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Interior del Teatro Cervantes. |
La reina Sofía descubre la placa conmemorativa y preside el
primer concierto junto al ministro de Cultura, Javier Solana, y el alcalde
Pedro Aparicio. El telón pintado por Ferrándiz vuelve a lucir en todo su
esplendor.
En la segunda mitad del siglo XIX, un grave incendio
destruyó en su práctica totalidad el Teatro de la Libertad, anteriormente
llamado del Príncipe Alfonso, inaugurado con motivo de una visita a Málaga de
la reina Isabel II. Tras la pérdida de este emblemático edificio, un grupo de
personas de relieve social, muy ligadas al arte y la cultura de la capital, se
asocian con el fin de dotar a la ciudad de un nuevo espacio escénico en el que
dar cabida a las diferentes artes escénicas que proliferaban fruto del auge
económico y cultural que vivía la urbe y satisfacer las necesidades de
ocio de la burguesía.
Esta comisión, creada para materializar el proyecto de
construcción de un gran teatro para la ciudad, encarga la ejecución del mismo
al arquitecto municipal Gerónimo Cuervo, autor de grandes operaciones
urbanísticas y arquitectónicas, y éste, a su vez, requiere la colaboración del
pintor valenciano Bernardo Ferrándiz, afincado en Málaga. La decoración fue
concebida conjuntamente por ambos artistas y, debido a la premura de las obras,
se vieron en la necesidad de contar con la ayuda de otro pintor, Antonio Muñoz
Degrain.
A Ferrándiz se le encomienda la pintura del telón de boca
(en el que el pintor se autorretrata en la figura de Mefistófeles) y del techo
de la sala. Para esta última se decide por una alegoría de la ciudad, en la
figura de las Bellas Artes, en el centro del lienzo rodeada de todos los
aspectos de su economía, entonces en pleno florecimiento: agricultura,
alfarería, industria, transporte, pesca, y situación estratégica para el comercio
marítimo.
Las obras se realizaron entre abril y noviembre de 1870. La
inauguración tuvo lugar el 17 de diciembre, con la interpretación de la versión
sinfónica de la ópera Guillermo Tell, de Rossini. Las crónicas de la época
resaltarón su capacidad (de 2.300 a 2.400 personas), las excepcionales
dimensiones del escenario, así como la ornamentación que crea un conjunto realmente
sugestivo en su interior.
A lo largo de los años, el edificio sufre una serie de
cambios de muy diversa índole, pero son la indiferencia y el abandono los que
lo convierten, prácticamente, en una ruina. En 1950, el teatro presenta un
serio deterioro; es entonces cuando sus instalaciones son acomodadas a las normativas vigentes y
se hacen reformas que alteran gravemente su diseño, distribución y elementos
arquitectónicos. Se determina la habilitación de un bar y una cabina para
proyecciones cinematográficas y será ésta la actividad a la que quede reducido.
Como ya se ha dicho, en 1984, el Ayuntamiento adquiere la
propiedad del Teatro Cervantes y financia las obras para su reconstrucción con
la ayuda de las subvenciones del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, el
Ministerio de Cultura y la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la
Junta de Andalucía. El nuevo teatro, con un aforo definitivo de 1.171
localidades distribuidas entre butacas y palcos, es equipado con los materiales,
dispositivos e instrumentos exigidos por las normativas técnicas vigentes para
un local público de sus características.
En 2002 se diseñó e instaló en el escenario una concha
acústica, para permitir que los conciertos sinfónicos y los recitales líricos
ofrezcan las mejores condiciones de sonoridad. En 2005 se restaura el techo, el
lienzo de Bernardo Ferrándiz. La siguiente modificación relevante a efectos de
las representaciones líricas fue la instalación, en 2008, de una plataforma
hidráulica en el escenario que permite tres disposiciones diferentes del mismo:
con foso para alojar a la orquesta en caso de funciones de ópera, zarzuela o
musicales, con la plataforma al ras del patio de butacas para representaciones
convencionales o con la plataforma al mismo nivel del escenario para ampliar su
extensión.
Durante 2011 se acometieron dos actuaciones de importancia
en el edificio y su equipamiento. También se instalaron un elevador, un sistema de bucle magnético de inducción
para los usuarios de audífonos y un sistema de señalización del recinto con
pictogramas, lectura fácil y braille. La segunda actuación fue la reparación de
los desperfectos de la fachada y del rescate de los colores originales que
tenía el teatro en el siglo XIX, junto con la sustitución de los escalones de
acceso a la puerta principal.
En el verano de 2016 se realizaron obras de restauración y
conservación en el interior, consistentes en el cambio de la solería y el
pavimento de madera del patio de butacas, que se encontraba en mal estado. Se aprovechó la actuación para dotar al patio
de butacas de un poco más de pendiente, de manera que se mejoró la
visibilidad en las últimas filas de asientos. Un año más tarde se procede a la restauración del ya descrito telón de
boca.
(*) Información elaborada con datos obtenidos de la página
web del Teatro Cervantes.