Mastodon Málaga y sus historias: fotografía
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jueves, 24 de octubre de 2024

El fotógrafo Pérez Murillas

 

José Pérez Murillas nacido en Archidona en 1862 fue un fotógrafo aficionado, propietario de una fábrica de estuches y posteriormente Inspector de Riegos en el Ayuntamiento de Málaga. Murillas plasmó con su cámara vistas, fiestas y acontecimientos de Málaga.


Pérez Murillas. Archivo UMA.


Pérez Murilas realizó una colección de más de dos mil negativos fotográficos en estereoscopía (*), en su mayoría entre los años 20 y 30 del siglo XX, retratando acontecimientos que se sucedieron durante unos años decisivos de cambios sociales, políticos y económicos marcados por la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y la Segunda República (1931-1936), así como escenas de la vida cotidiana, paisajes urbanos e imágenes de su propia familia.

Pérez Murillas, que falleció en 1939, es también el autor de fotografías icónicas de Málaga, como la del altar mayor de la desaparecida iglesia de La Meced en la capital malagueña

(*) Técnica que permite capturar información tridimensional a partir de la observación de la misma imagen desde dos puntos de vista y gracias a la visión binocular.

martes, 14 de marzo de 2023

El archivo fotográfico de Díaz Escovar

 

El legado de Narciso Díaz Escovar, integrado en el Archivo del Museo de Artes y Costumbres Populares de Málaga, propiedad de Unicaja, contiene documentación de diferente tipología (libros, revistas, folletos) destacando sus fotografías y grabados, que sirven como testimonio de la vida durante la segunda mitad del siglo XIX y de la primera del siglo XX.


Museo de Artes y Costumbres Populares.


La figura de Narciso Díaz Esovar ya se abordó AQUÍ en diversas ocasiones, por lo que ahora se trata de la importancia de la colección de fotografías que abarca imágenes de diferentes tipos. En los fondos del archivo se pueden encontrar estampas costumbristas y paisajes tanto urbanos como rurales de la capital y los pueblos malagueños; detalles de fachadas, ventanas o puertas y retratos de lugareños. También fotografías de personajes destacados de la sociedad de aquel tiempo.

Allí se encuentran fotografías de obras de arte y de escritos de Picasso y otros artistas desconocidos. Destaca a este respecto un subfondo llamado “barros malagueños”, que contiene fotografías de esculturas de barro que son típicas de Málaga y tuvieron cierta importancia en la época.

Todas estas imágenes, además del resto de documentación del archivo, se encuentran accesibles al público en el museo, pero también están disponibles para consulta y reproducción online en este enlace.

Hay que reseñar que la catalogación, clasificación y digitalización de estos documentos para su puesta online supuso un arduo trabajo que facilita la difusión de la cultura malagueña y en general la española, al hacerla accesible y utilizable por todos de forma gratuita.


Fuente documental: Blog El Documentalista Audiovisual

viernes, 23 de abril de 2021

La musa que inspiró a Picasso

 

Cuando Pablo Picasso y Dora Maar se conocieron, ella tenía 29 años y él 55. Fue en París en el mítico café Deux Magots en 1936, poco antes del comienzo de la Guerra Civil española. Ella arrastraba una tormentosa relación con el filósofo Georges Bataille y con el actor Louis Chavance. Él, ya un dios indiscutido en todo el mundo del arte, seguía casado con la rusa Olga Khokhlova, madre de su hijo Paulo, y compartía casa con la sueca Marie-Thérèse Walter, madre de Maya.


Picasso y Dora Maar.

La pasión amorosa entre ambos estalló con tal furia que parecía que nada de lo que ocurría a su alrededor importaba. Como con otras mujeres, Picasso la retrató decenas de veces. Era su modelo y su musa. Hasta que, en 1943, todo acabó. Él la sustituyó por Françoise Gilot mientras que Dora inició un descenso a los infiernos en una dolorosa caída durante la que recaló en hospitales psiquiátricos, con aplicación de electroschocks incluida, hasta terminar refugiada en la religión en su apartamento parisino, alejada y apartada de un mundo en el que durante unos años había sido una de sus reinas imprescindibles. La musa divina se convirtió en una loca a la que muchos fueron abandonando. Su amigo Paul Eluard fue una de las pocas excepciones entre los que mantuvieron su amistad hasta el final. Murió en 1997 completamente sola, a los 89 años


La leyenda en torno a la persona de Dora Maar ha ido creciendo con el tiempo. Su biografía está marcada por distintos enigmas relacionados con su valía como fotógrafa y pintora, a su peso dentro del Surrealismo, a su actitud política durante la Guerra Civil española y la Segunda Guerra mundial, a su locura.


Dueña de unos deslumbrantes ojos claros cuyo color definía la luz del día, Dora Maar era una mujer de presencia imponente y porte elegante. Nacida en París en 1907, era hija de un arquitecto croata y una madre francesa dedicada a la familia. Su posición económica era acomodada debido a los años durante los que el padre construyó numerosos edificios en Argentina. En ese tiempo, Dora aprendió español, una ventaja para su aproximación a Picasso.


Maar tuvo una gran preparación intelectual y artística, primero en la pintura y luego en la fotografía, por la que, desde muy joven, formó parte de los círculos más vanguardistas del París de los años 20 y 30. Sus biógrafos mantienen que junto a la pasión enloquecida que ambos vivieron, hubo un entendimiento intelectual que Picasso no alcanzó con ninguna de sus muchas otras amantes.


A finales de los años 20, Maar formaba parte del círculo de los surrealistas. Era amiga y colega de Brassaï y de Cartier Bresson. Sus fotografías de personajes de perdedores y excluidos de la sociedad eran aplaudidas y valoradas entre los expertos.


Amante del mundo de la alta costura, se movía como pez en el agua en los ambientes de la alta burguesía y entre las mesas de los cafés que frecuentaban los artistas de toda índole. Ideológicamente simpatizaba con los partidos políticos de izquierda, aunque, a diferencia de Picasso, no llegó a militar en ninguno de ellos.


Su manera de entender la fotografía y su popularidad entre los surrealistas le sirvieron a Dora para entrar en la vida de Picasso. Muy segura de sí misma en aquellos años, Dora Maar llamó la atención del artista con una curiosa anécdota que da pistas sobre el carácter masoquista de Dora.


Ocurrió en el café Les Deux Magots. Ella se puso a jugar con una pequeña navaja que habitualmente llevaba en el bolso. Haciendo saltar la hoja entre los dedos, no detuvo el juego pese a que la sangre chorreaba por su mano. Picasso quedó hipnotizado y le pidió sus guantes moteados de sangre.


Dedicada en cuerpo y alma a Picasso, Dora documenta con su cámara la compleja realización del mural más famoso del mundo, el Guernica. Su objetivo detalla la metamorfosis de los personajes que ocupan la tela, un trabajo por el que nunca llegó a cobrar nada, ni siquiera los derechos de reproducción que tan bien le hubieran venido en sus difíciles años posteriores.


Ambos comparten amistades, veranos, viajes, trabajo y vida. Y especialmente sexo, algo en lo que Picasso parecía ser tan insuperable como en su pintura. Pero mientras que para ella no había más mundo, él seguía viendo a otras mujeres. A sus anteriores amantes y a las nuevas. Y la bellísima y deslumbrante Dora pasó a ser la mujer desencajada, rota y llorosa que acabó, como ya se ha reseñado, ingresada en un psiquiátrico.


Más información: Mujer con los brazos levantados