Esta
polifacética mujer, que fue actriz, periodista, folclorista,
traductora, escritora y diplomática, nació en Málaga en
1878, en el seno de una familia acomodada perteneciente a la alta
burguesía de la ciudad.
Isabel Oyarzábal Smith. |
Su
padre era un comerciante de origen vasco y su madre era escocesa de
religión protestante. Estudió en el elitista Colegio de la
Asunción, donde recibió una formación católica. Inteligente y
de carácter inquieto e independiente, su interés por el teatro
surgió a raíz de participar en representaciones benéficas de
aficionados, costumbre habitual de los jóvenes de clase alta.
Viajó
por motivos familiares a Inglaterra y Escocia, donde
completó su formación y conoció la labor de las sufragistas. El
giro de su vida se produjo en 1905, cuando en una fiesta celebrada en
el Hotel Hernán Cortés en honor de la gran actriz María
Tubau, consiguió convencer a ésta para que le hiciera una
prueba.
En
enero del año siguiente se trasladó a Madrid acompañada por
su madre, que
fue
su principal apoyo en esta decisión ante la oposición del resto de
la familia, y debutó en la obra “Pepita Tudó”. La
compañía teatral de María Tubau y Ceferino Palencia
quebró al poco tiempo, lo que obligó a Isabel Oyarzábal a
interrumpir su apenas iniciada carrera de actriz. En 1909 se casó
con Ceferino Palencia, hijo de los anteriores y abogado,
escritor y pintor. El matrimonio tuvo dos hijos.
Mujer
de vasta cultura e ideas progresistas fundó la revista femenina “La
Dama y la Vida”, que apareció entre 1907 y 1909.
Posteriormente fue corresponsal de una agencia de noticias británica
y de varios periódicos londinenses. También se dedicó a traducir
la obra del psicólogo Havelock Ellis y colaboró con una
columna diaria en las páginas de “El Sol” a partir de
1917.
Desde
1908 desarrolló una labor como conferenciante, tanto en España
como en el extranjero, tratando temas teatrales, el folclore español,
la situación de la mujer y las condiciones de vida de los
trabajadores.
Fruto
de su creciente conciencia social y feminista, se afilió a la
Asociación de Mujeres Españolas y al Partido Socialista,
y desde 1918 participó activamente en organizaciones feministas. Dos
años después acudió como representante española al Congreso de
la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer, celebrado
en Ginebra.
Presidió
el Consejo Supremo Feminista de España y en 1926 fue una de
las fundadoras del Lyceum Club Femenino de Madrid,
compartiendo la vicepresidencia con otra malagueña, Victoria
Kent.
El
matrimonio estuvo muy comprometido con la República,
desempeñando varios cargos políticos. En octubre de 1936, una vez
estallada la guerra, fue nombrada embajadora en Suecia y en
los países nórdicos. También realizó una gira de charlas por más
de cuarenta ciudades de Canadá, Estados Unidos y el
Reino Unido en defensa de la causa republicana. Tras el fin de
la guerra Isabel y su marido
se
exiliaron en México, donde la primera continuó su labor como
traductora y escritora.
En
sus libros, que firmaba habitualmente como Isabel de Palencia, trató
temas como la psicología infantil, el folclore, la gastronomía y la
biografía. Igualmente participó en la Unión de Intelectuales
Españoles y en la Unión de Mujeres Españolas. Fue la
única mujer que formó parte de la Comisión Permanente contra la
Esclavitud de la Sociedad de Naciones, organización precursora
de la ONU. Murió en México en 1974.
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