Mastodon Málaga y sus historias: El gánster que terminó en el cementerio de San Miguel

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lunes, 16 de mayo de 2022

El gánster que terminó en el cementerio de San Miguel

 

El gánster Alvin Karpowicz, 'Karpis', que trajo de cabeza al FBI en los Estados Unidos y que fue condenado a cadena perpetua en la famosa cárcel de Alcatraz, se estableció después en Torremolinos y al morir sus restos fueron enterrados en el cementerio malagueño de San Miguel. En su tiempo fue uno de los personajes más temidos de los Estados Unidos.

Alvin Karpowiczque era hijo de inmigrantes de Lituania, nació en Montreal (Canadá) en 1908, pero se crió en Kansas (Estados Unidos) y murió en Málaga en 1979. Se convirtió por méritos propios en uno de los criminales más temidos y perseguidos de la historia reciente de norteamérica.


Alvin Karpis.


En los archivos de la prisión de Alcatraz, la más famosa del mundo por su carácter casi inexpugnable, se recoge literalmente que la banda de Karpis no dudó en matar a cualquiera que se interpusiera en su camino, incluso a transeúntes inocentes, de hecho Karpis presumía que en los atracos a bancos, robos de entregas de correo y secuestros, él era el que esperaba fuera en la calle vigilando y que, llegado el momento o el peligro, era capaz de abrir fuego y tirar a matar para proteger a los suyos sin temblarle el pulso.

Al final, despu´ñes de muchas peripecias, Karpis fue condenado en 1936 a cadena perpetua en la citada prisión de máxima seguridad y se le imputaron entre 6 y 14 muertes. Su vida entre las cuatro paredes de la fortaleza en la isla de Alcatraz, en la bahía de San Francisco, transcurrió sin sobresaltos, de hecho, a pesar de ser el prisionero que más años pasó encerrado en el presidio, casi 26 años, nunca trató de escapar.

La estancia del gánster en Alcatraz terminó en 1962, cuando ‘La Roca’ comenzó su desmantelamiento y se ordenó su traslado a la penitenciaría de McNeil Island (Washington). Allí conoció a otro criminal legendario, Charles Manson, al que enseñó a tocar la guitarra y al que se refería como ‘el pequeño Charlie’.

A pesar de estar condenado a cadena perpetua, el criminal obtuvo la libertad condicional en 1969 bajo la condición de que nunca más pisara suelo estadounidense y fue deportado a Canadá, su país de origen. Allí disfrutó de una relativa fama durante la promoción de su libro de memorias e incluso con la venta de los derechos para que Hollywood rodara la película de su vida con Steve McQueen como protagonista. Aunque el libro sí vio la luz, del largometraje nunca más se supo. De aquellos años de giras y entrevistas, Karpis logró el dinero suficiente para planificar su jubilación y, con ella, su retiro definitivo en Torremolinos (Málaga).

Aterrizó en Torremolinos en plena eclosión turística de la Costa del Sol, en 1973. De su huella en el municipio quedan pocos datos, salvo que vivió en la Plaza de la Caracola y que pasaba desapercibido totalmente. Apenas tenía amigos, salía poco y daba la impresión de un jubilado normal y corriente.

Nunca aprendió español y más allá de esa discreción que le permitía un lugar como Torremolinos, sí se sabe que Karpis pudo confirmar, ya en libertad, que la fama de mujeriego que le perseguía era real. En aquellos últimos años de vida acumuló conquistas varias décadas más jóvenes que él y con el suficiente patrimonio como para costear sus caprichos. Con algunas de ellas compartió su pasado, pero sobre todo los trucos que aprendió en las cocinas y en la panadería de Alcatraz y que permitían a Karpis aconsejar a sus novias en materia de dietas y calorías.

Aquel retiro dorado se apagó el 28 de agosto de 1979 a las 11 de la noche, porque su novia Nancy le dio a beber una alta dosis de pastillas mezcladas en una copa de alcohol que lo mató a los 72 años. No se realizó autopsia. Al sepelio sólo acudieron dos personas.

Aunque a Karpis le esperaba un último viaje, ya que a finales de los 90 la zona del camposanto de San Miguel donde había sido enterrado desapareció para dejar paso al parque aledaño al cementerio. Los restos de los enterramientos y nichos fueron exhumados y devueltos a las familias en caso de que fueran reclamados. No parece que fuera el caso de Karpis, que probablemente reposa en el osario general de Parcemasa.

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