José María Careaga Urquijo y a partir de ese momento, y por deseo de su marido, su presencia en el ámbito jurídico fue escasa.

Por su casa de Madrid pasaron escritores, pintores y dramaturgos de la posguerra y era frecuentada por los sectores menos integristas del régimen. Por su parte, Mercedes y su marido asistían a tertulias donde acudían Sánchez Mazas, Eugenio Montes, César González-Ruano, Edgar Neville, Sebastián Miranda, Pilar Regoyos, Natividad Zaro, Mary Navascués y Conchita Montes entre otros muchos. También se encontraban con Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales y Leopoldo Panero.

Tras el fallecimiento de su esposo en la década de 1980, se dedicó a la redacción de sus memorias, de las que se publicaron cuatro volúmenes. Espacio aparte merece su novela Monte de Sancha, ambientada en la Málaga de la Guerra Civil que Formica sufrió en sus propias carnes y sobre la que algunos críticos aseguran que no reivindicó una determinada ideología política con rotundidad debido al proceso de evolución que sufrió su propia ideología durante los años de la contienda, desde una militancia ferviente en Falange hasta llegar a sentirse incómoda en el franquismo. Un tema, el de la Guerra Civil, que volvería a abordar en sus Memorias en donde Formica tampoco se calla y se rebela contra la barbarie que supuso el enfrentamiento entre españoles.

A pesar de que su nombre debería figurar en la memoria de juristas y en el de la historia de las mujeres en España, sus logros apenas tuvieron el reconocimiento público en el posfranquismo, a causa, según ella misma aseguró, de su pasado falangista.

En el año 1997 la Residencia de Estudiantes de Madrid realizó un homenaje a la jurista. Se trató del único acto público en la democracia en el que se ha rendido tributo a la labor silenciada de la abogada.

Sus últimos años de vida transcurrieron en Málaga luchando con una enfermedad que le impedía seguir trabajando en los numerosos proyectos que a pesar de su avanzada edad todavía tenía. Falleció el 22 de abril de 2002.


Fuente documental: Pioneras malagueñas. Ramón Triviño.

martes, 7 de junio de 2022

El hospital de Inválidas

 

En la calle Granada, al lado de la iglesia de Santiago, existió un asilo para mujeres ancianas conocido como Las Inválidas o de Jesús Nazareno, demolido en el siglo XIX. Era una institución creada en el siglo XVIII que tenía como objetivo prestar ayuda a mujeres que se encontraban en una situación verdaderamente precaria.


Iglesia de Santiago en la actualidad.


Se trataba de mujeres ancianas, solas, pobres, enfermas e imposibilitadas de valerse por sí mismas. Necesitaban cuidados médicos, asistencia social y consuelo. Así la Casa de Inválidas más allá de su carácter sanitario cumplía un servicio benéfico. Los cuidados médicos y asistenciales, se completaban con la función de recogida, así como apoyo material y espiritual a un grupo con especiales dificultades para salir adelante. La institución contaba con el patronazgo del Ayuntamiento que trataba de aportar una solución transitoria a un problema social acuciante.

Las fundadoras, Mariana y Leonor de Torres, María Guerrero, Francisca Gómez y María y Ana de Rojas, eran unas hermanas beatas pertenecientes a la orden de Terceras, profesas del hábito descubierto de San Pedro de Alcántara. Este grupo de mujeres dirigió el día 15 de junio de 1731 al cabildo municipal un memorial en el que manifestaban su deseo de establecer un hospital. Pocos días más tarde, el 22 de junio, obtuvieron el permiso de su superior de la Orden Tercera, gracias a la ayuda económica ofrecida por el prelado Diego de Toro, quien les concedió la licencia necesaria.

Su ámbito de actuación se restringiría al cuidado de mujeres ancianas, solas, pobres y sin hogar, no admitiéndolas con enfermedades contagiosas de las que se pudieran ocupar alguno de los otros hospitales existentes en la ciudad a comienzos del siglo XVIII, como los de San Julián, Santa Ana, San Lázaro, San Juan de Dios, Santo Tomás, de Convalecientes, San José, San Juan de Letrán y el de Inválidos de la Misericordia.

