En la Málaga del siglo XIX, el trabajo femenino fue abundante pero invisibilizado. Las mujeres sostuvieron tanto la economía rural, (pasas, aceite, huerta)), como la urbana, (fábricas, servicio doméstico, comercio menor), con un papel fundamental en la supervivencia de sus familias, aunque con escaso reconocimiento y derechos.
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El campo y el servicio doméstico eran los sectores principales del trabajo de las mujeres. |
A finales del siglo XIX había en la ciudad tres mil trabajadoras en fábricas textiles, las faeneras que preparaban el pescado, las frutas frescas y los frutos secos para la exportación, las cigarreras, las lavanderas, las empleadas en el servicio doméstico, con diferentes categorías, desde institutriz hasta criadas, sirvientas o amas de cría, las trabajadoras a domicilio, con oficios como bordadoras, modistas, encajeras o calceteras. A estas mujeres obreras hay que sumarles aquellas consideradas de clase media, como las maestras, las dependientas o las enfermeras.
El pequeño comercio ofrecía prácticamente en exclusiva la oportunidad de que las mujeres fueran empresarias que regentaban su propio negocio, ubicado por lo general en el bajo de su propia vivienda. Las pequeñas tiendas de alimentación y los denominados cafés económicos estaban mayoritariamente en manos de mujeres. Por su parte, a principios del siglo XX se desarrolló la incorporación de las mujeres al comercio como dependientas, inicialmente en tiendas en las que su presencia era más aceptada socialmente.
La mujer estaba sujeta a la tutela masculina,padre o marido, lo que limitaba su autonomía económica. El salario femenino era siempre inferior al masculino, incluso en iguales tareas. En la ideología dominante, el trabajo de la mujer se concebía como complementario o “de necesidad”, subordinado al varón.
Fuente documental: La mirada recuperada. Memoria de Mujeres en las calles de Málaga. Víctor M. Heredia Flores. Área de Igualdad de Oportunidades de la Mujer. Ayuntamiento de Málaga Asociación Málaga Monumental. 2007