Mastodon Málaga y sus historias: La revolución que comenzó en Málaga

martes, 12 de septiembre de 2023

La revolución que comenzó en Málaga

 

Entre 1833 y 1840 España estuvo inmersa en una cruenta guerra civil, conocida como la Primera Guerra Carlista en la que se enfrentaban los partidarios de llevar al trono a Isabel II o al primo de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón y que desencadenó diversos movimientos revolucionarios en distintos lugares de la geografía española durante la regencia de la reina María Cristina.


El cuartel de las tropas se ubicaba en los terrenos del actual Mercado de la Merced.


Todo comenzó el 25 de julio de 1836 en Málaga, una ciudad que llevaba ya fama de revolucionaria. Allí, como en otras partes, no había gustado el cambio de gobierno, con la destitución de Juan Álvarez Mendizábal, que había participado en los movimientos liberales que llevarían al pronunciamiento de Rafael de Riego. Se temía el retroceso, la represión, el pacto con los carlistas.

Además, en Málaga estaban descontentos con los gobernadores civil y militar Donadío y San Just, respectivamente, que eran muy impopulares y más desde que habían prohibido a los milicianos cantar El Trágala ( una canción que los liberales utilizaban para humillar a los absolutistas), salir armados o en grupos por las calles.

La noche del 25 de julio de 1836 estalló la revolución en Málaga. La milicia salió a las calles a tambor batiente, mientras gritaban "Viva la Constitución, Viva la Libertad, Mueran los tiranos y pasteleros”. Los dos gobernadores fueron linchados y asesinados por la multitud. La revolución se extendió como la pólvora. Pronto se unieron más ciudades andaluzas.

Málaga se hallaba en pleno periodo de efervescencia política. Su comandante militar era el general San Just, que había demostrado su valor en la guerra y su amor a las libertades y que fue amigo de Torrijos y López Pinto, pero poco querido de la milicia, cuyos desmanes reprimía enérgicamente. Por su parte, el Gobierno Civil estaba confiado al conde de Donadío, según narraba el cronista malagueño Narciso Díaz Escovar.

El día 25 dos piquetes de milicianos, cuando pasaban por la calle de Santa María, el general Sant Just les ordenó que volviesen a su acuartelamiento, pero fue rodeado por muchos milicianos, armados de sables, bayonetas y fusiles. San Just no perdió su serenidad, a pesar del desenfreno de las turbas y de los revoltosos. Sonaron varios disparos y San Just quedó moribundo. Al verle caer varios hombres le remataron con sus bayonetas y sables y otros arrastraron el cadáver por las calles.

Circuló por Málaga la noticia de la muerte del general y se empezó a tocar generala por todos los tambores y cornetas, reuniéndose los batallones aunque muy incompletos, y marcharon a la Plaza de la Merced, donde estaba la tropa encerrada en el cuartel, que antes había sido convento de mercenarios.

Hasta allí llegó el gobernador Donadío, para pedir el auxilio de la tropa para dominar el desorden. Los oficiales se negaron a obedecer a la autoridad civil, alegando además que ellos no tomaban las armas contra los revoltosos.

El conde, al verse abandonado dentro del cuartel y considerándose, con razón, gravemente comprometido, se mudó de traje y se puso un uniforme de cazador de las milicias de Murcia. Intentó bajar la escalera principal y se encontró con que los sublevados subían, reconociéndolo uno de ellos a la luz de un farol, sonó un disparo y el gobernador civil también cayo muerto y su cadáver fue arrastrado hasta la plaza.

Tras estos hechos, que fueron seguidos de nuevas protestas y algaradas quedaba nombrada una Junta Gubernativa, bajo la presidencia de Juan Antonio Escalante, que promulgó la Constitución de 1812, no reconociendo ni al gobierno del moderado Francisco Javier Istúriz, ni al Estatuto Real, pero que llamó a restablecer el orden y a castigar a los culpables.


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