La Harinera San Simón, diseñada por el arquitecto malagueño Tomás Brioso Mapelli, que muchos malagueños conocieron hasta los años sesenta, fue durante decenios uno de los hitos industriales más notables en el comienzo de la carretera hacia Cádiz. Según los datos, estuvo completamente operativa al menos, desde 1909, bajo la dirección de Simón Castel.
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Harinera de San Simón. |
Su arquitectura respondía al patrón genérico de los edificios que se proyectaron en Málaga entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Su aspecto era el de un gran palacete, a no ser por su muelle de carga y descarga situado ante los dos cuerpos salientes que configuraban la fachada principal. De cuatro alturas, terraza y airosa torre central con reloj, su espléndida azotea estaba cercada de bellísima y armónica balaustrada de piedra.
La harinera tuvo cuadra propia y tres caballos para cada uno de los carros de transporte y dispuso de carpintería y taller de uso exclusivo, además de rieles para el tránsito del ferrocarril que permitía la llegada de vagones para la entrega de la necesaria materia prima. La producción de la fábrica a finales de 1909 se estimaba en 70.000 kilos cada veinticuatro horas.
Fue una de las primeras harineras andaluzas y, sin género de dudas, la de técnica mejor servida, pues su propietario supo, mediante la creación de una sociedad en comandita, adoptar los sistemas técnicos más higiénicos y rápidos no sólo para la elaboración de toda clase de harinas, sino para manipular, almacenar y transportar los productos.
Lo más singular del edificio de la Harinera San Simón fue su jardín, detalle que muchos malagueños ignoran. El jardín nació, creció y desarrolló a lo largo y ancho de su azotea, en la que se podía observar desde la carretera diez macetones de plantas y flores, aunque en realidad en el gran espacio se había vertido buena tierra de jardín en tal cantidad que allí crecieron airosas palmeras y no pocos árboles frutales de diferentes tipos.
Un enorme albercón que almacenaba cinco toneladas de agua como garantía de permanente suministro a la fábrica también ocupaba un lugar muy generoso en la indicada azotea. La existencia del jardín y del depósito de agua en la parte superior del edificio releva de cualquier comentario acerca de la solidez del mismo y de sus características constructivas.
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