Para cumplir su propósito resultaba imprescindible la colaboración municipal por lo que las fundadoras solicitaron al Ayuntamiento la cesión de una casa donde cuidar de esas mujeres enfermas y sin recursos económicos. Tras muchos avatares por la imposibilidad de atender a los pagos del alquiler en las diferentes casas de acogida el consistorio hizo donación de una casa en la Puerta de Granada, junto a la parroquia de Santiago, donde encontraron un local más amplio, ventilado y con mejores condiciones para la labor asistencial. Así, el 13 de agosto de 1736 se produjo el traslado al hospital

A pesar de las innumerables dificultades, penurias y de los sucesivos nuevos traslados que tuvieron que afrontar las beatas y las enfermas en la segunda mitad del siglo XIX, el Hospital de Inválidas prosiguió con su labor asistencial, tratando de atenuar la precaria situación de unas mujeres que a sus dolencias físicas unían la ancianidad, la pobreza y la soledad.


Fuente documental: Mujer y beneficencia: el Hospital de Inválidas de Málaga. Eva M.ª Mendoza García. Universidad de Málaga.

viernes, 2 de julio de 2021

Las mujeres en las calles de Atajate

 

En las calles de Atajate, el pueblo más pequeño dela provincia de Málaga, con 167 habitantes, existen 200 placas en otras tantas viviendas con los nombres y motes de las mujeres que han residido o residen en ellas. Este tema fue abordado en un espléndido reportaje firmado por el periodista Nacho Sánchez en las páginas del diario El País el 9 de enero de 2020.


Calle de Atajate. Foto: García Sánchez (El País).


Una de ellas reza ‘María la telefonista’, que corresponde a la casa donde reside María Carrasco quien en los años cincuenta se encargaba del único teléfono que había entonces en Atajate. Clavijas, manivelas, cables… La mujer se encargaba de todo el proceso cuando alguien del pueblo quería hacer una llamada. María trabajó ahí hasta la década de los setenta.


La iniciativa de colocar las placas surgió del Ayuntamiento como homenaje a la mujer rural. A los vecinos y vecinas les pareció bien recuperar las historias familiares. Las últimas para culminar el proyecto fueron las dedicadas a Rosario la inglesa, Anita La jubriqueña, y Rosalía La Pepa.


Para desarrollar la propuesta se contó con el apoyo de Lorena Peña, responsable del Plan de Dinamización de la localidad y que según explicó en el citado reportaje de El País el objetivo era “dar vida al pueblo y que jóvenes y mayores tengan buenos momentos y sonrisas”. “Las mujeres han estado mucho tiempo a la sombra de los hombres, han sido invisibles en el mundo rural a pesar de que cualquiera de ellas ha sido madre, maestra, cuidadora, cocinera y muchas cosas más”, subrayó Peña, para destacar después que “las mujeres han sido y son la mitad del pueblo, pero en la historia local no han tenido la mitad del protagonismo”.


Maruchi Rubiales es otra de las homenajeadas, que rememora una infancia difícil. Recordaba transportar haces de leña en la cabeza para dar vida a un fuego siempre encendido en casa. Era con el que se calentaban, pero también con el que cocinaban. No había agua corriente. Tampoco luz, con el tiempo una sola bombilla. Desde muy pequeña trabajó en el campo. Guardaba los cerdos, recogía aceitunas, cebada, arvejas, yeros, garbanzos.


También trabajó en el campo Mariluz Carrasco, que quiso recordar a su abuela, Mariquita la pastora, en el azulejo. Ella recogía aceitunas y almendras. Pudo sacarse el graduado en el colegio y, más tarde, se casó. Tuvo cuatro hijos y ejerció durante muchos años de ama de casa. También de cuidadora, encargándose de los cuidados de sus mayores y los de su marido.


