En la Málaga del XIX, antes de la instalación de las cañerías modernas, que no llegarían plenamente hasta finales de siglo, el agua para beber, cocinar o lavar se transportaba a mano o en bestias de carga desde fuentes públicas o pozos.
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| Fuente de Reding, óleo de Guillermo Gómez Gil. |
Los aguadores eran hombres, a veces acompañados de muchachos, que llevaban el agua por toda la ciudad en barriles de madera o cántaros de barro, colocados sobre mulos o burros. Algunos usaban carros de dos ruedas con un gran tonel. Repartían el agua a casas particulares, tabernas, conventos y lavaderos, cobrando unas pocas perras por cántaro.
Las principales fuentes públicas de donde sacaban el agua eran la Fuente de Génova (en la Plaza de la Constitución); la Fuente de Reding (Camino de Vélez); la Fuente del Rey (en el Barrio de Capuchinos); la Fuente de los Cuatro Caños (en El Perchel). Además de pozos y manantiales de los Montes de Málaga y del Arroyo del Cuarto. Desde allí, los aguadores recorrían las calles empinadas del centro y los barrios populares, como la Trinidad, Capuchinos, El Perchel o Cruz del Molinillo, con sus bestias adornadas con campanillas.
Solían organizarse en cofradías o gremios informales, y a menudo eran conocidos por nombre o apodo, “el Chato”, “el de la Fuente Nueva”, o “el Gitano del Perchel”. Vestían camisa remangada, faja, sombrero de ala ancha o pañuelo, y llevaban el delantal de cuero para protegerse del roce del cántaro.Era un oficio duro, mal pagado y estacional, el agua se vendía más en verano, pero muy respetado, pues era indispensable para la higiene pública.
