Cerca de La Alcazaba, en la antigua judería malagueña, está desde 1887 la calle de la Marquesa de Moya, que se llamó anteriormente de Rebanadillas. El hecho de dedicar una vía a Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya y dama de la corte de Isabel la Católica, tiene su explicación en un suceso ocurrido durante el sitio de Málaga por los Reyes Católicos, en 1487.
Un morabito o santón musulmán de origen norteafricano y procedente de Guadix, llamado Ibrahim el Garbí, reunió a un grupo de cuatrocientos hombres que intentaron romper el cerco de la ciudad. El intento fracasó y El Garbí se dejó apresar por los cristianos, como parte de su plan para asesinar a los reyes..
Al ser detenido, afirmó poseer información de interés para los reyes con el objeto de ser llevado ante su presencia en el campamento ubicado en lo alto de la Trinidad, pero como los monarcas estaban descansando, entretanto fue conducido a la tienda de Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya, a quien acompañaban Álvaro de Braganza y su mujer, Felipa de Mello. Resaltar que la marquesa y su esposo se habían convertido por méritos propios en personal de confianza de los monarcas y durante las gestas militares ocupaban las tiendas más cercanas a los aposentos reales.
El santón, al ver las ricas vestimentas de los nobles, creyó que estaba ante los monarcas, y sacando un puñal que llevaba escondido entre sus ropas se lanzó contra ellos, logrando sólo herirlos. Rápidamente fue reducido y, por orden del rey, fue descuartizado y sus restos lanzados a la ciudad.
Los asediados recogieron los restos del santón y les dieron sepultura, y en desquite asesinaron y descuartizaron a uno de los cristianos prisioneros, enviando sus restos hacia el campamento real a lomos de un asno. Un suceso pudo haber cambiado la Historia de España, y que se redujo a unas heridas sufridas por Álvaro de Braganza y Beatriz de Bobadilla.
Añadir que Beatriz de Bobadilla, nacida en Medina del Campo (Valladolid) en 1440 y fallecida en Madrid a los 70 años, una edad considerable para la época, era la mujer de Andrés de Cabrera y primera marquesa de Moya. Protagonizó junto a su marido un espectacular ascenso social gracias al apoyo que ambos le prestaron a la infanta Isabel para que ésta lograra la corona castellana. Camarera de la reina, amiga y confidente de Isabel la Católica, ésta le concedió numerosos favores, entre ellos un grupo de treinta esclavas de las que se tomaron en la ciudad de Málaga. Ambos eran conversos por ser de ascendencia judía, extremo al que en aquel tiempo no se daba importancia.
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