El nombre de Carmen Sánchez aparece en una placa de la calle Nueva, la principal vía de Atajate, donde se puede leer: Carmen la de La Parada. Así se la conocía de pequeña, porque su abuelo Vicente regentaba un bar con ese nombre en el inmueble donde luce el azulejo.


Las mujeres de Atajate, en las proximidades de Ronda, miran orgullosas sus nombres y el de sus madres y abuelas frente a sus hogares. Forman, más que nunca, parte de la historia viva de su pueblo.


P.D. Hasta septiembre. ¡Felices vacaciones!

lunes, 21 de junio de 2021

La crueldad sobre las mujeres en el manicomio de Málaga

 

Una investigación inédita desvela que mujeres sin problemas mentales, pero que no cumplían con los patrones sociales establecidos, fueron sometidas a tratamientos cruentos en el Manicomio Provincial de Málaga. Un trabajo que ha difundido la periodista Ana Tere Vázquez de la Cadena Ser en Málaga la pasada semana.


Pabellón 20 del Manicomio Provincial.


La citada información se basa en el trabajo de investigación realizado por la profesora de la Universidad de Málaga y psiquiatra malagueña, Celia García Díaz, que pone en evidencia las técnicas con las que fueron tratadas durante la primera mitad del siglo XX miles de mujeres en el Manicomio Provincial, el actual Hospital Civil de Málaga.


El estudio está basado en algo más de 800 historiales clínicos de pacientes ingresadas en el Pabellón 20 del Hospital Civil de Málaga, localizados en el Archivo de la Diputación de Málaga y en el fondo Pedro Ortiz Ramos del Archivo Universitario de Granada.


La sala 20 se abrió en 1909 como una institución de beneficencia , se clausuró en la década de los 80 "y se convirtió en un lugar de control de conductas de mujeres, muchas de ellas, menores, adolescentes, tras ser sorprendidas, por ejemplo, robando alimentos, otras estaban traumatizadas tras ser testigod de episodios violentos durante la Guerra Civil y otras habían sido victimas de denuncias familiares", según detalla García Díaz en una entrevista concedida a Ser Málaga.


Las mujeres eran sometidas a técnicas de tratamiento cruentas. "En ese pabellón era normal y estaba bastante extendido que se les inoculase malaria, una técnica utilizada en psiquiatría a principios del siglo XX, dando por hecho que mejorarían su salud mental, una vez superasen las altas fiebres que contraerían. También era habitual el tratamiento de electrochoque que recibían en el mismo pabellón, en sus mismas camas, y en presencia de todas sus compañeras , lo que les infligía un terror añadido difícil de imaginar. El tiempo medio de estancia de las pacientes era un mes y medio, según la documentación analizada ", según relató a la SER la citada profesora.


La tesis doctoral de Celia García Díaz "Mujeres, locura y psiquiatría: la sala 20 del Manicomio Provincial de Málaga ( 1909-1950)", dirigida por la profesora de Historia de la Ciencia de la UMA, Isabel Jiménez, actual vicerrectora de Igualdad, Diversidad y Acción Social, acaba de recibir el Premio Nacional a la Mejor Tesis de la Historia de Medicina 2020.

martes, 27 de abril de 2021

Los baños para mujeres (I)

 

Otra de las muchas historias malagueñas que recoge el profesor Víctor Manuel Heredia Flores en su obra ‘La mirada recuperada’, tiene que ver con la recuperación en el siglo XIX de la tradición de los baños como hábito higiénico y como lugares de reunión y tertulia de la burguesía.


Reservado para mujeres en los Baños de la Estrella.


