La afiliación durante su juventud a la Falange hizo olvidar a
una excelente escritora. Pionera en la abogacía, resulta un
personaje fundamental para entender la lucha por los derechos de las
mujeres en España durante el siglo XX. Prácticamente en solitario
consiguió que se reformase un Código Civil que permanecía sin
alteraciones desde 1889, aliviando la presión judicial que pesaba
sobre las mujeres, que se veían sometidas al marido tras una
separación.
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| Mercedes Formica. |
Mercedes
Formica-Corsi Hezode nació en Cádiz el 9 de agosto de
1913 dentro de una familia acomodada, la segunda de seis hermanos,
sus años de infancia transcurrieron entre Cádiz,
Córdoba y Sevilla. Su madre, a pesar de las
reticencias de la época por dar estudios superiores a las mujeres,
quiso que estudiara el bachillerato para posteriormente ir a la
universidad. En 1932 ingresó en la Facultad de Derecho de
Sevilla, siendo la única mujer que estudiaba esa carrera.
Allí entró en contacto con profesores formados en la Institución
Libre de Enseñanza y personas de distintas ideologías y status
social que la ayudaron a abrir su horizonte vital.
En 1933, tras una
larga serie de conflictos, se produjo la separación de sus padres, y
su posterior traslado a Madrid, en donde la familia atravesó
dificultades económicas, si bien las becas concedidas por obtener
buenas calificaciones ayudaron a Mercedes a continuar con sus
estudios.
Recién fundada
Falange Española, decidió afiliarse a la organización
liderada por José Antonio Primo de Rivera y al poco tiempo
fue nombrada delegada del Sindicato Español Universitario
(SEU) de la Facultad de Derecho. En 1936 se trasladó a
vivir a Málaga por razones de salud y allí fue nombrada
delegada nacional del SEU y, por tanto, miembro de la junta
política del partido.
El estallido de la
Guerra Civil complicó su permanencia en la zona republicana, por
lo que en 1937 escapó desde Málaga a Sevilla vía
Tánger. Fue entonces cuando percibió la brutalidad del
conflicto en ambos bandos y, tras el asesinato de José Antonio,
comenzó a ver la necesidad de disolver el partido en previsión de
una utilización del mismo con fines contrarios a los de su creación.
Finalizada la
guerra, contrajo matrimonio con Eduardo Llosent y Marañón,
perteneciente al círculo intelectual de Sevilla. En 1945
inició su carrera de escritora con la publicación de una novela
corta Bodoque y por esas fechas finalizó la carrera de
Derecho.
El requisito de ser
varón, impuesto por la legislación franquista, para acceder a
determinadas oposiciones, truncó sus aspiraciones a ingresar en la
carrera diplomática, por lo que decidió ejercer libremente la
abogacía. Esta situación, unida a la indefensión legal de su madre
tras la separación matrimonial, concienció a Mercedes de la
necesidad de reformar la situación legal de las mujeres.
A lo largo de su
vida Formica peleó contra la exclusión de las mujeres de las
oposiciones que permitían solo a los varones acceder a la
judicatura, a la abogacía del Estado o a las notarías. A
principios de la década de 1950 comenzó a alternar el periodismo
con el ejercicio de la abogacía y colaboró en diversas
publicaciones.
En 1952 inició su
colaboración en el diario ABC, y el 7 de noviembre de 1953
publicó el artículo titulado “El domicilio conyugal”, en
el que denunciaba la discriminación por razón de sexo existente en
la legislación española. El artículo desató una campaña a favor
de una revisión jurídica que se concretó en una reforma del Código
Civil que daba un paso importante hacia la equiparación de los
sexos y abría el camino a futuras reformas en el franquismo.
En el año 1962,
tras separase de su primer esposo y conseguir la nulidad, contrajo
matrimonio con José María Careaga Urquijo y a partir de ese
momento, y por deseo de su marido, su presencia en el ámbito
jurídico fue escasa.
Por su casa de
Madrid pasaron escritores, pintores y dramaturgos de la posguerra
y era frecuentada por los sectores menos integristas del régimen.
Por su parte, Mercedes y su marido asistían a tertulias donde
acudían Sánchez Mazas, Eugenio Montes, César
González-Ruano, Edgar Neville, Sebastián Miranda,
Pilar Regoyos, Natividad Zaro, Mary Navascués y
Conchita Montes entre otros muchos. También se encontraban
con Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales y Leopoldo
Panero.
Tras el
fallecimiento de su esposo en la década de 1980, se dedicó a la
redacción de sus memorias, de las que se publicaron cuatro
volúmenes. Espacio aparte merece su novela Monte de Sancha,
ambientada en la Málaga de la Guerra Civil que
Formica sufrió en sus propias carnes y sobre la que algunos
críticos aseguran que no reivindicó una determinada ideología
política con rotundidad debido al proceso de evolución que sufrió
su propia ideología durante los años de la contienda, desde una
militancia ferviente en Falange hasta llegar a sentirse
incómoda en el franquismo. Un tema, el de la Guerra Civil,
que volvería a abordar en sus Memorias en donde Formica
tampoco se calla y se rebela contra la barbarie que supuso el
enfrentamiento entre españoles.
A pesar de que su
nombre debería figurar en la memoria de juristas y en el de la
historia de las mujeres en España, sus logros apenas tuvieron
el reconocimiento público en el posfranquismo, a causa, según ella
misma aseguró, de su pasado falangista.
En el año 1997 la
Residencia de Estudiantes de Madrid realizó un homenaje a
la jurista. Se trató del único acto público en la democracia en el
que se ha rendido tributo a la labor silenciada de la abogada.
Sus últimos años
de vida transcurrieron en Málaga luchando con una enfermedad
que le impedía seguir trabajando en los numerosos proyectos que a
pesar de su avanzada edad todavía tenía. Falleció el 22 de abril
de 2002.
Fuente
documental: Pioneras malagueñas. Ramón Triviño.