Mastodon Málaga y sus historias: abogada
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jueves, 9 de junio de 2022

La falangista que luchó por las mujeres

 

La afiliación durante su juventud a la Falange hizo olvidar a una excelente escritora. Pionera en la abogacía, resulta un personaje fundamental para entender la lucha por los derechos de las mujeres en España durante el siglo XX. Prácticamente en solitario consiguió que se reformase un Código Civil que permanecía sin alteraciones desde 1889, aliviando la presión judicial que pesaba sobre las mujeres, que se veían sometidas al marido tras una separación.


Mercedes Formica.


Mercedes Formica-Corsi Hezode nació en Cádiz el 9 de agosto de 1913 dentro de una familia acomodada, la segunda de seis hermanos, sus años de infancia transcurrieron entre Cádiz, Córdoba y Sevilla. Su madre, a pesar de las reticencias de la época por dar estudios superiores a las mujeres, quiso que estudiara el bachillerato para posteriormente ir a la universidad. En 1932 ingresó en la Facultad de Derecho de Sevilla, siendo la única mujer que estudiaba esa carrera. Allí entró en contacto con profesores formados en la Institución Libre de Enseñanza y personas de distintas ideologías y status social que la ayudaron a abrir su horizonte vital.

En 1933, tras una larga serie de conflictos, se produjo la separación de sus padres, y su posterior traslado a Madrid, en donde la familia atravesó dificultades económicas, si bien las becas concedidas por obtener buenas calificaciones ayudaron a Mercedes a continuar con sus estudios.

Recién fundada Falange Española, decidió afiliarse a la organización liderada por José Antonio Primo de Rivera y al poco tiempo fue nombrada delegada del Sindicato Español Universitario (SEU) de la Facultad de Derecho. En 1936 se trasladó a vivir a Málaga por razones de salud y allí fue nombrada delegada nacional del SEU y, por tanto, miembro de la junta política del partido.

El estallido de la Guerra Civil complicó su permanencia en la zona republicana, por lo que en 1937 escapó desde Málaga a Sevilla vía Tánger. Fue entonces cuando percibió la brutalidad del conflicto en ambos bandos y, tras el asesinato de José Antonio, comenzó a ver la necesidad de disolver el partido en previsión de una utilización del mismo con fines contrarios a los de su creación.

Finalizada la guerra, contrajo matrimonio con Eduardo Llosent y Marañón, perteneciente al círculo intelectual de Sevilla. En 1945 inició su carrera de escritora con la publicación de una novela corta Bodoque y por esas fechas finalizó la carrera de Derecho.

El requisito de ser varón, impuesto por la legislación franquista, para acceder a determinadas oposiciones, truncó sus aspiraciones a ingresar en la carrera diplomática, por lo que decidió ejercer libremente la abogacía. Esta situación, unida a la indefensión legal de su madre tras la separación matrimonial, concienció a Mercedes de la necesidad de reformar la situación legal de las mujeres.

A lo largo de su vida Formica peleó contra la exclusión de las mujeres de las oposiciones que permitían solo a los varones acceder a la judicatura, a la abogacía del Estado o a las notarías. A principios de la década de 1950 comenzó a alternar el periodismo con el ejercicio de la abogacía y colaboró en diversas publicaciones.

En 1952 inició su colaboración en el diario ABC, y el 7 de noviembre de 1953 publicó el artículo titulado “El domicilio conyugal”, en el que denunciaba la discriminación por razón de sexo existente en la legislación española. El artículo desató una campaña a favor de una revisión jurídica que se concretó en una reforma del Código Civil que daba un paso importante hacia la equiparación de los sexos y abría el camino a futuras reformas en el franquismo.

En el año 1962, tras separase de su primer esposo y conseguir la nulidad, contrajo matrimonio con José María Careaga Urquijo y a partir de ese momento, y por deseo de su marido, su presencia en el ámbito jurídico fue escasa.