Los baños se tomaban por prescripción del médico, en algunos casos, y por higiene, en la mayoría. Entonces muy pocas casas contaban con agua corriente, ni mucho menos con cuarto de baño. En el centro de Málaga existieron varias casas de baños de agua dulce. Los Baños de Ortiz, en la antigua huerta del marqués del Vado, hoy entre las calles de Méndez Núñez y Juan de Padilla, que abrían todo el año y tenían un gran patio-huerto. A un lado del mismo estaban las tinas de mármol para los hombres, y al otro lado la alberca de mujeres, larga y estrecha y cubierta por una tupida parra. Fueron demolidos en 1893.


Los Baños de Álvarez o de Las Delicias ocupaban parte de las huertas del convento de San Francisco, inaugurados en 1844 con acceso por la calle del Marqués de Valdecañas. En su entrada había un salón con un templete de ocho columnas, con un surtidor que aprovechaba el antiguo tornavoz del convento. Ofrecía también baños medicinales al estilo, por ejemplo, de los de Carratraca. La reina Isabel II los visitó en 1862 y cerraron tras la inundación de 1907.


Los Baños de Belén estaban en una casa de la calle de Agustín Parejo, en el barrio del Perchel, donde antiguamente habían existido unos baños árabes. Debían su nombre a una imagen de la virgen que existía en una hornacina junto a la puerta. El Salón Roma era un local inaugurado en 1891 en el número 9 de la calle Larios que ofrecía servicios de peluquería y de baños de aseo para ambos sexos. El abono de una docena de baños costaba 10 pesetas. Estuvo abierto hasta 1950.


Desde finales del siglo XVIII los baños de mar debían hacerse en las playas habilitadas dentro del recinto del Puerto, con la consiguiente escasa higiene. La playa que quedaba delante de la Aduana, llamada Baños de los Ciegos o de las Mujeres, y la de Sanidad, para las mujeres; la de Pescadería para los hombres.


Debían bañarse de noche por orden gubernativa, ya que era delito hacerlo de día. No podían estar en el agua juntas personas de distinto sexo, ni siquiera aproximarse, bajo pena de uno a cuatro días de arresto. En 1821 se dispuso la colocación de centinelas para evitar que en el Baño de Mujeres se introdujeran hombres.


Desde mediados del siglo XIX se instalaron dentro del Puerto, adosados a la muralla de la Cortina del Muelle, unas construcciones de madera que se adentraban en el agua, eran los balnearios de Diana, Apolo y La Estrella. Por este motivo, para el baño del público en general quedó la playa de Pescadería, delimitando las autoridades una parte para hombres y otra para mujeres.


Hacia 1886, debido a las obras del Puerto, estos balnearios se trasladaron a La Malagueta y se prohibió el baño en todo el recinto portuario. La temporada de baños iba de mayo a septiembre, aunque no se recomendaba iniciarla hasta el día de la Virgen del Carmen.


Un artículo de prensa de 1839 habla de las excursiones nocturnas hacia la playa. Las mujeres iban de “confianza”, es decir, sin medias ni tocado, portando la comida, esteras y sillas necesarias. El baño de las mujeres se caracterizaba, según el articulista, por el griterío, las mujeres gritaban, reían y hablaban todas a la vez.

lunes, 19 de abril de 2021

Las mujeres y el Salón de los Espejos

 

Cuando se construyó el actual edificio del Ayuntamiento de Málaga, a principios del siglo XX, y se pintaron en el Salón de los Espejos los retratos de las personalidades más importantes de la historia de la ciudad, sólo se incluyó una mujer entre los veinte protagonistas representados, la actriz Rita Luna.


Salón de los Espejos.


Un hecho que pone de relieve el profesor malagueño Víctor Manuel Heredia Flores en su trabajo ‘La memoria recuperada. Memoria de mujeres en las calles de Málaga’, que junto a otro elevado número de obras del autor, permite conocer aspectos de la Historia de Málaga desconocidos por la gran mayoría


Pero volviendo al tema de hoy, años más tarde, en 1956, cuando se decidió dar un nombre al Instituto Femenino se dijo que, una vez que había que descartar el de “Nuestra Señora de la Victoria” por ostentarlo ya el masculino, no se podía recurrir al de ninguna mujer que hubiera destacado históricamente por “la inexistencia de mujeres famosas por su santidad, ciencia o dotes literarias oriundas de Málaga o su provincia”, según aseguró la propia directora del centro, la poeta María Antonia Sanz.


