El cronista e ilustre escritor Narciso Díaz Escovar, recoge en su libro Curiosidades malagueñas, no sólo investigaciones históricas, sino también algún acontecimiento empapado de leyenda. Es es el caso del ladrón de la calle Salvago.
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Puerta escenario de los hechos. |
En la citada vía de la capital, esquina con la calle Especería, residía, se cree que en el siglo XVIII, una ilustre familia malagueña, que tenía un anciano mayordomo que tenía fama de listo y precavido. Dormía en un aposento de la planta baja de la casa, no muy lejos del portal.
Una noche se sintió despertado por un ruido especial y extraño. Pensó que se trataba de algo sin importancia, pero el ruido seguía lento y constante por lo que se dirigió hacia el lugar donde los golpes resonaban.
Una mano, usando una herramienta de carpintero, trataba de abrir un agujero en la puerta, al objeto de poder descorrer el pestillo y levantar la barra de hierro. El mayordomo, volvió a su cuarto y buscó un fuerte cordel, hizo un perfecto nudo corredizo y volvió al portal.
Minutos después el agujero estaba hecho. Desapareció la herramienta y una mano penetró cuidadosamente. Los dedos se agitaron reconociendo madera y pestillo. El mayordomo no titubeó. Cogió el nudo corredizo, formó un círculo alrededor de aquella mano que no le cabía duda era de un ladrón y tiró con toda su fuerza.
Aquella mano hizo esfuerzos inútiles, se retorció convulsivamente pero el anciano dejó tirante la cuerda, después ató el extremo de ella a un hierro y esperó. Mientras esperaba escuchó pasos, ruidos extraños y voces apagadas.
Cuando amaneció el anciano subió a la habitación de su amo y le contó lo que había ocurrido. Ambos bajaron al portal y vieron que había ya gente comentando el suceso. Abrieron la puerta y descubrieron que la mano permanecía sujeta por el nudo corredizo, pero inmóvil. La mano prisionera pertenecía al cuerpo de un hombre, al cual se había cortado la cabeza, despojándole también de parte de sus ropas.
Era indudable que el ladrón había sido degollado, para que no se le conociese o no delatase a sus compañeros. El crimen quedó en la impunidad, ya que las pesquisas de jueces y alguaciles resultaron infructuosas
El edificio, escenario de este suceso fue destruido por un violento incendio, que lo redujo a escombros. Se cree que sólo se salvó la puerta del edificio que se reproduce junto al texto.
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