Por su casa de Madrid pasaron escritores, pintores y dramaturgos de la posguerra y era frecuentada por los sectores menos integristas del régimen. Por su parte, Mercedes y su marido asistían a tertulias donde acudían Sánchez Mazas, Eugenio Montes, César González-Ruano, Edgar Neville, Sebastián Miranda, Pilar Regoyos, Natividad Zaro, Mary Navascués y Conchita Montes entre otros muchos. También se encontraban con Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales y Leopoldo Panero.

Tras el fallecimiento de su esposo en la década de 1980, se dedicó a la redacción de sus memorias, de las que se publicaron cuatro volúmenes. Espacio aparte merece su novela Monte de Sancha, ambientada en la Málaga de la Guerra Civil que Formica sufrió en sus propias carnes y sobre la que algunos críticos aseguran que no reivindicó una determinada ideología política con rotundidad debido al proceso de evolución que sufrió su propia ideología durante los años de la contienda, desde una militancia ferviente en Falange hasta llegar a sentirse incómoda en el franquismo. Un tema, el de la Guerra Civil, que volvería a abordar en sus Memorias en donde Formica tampoco se calla y se rebela contra la barbarie que supuso el enfrentamiento entre españoles.

A pesar de que su nombre debería figurar en la memoria de juristas y en el de la historia de las mujeres en España, sus logros apenas tuvieron el reconocimiento público en el posfranquismo, a causa, según ella misma aseguró, de su pasado falangista.

En el año 1997 la Residencia de Estudiantes de Madrid realizó un homenaje a la jurista. Se trató del único acto público en la democracia en el que se ha rendido tributo a la labor silenciada de la abogada.

Sus últimos años de vida transcurrieron en Málaga luchando con una enfermedad que le impedía seguir trabajando en los numerosos proyectos que a pesar de su avanzada edad todavía tenía. Falleció el 22 de abril de 2002.


Fuente documental: Pioneras malagueñas. Ramón Triviño.

viernes, 19 de abril de 2019

Victoria Kent en Málaga

La malagueña Victoria Kent (1898-1987) es la primera mujer que ingresa en el Colegio de Abogados de Madrid, en plena dictadura de Primo de Rivera, para asumir la defensa de Álvaro de Albornoz ante el Tribunal Supremo de Guerra que le juzgó en 1930 por firmar un manifiesto republicano. Fue la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar.

Victoria Kent.
También es la primera mujer que ocupa un cargo de importancia en los gobiernos españoles de la primera mitad del siglo XX. Nombrada directora general de Prisiones por el gobierno de Azaña en la II República, llega a Málaga los días 5, 6 y 7 de junio de 1931 para visitar la vieja prisión provincial (Avda. Rosaleda), de la que calificó sus mazmorras como 'impropias para albergar seres humanos'. La población penitenciaria era de 133 reclusos, de los que 57 correspondían a los encausados por la quema de conventos.

Durante la Guerra Civil (1936-39) fue enviada a París como secretaria de la embajada española (1937). Allí se quedó cuando las fuerzas de Franco derrotaron a la República. Poco después se vio sorprendida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) y la invasión alemana de Francia, que le obligó a esconderse para no caer en manos de la Gestapo. Permaneció el resto de su vida exiliada entre Méjico y Estados Unidos.

Victoria Kent sería contratada en 1950 por la ONU para trabajar en Nueva York, donde moriría en 1987, para abordar el problema de las cárceles de mujeres en el mundo. En 1954 crea con Salvador de Madariaga la revista 'Ibérica'. En 1986 el Ministerio de Justicia le otorgó la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort.

Paradójicamente, a pesar de sus convicciones democráticas y feministas, Victoria Kent se opuso a la concesión del derecho de voto a las mujeres, pues creía que lo emplearían en un sentido conservador; y sostuvo en este sentido una polémica al respecto con otra representante feminista en las Cortes republicanas, Clara Campoamor.