Poco después, en 1962, el archivero municipal seleccionó seis nombres de malagueñas famosas que debían figurar en un monumento que una conocida empresa proyectaba construir al ama de casa española. Las seleccionadas fueron Santa Argéntea, María Sagredo, Madre Petra de San José, Trinidad Grund, Josefa Ugarte Barrientos y Rita Luna. Resultando llamativo que estos nombres fueran de una santa, una heroína, dos fundadoras de instituciones benéficas, una religiosa y otra seglar, una poetisa y una célebre actriz, que además corresponden, en casi todos los casos, a mujeres de su hogar y de elevadas condiciones morales.


En este sentido hay que recordar que la recopilación de biografías femeninas malagueñas más antigua es la Galería de malagueñas del cronista Narciso Díaz de Escovar, que apareció en 1901 con el subtítulo de “Apuntes para una obra Memoria de Mujeres en las calles de Málaga biográfica de las mujeres, hijas de esta provincia, o residentes en ella, que se han distinguido por su talento, piedad, valor, ilustración”.


Como asegura el profesor Heredia Flores, con las limitaciones propias de la época representó un primer intento de dar cierta visibilidad histórica a las mujeres malagueñas, incluyendo entre ellas no sólo a las nacidas en Málaga sino a todas las que de algún modo estuvieran vinculadas a la provincia.

Posteriormente no se ha realizado una obra de similares características, aunque sí han aparecido biografías de personalidades femeninas y libros dedicados a recoger repertorios biográficos sectoriales, como las Escritoras malagueñas del siglo XIX de Isabel Jiménez o las Mujeres malagueñas en el flamenco de Gonzalo Rojo.


La última recopilación de biografías de mujeres malagueñas que fueron ignoradas o marginadas por la Historia, la ha realizado el periodista Ramón Triviño, con el título de Pioneras malagueñas, un libro que, si te interesa, puedes adquirir aquí https://amzn.to/3pgLSSW

lunes, 1 de marzo de 2021

La huelga de las mujeres de 1890 (I)

 

El día 20 de junio de 1890 la dirección de Industria Malagueña S.A. decide rebajar el jornal de algunas de sus trabajadoras en un cuartillo menos por cada pieza tejida a pesar que realizaban jornadas superiores a las 14 horas diarias, lo que motivó la llamada a la huelga..


Industria Malagueña.


Se produce una primera manifestación y posterior concentración frente a la casa de los Larios en la Alameda, donde los representantes de la familia les comunican que la empresa se encuentra en una mala situación económica y que su demanda es imposible de satisfacer. Un comité formado por algunas de las trabajadoras se dirige a la redacción del periódico Unión Mercantil para denunciar la nueva bajada de los salarios y dando comienzo así a la huelga.


Los días sucesivos se producen piquetes contra las mujeres que acuden a la fábrica y los operarios mecánicos se ven obligados a parar las máquinas, uniéndose a las mujeres en sus reivindicaciones. En una segunda reunión con el comité de huelguistas, mientras dos mil mujeres aguardan en el exterior, la casa Larios asegura que la fábrica no se había cerrado ya porque era el sostén de muchas familias aunque ya no producía beneficios.


A los obreros mecánicos contrarios a la huelga se les dijo que si querían volver a trabajar tendrían que convencer a las mujeres de que se reincorporasen y que “si tenían hambre se comieran a las mujeres responsables de la huelga”, palabras que encienden la indignación del conjunto de los trabajadores malagueños.


