Mastodon Málaga y sus historias: El bibliotecario mayor del rey

viernes, 3 de febrero de 2023

El bibliotecario mayor del rey

 

Juan Gualberto López-Valdemoro y de Quesada, V conde las Navas, nació en Málaga en septiembre de 1855 y falleció en Madrid en 1935, fue bibliotecario y escritor, además de miembro de la Real Academia Española. Hijo de Norberto López-Valdemoro y de Juana Gualberto de Quesada, sucedió en el título a la IV condesa de las Navas —su abuela materna—, Carmen Pizarro y Ramírez, descendiente del conquistador de Perú. Estudió el bachillerato en su ciudad natal y en Cabra (Córdoba), y la carrera de Derecho, sin mucha vocación, en las universidades de Granada, Madrid y Sevilla, donde se licenció en 1876. Poco después, en Lucena, en casa de su abuela materna, conoció a Juan Valera, lejano pariente y amigo de la familia, hacia el que sintió gran admiración toda su vida, quien le introdujo en las tertulias literarias de Madrid, en las que conoció y trató al poeta Zorrilla, a Cánovas, a Menéndez Pelayo y a otros literatos. 


Conde de las Navas. Archivo ABC.


Tras breves empleos en el Ministerio de Gobernación y en el Cuerpo de Correos, recibió en 1880, del rey Alfonso XII, el nombramiento de mayordomo de semana de Palacio. Ese mismo año inició sus colaboraciones literarias en periódicos y revistas, con algunos cuentos (su género preferido) que seis años después recopiló en La docena del fraile. El mismo año de 1886 se matriculó en la Escuela de Diplomática para obtener el título de archivero-bibliotecario, su auténtica vocación, título que obtuvo dos años después, en 1888. Inmediatamente después fue nombrado profesor auxiliar de la Escuela de Diplomática, y en 1898 recibiría el nombramiento de catedrático de Archivonomía de la misma. Suprimida la Escuela de Diplomática en 1900, fue adscrito a la Universidad Central, de la que en 1912 llegó a ser catedrático numerario de Paleografía, puesto que desempeñó hasta su jubilación en 1925.

En 1890 contrajo matrimonio con María Fesser y Fesser, con la que además compartió su afición por los libros. Tuvieron dos hijas y un hijo, de los que María heredaría el título de condesa de las Navas. También en 1890 ingresó como oficial 2.º en la Biblioteca Particular de Su Majestad, y en 1893 fue nombrado bibliotecario mayor de la misma, puesto en el que permaneció hasta el advenimiento de la República en 1931. La Biblioteca de Palacio había iniciado su organización en tiempos de su predecesor, Manuel Remón Zarco del Valle, y con el conde de las Navas avanzó en gran medida hacia su modernización, tanto por la mejora de sus instalaciones como por la renovación de su estructura: realizó numerosas adquisiciones, promovió y publicó catálogos, mejoró los índices en fichas y realizó otros nuevos, renovó el sistema de signaturas y la descripción de los libros. En el primer volumen de su Catálogo de la Real Biblioteca. Impresos: Autores: Historia (1910), trazó además la historia de las bibliotecas de los reyes de España.

En 1922, a propuesta del conde de la Viñaza, de Emilio Cotarelo y de Ramón Menéndez Pidal, fue nombrado académico de la Real Academia Española. Leyó su discurso de ingreso, sobre La conversación amena, el 17 de febrero de 1924, en sesión presidida por Alfonso XIII, y fue contestado por el conde de la Viñaza. Es 1925 fue nombrado Hijo predilecto de Málaga.

Bibliófilo y bibliógrafo sobre temas pintorescos, como las gallinas, el agua, el aceite de olivas o el chocolate, se interesó por el arte de la encuadernación, estudiando la colección de su paisano el abogado José Lameyer. Entre los temas de su interés se encontraba el feminismo, que desarrolló en su conferencia sobre La mujer y el libro (1916); en la Biblioteca de Palacio había iniciado en 1893, y con motivo de la Exposición Universal de Chicago de ese año, en la que la Biblioteca colaboró en el Departamento de la Mujer, un índice de la materia “Feminismo” en el que recogía todas las obras escritas por mujeres o sobre ellas que contenía la Biblioteca.

En su faceta literaria destacó como autor de cuentos de tipo costumbrista, de carácter ligero, jocoso e intrascendente, a veces rozando lo sentimental. Como autor o recopilador de chascarrillos y chistes se mantuvo entre lo popular y lo vulgar, a veces en colaboración con Juan Valera, Narciso Campillo y el doctor Thebussem. En la novela desarrolló algunos temas de los cuentos, siguiendo la pauta naturalista de sus contemporáneos Valera o Pardo Bazán. Sus temas principales son los amores, más o menos desgraciados, cuyo desarrollo oscila entre el ámbito rural y la corrupción capitalina, generalmente con final feliz y moralizante, muy del gusto de la época. Su estilo cuidado, la fina descripción del paisaje y del ambiente rural, especialmente de Andalucía, es lo que hoy puede gustar más de su producción narrativa.

Pero quizá su obra más ambiciosa y apreciada sea el voluminoso tratado, de unas seiscientas páginas, titulado El espectáculo más nacional (1899), el más completo estudio de tipo histórico, económico y social sobre la fiesta de los toros elaborado hasta su época, que mereció una sesuda y elogiosa reseña nada menos que de Ramón Menéndez Pidal, y que ha tenido que servir como punto de partida a todos los que posteriormente han tratado esa materia.

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