Los malagueños sitúan el origen del espeto en la playa de El Palo, y hasta identifican a su inventor, Miguel Martínez Soler, propietario del merendero La Gran Parada, quien, a finales de siglo XIX, en un chambao, decidió asar con leña unas sardinas ensartándolas previamente en una cañavera.
Espetos de sardinas. |
Espetar es clavar una serie de pescados en una caña para asarlos a la parrilla, siendo el más popular el espeto de sardinas. Tradicionalmente, la caña se clava en la arena junto a las brasas o, en el caso de los chiringuitos, en una barca preparada con brasas.
En el siglo XIX la provincia de Málaga vivía fundamentalmente de la pesca. Por aquel entonces las sardinas, debido a su bajo precio, eran un alimento de gente humilde, sobre todo de aquellos que vivían de la pesca, que se conformaban incluso con la “bastina”, que es como se llama a los restos del pescado.
A finales de siglo, El Palo, que ahora es un barrio de Málaga capital, era un pueblo de pescadores en pleno desarrollo socioeconómico. Con la llegada del tranvía y el tren, los malagueños de otras zonas empiezan a trasladarse a este pueblo para disfrutar de agradables jornadas de playa.
Es en esta época, concretamente en 1882, cuando Miguel Martínez Soler Migué el de las sardinas abre su famoso bar en la playa: La Gran Parada. Sería el inicio de los chiringuitos en la Costa del Sol y fue él quien empezó a pinchar las sardinas en un trozo de caña y ponerlo en la arena junto al fuego.
La Gran Parada pronto reclamó la atención no solo de los malagueños, sino también de personajes de la Historia de España, convirtiéndose en un punto de referencia para personas relacionadas con el mundo del espectáculo.
Entre estos personajes destaca el rey Alfonso XII, que visitó La Gran Parada el 21 de enero de 1885. Esta visita al chiringuito coincidió con un viaje oficial del rey con motivo de un terremoto que se produjo en la Axarquía.
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