Durante los días siguientes las mujeres marchan en bloque para entrevistarse con el gobernador civil recibiendo cada vez una negativa pero, al conseguir más apoyo por parte de la prensa y de la clase obrera malagueña, algunas tejedoras ya prefieren morir de hambre a volver a la fábrica. “Vivir de esta manera no es vivir”, proclamaban, entre reuniones en su cuartel general de calle Jaboneros, discutiendo las líneas de acción a seguir y repartiendo lo recaudado solidariamente para resistir durante las jornadas de la huelga


Próxima entrega: La huelga de las mujeres de 1890 (I)

martes, 5 de enero de 2021

Pioneras de málaga, 31 mujeres que han marcado la Historia

 

Artista y activista.

Acaba de ver la luz el nuevo libro del periodista Ramón Triviño, prologado por la también periodista Teresa Santos, bajo el título de ‘Pioneras malagueñas’. La obra recopila la biografía de treinta y una mujeres malagueñas, la mayoría de nacimiento y otras de adopción, que durante su trayectoria vital fueron pioneras en sus ocupaciones o marcaron un hito en la defensa de los derechos de la mujer.


La investigación para conocer la trayectoria de estas mujeres se inició a raíz del trabajo que desde hace más de 2 años realiza el autor en su blog ‘Málaga y sus historias’ en el que recopila hechos históricos, biografías y un rico anecdotario de la Historia de Málaga.


Un trabajo que le permitió conocer de primera mano las biografías de un puñado de mujeres que, de una manera u otra, dejaron su huella en la Historia de España. Tras un detenido estudio de las fuentes documentales de cada una de las biografiadas, ha visto la luz ‘Pioneras Malagueñas’.


Unas mujeres que en buena parte son desconocidas para la mayoría, o que fueron olvidadas o marginadas en el relato de la Historia, aunque ellas fueron pioneras en su profesión, los movimientos sociales, el arte, la literatura, la escena, el pensamiento, la ciencia, o la política, e incluso en el deporte.


El objetivo es divulgar el importante papel que jugaron en sus diversos ámbitos, al tiempo que dar a conocer su obra y su trabajo, que seguro enriquecerá la cultura de muchos ciudadanos y que posibilita el conocimiento de unas pioneras, y en muchos de los casos, como se dice ahora, emprendedoras, que trabajaron, sufrieron, gozaron y fueron ejemplo de la lucha por la igualdad de los derechos de la mujer con los del hombre.


Las mujeres cuyas vidas han sido retratadas de forma sucinta y que vivieron, alguna todavía vive, en los siglos XVIII, XIX, XX y XXI, son María Rosa de Gálvez, Rita Luna, Trinidad Grund, Rafaela Roose, Amalia Heredia, Emilia Rebollo, Sabina Muchart, Teresa de Azpiazu, Suceso Luengo, Rosario Pino, Victoria Kent, Belén de Sárraga, María Espinosa, Isabel Oyarzábal, Anita Delgado, Carlota Alessandri, Concepción Lazárraga, María Zambrano, Mari Pepa Estrada, Ángeles Rubio, Anita Carmona, Ana Freüller, Marjorie Grice-Hutchinson, Mercedes Formica, Jane Bowles, Las ‘faeneras de Málaga’, María Victoria Atencia, Aurora Moreno, Ana María Montiel, Pepa Flores y Carmen Olmedo.


En la obra de abordan aspectos curiosos o casi desconocidos de las biografiadas, como por ejemplo, el hecho de que muchos investigadores atribuyeron el éxito de Rosa María de Gálvez como dramaturga a su presunta relación amorosa con el valido de Carlos IV, Manuel Godoy, un hecho falso y que muestra los prejuicios de una época sobre las mujeres escritoras, unos prejuicios que seguían vigentes en el siglo XIX, en el que la reconocida fotógrafa Sabina Muchart se veía obligada a firmar con sus iniciales para ocultar su condición de mujer.

Portada del libro.


También llama la atención que la actriz Rosario Pino fuera una de las primeras mujeres en practicar el ciclismo en la España del siglo XIX, lo que le valió ser calificada como ‘marimacho’, o la forma en que Victoria Kent quiso o tuvo que ocultar su relación sentimental con otra mujer.


Pocos conocerán que la poetisa Maria Victoria Atencia está en posesión del título de piloto de aviación o que la pionera del turismo en la Costa del Sol, la emprendedora Carlota Alessandri, fue también la que impulsó la creación del cine malagueño Actualidades en 1934. El libro también desmiente tópicos históricos, como la afirmación de que Anita Delgado, princesa de Kapurthala, murió abandonada y en la ruina.


En definitiva, la vida de las mujeres reseñadas transcurre en épocas en las que era impensable que los más elementales derechos de los que hoy gozan las mujeres pudieran reconocerse en una sociedad nacida al amparo de un patriarcado marcado por el machismo y que todavía, desgraciadamente, se encuentra presente en el acervo cultural de muchos ciudadanos.


Por supuesto que, afortunadamente, hay otras muchas mujeres que tienen por derecho propio un lugar entre las pioneras malagueñas, muchas de ellas contemporáneas, como son los casos, por ejemplo, de María Luisa Balaguer, primera catedrática de Derecho Constitucional en Andalucía; Adelaida de la Calle, primera mujer rectora de la Universidad de Málaga; o la escritora Gamel Woolsey, que aportó su estremecedora visión desde Málaga de la Guerra Civil. La biografía de ellas y otras muchas deberá ser objeto de estudio y divulgación en futuros trabajos.


En cualquier caso, leyendo las historias de estas treinta y una aguerridas mujeres biografiadas en el libro se abre, además, una puerta a la esperanza y a la oportunidad de que la sociedad del futuro sea de verdad igualitaria. Por supuesto, que como queda dicho, en el libro ‘Pioneras malagueñas’ no están todas las que son, pero sí son todas las que están.


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jueves, 5 de septiembre de 2019

Mujeres contra el hambre. Las ‘faeneras de Málaga’

El 9 de enero de 1918 una manifestación de un millar de mujeres percheleras atraviesa la ciudad tras una nueva subida del pan a 0'55 pesetas el kilo. Marchan al grito de "¡Tenemos hambre!, ¡Que baje el precio del pan!".

Portada de El Regional del 10 de enero de 1918.
Ante la voluntad del alcalde Salvador González Anaya para dar una solución, éste es destituido por la presión de los grupos con intereses económicos. El día 14 tienen lugar nuevas manifestaciones.

Un grupo accede a la estación apoderándose de 40 bultos de pescado, y en los muelles se incautaron de patatas. Al día siguiente se produce una nueva manifestación más numerosa y agresiva ante el sitio de la ciudad por parte de la fuerza pública. No hay intención negociadora.

 En el transcurso de la protesta, un teniente de la guardia civil muere al ser arrastrado por su caballo. La tensión crece hasta que la fuerza armada hace fuego en varias ocasiones registrándose cuatro muertos, dos de los cuales son mujeres, y catorce heridos graves.

Se culpó a las autoridades, respaldadas por la oligarquía local, de querer solucionar el hambre a balazos. El 16 se inicia una huelga general que se prolonga cinco días. Esa misma jornada se produce una manifestación de doce mil personas para rendir homenaje a las víctimas.

La historiadora Raquel Zugasti ha investigado este episodio, casi desconocido pese a su singularidad. "Sin llegar a ser un movimiento feminista, porque lo que se pide es que bajen los precios de las subsistencias, sí es un movimiento femenino en el que las mujeres ocuparon el espacio público", explicaba  Zugasti en una charla organizada por el Ateneo Libertario El Acebuche. La investigadora analizó los acontecimientos a partir del seguimiento que hizo la prensa.

Por ejemplo, en el diario “El Popular” se podía leer,  "Las más animosas y valientes reanimaban a las de espíritu más femenino, con voces y frases por el estilo: ¡Hay que hacer lo que no hacen los hombres! ¡No se puede vivir! ¡Hay hambre en nuestras casas! ¡Pan y trabajo o de lo contrario veremos lo que ocurre!".