Mastodon Málaga y sus historias: Marlon Brando en Torremolinos

miércoles, 10 de octubre de 2018

Marlon Brando en Torremolinos

Durante algunos días de julio del año 1957 permanece Marlon Brando en Torremolinos, a donde había llegado procedente de Madrid en el tren expreso, alojado en los prestigiosos chalés de la residencia 'La Verdad', donde se había celebrado una gran fiesta bajo el lema de 'El hombre de las cavernas' cuya repercusión había llegado al diario The New York Times.

Antes de partir hacia París, Marlon Brando declara que Torremolinos es muy popular en Hollywood y que "no hay otro sitio igual para tomar el sol y descansar". No obstante, el lugar a menudo colisiona con las normas de moralidad que rigen en España. Si la noche cuenta con un cierto grado de permisividad, en cambio el incumplimiento indecoroso de las normas sobre trajes de baño da lugar a frecuentes multas de 150 pesetas a turistas de ambos sexos y de cualquier nacionalidad.

Marlon Brando. Foto: blog aqueltorremolinos.es.
El 23 de enero de 2010, el periodista Lucas Martín recordaba en el diario La Opinión de Málaga esta y otras visitas de famosos, señalando que “mucho antes de los alarmismos del bikini y de la importación encadenada de palmeras, Torremolinos era más que un lugar de vacaciones, que un refugio selecto del sur de Europa. Su mención equivalía a un edén despejado en Occidente, a una tentación exclusiva, reputada, envidia de islas y de paraísos azules. Las virtudes que engalanan al Índico y a la picassiana Antibes, a Los Hamptons, serían un principio de vulgaridad impostada comparada con las que revestían a la Costa del Sol. No es una exageración. La ciudad seducía a princesas, a aristócratas, a artistas que vivían a miles de kilómetros y no entendían de la bendición de la oferta y de los vuelos chárter”.

 En la misma crónica Lucas Martín reseñaba, “Era 1957. La industria turística apenas despegaba, pero Torremolinos parecía otra cosa. Un torrente que con pocos hoteles había conseguido convertirse en el último delirio de las clases más pudientes, en el ventanal oculto y tolerado de un país decadente, pulverizado por las secuelas de la guerra y la dictadura. Los ídolos de masas nacían en otros océanos. ¿Qué magnetismo ejercía Málaga para hipnotizar a las élites? Se podrían trenzar descripciones con fondo de literatura andaluza y gargantilla de cuello noble, pero basta con comprobar sus resultados. Torremolinos cautivaba. Tanto como para enredar al actor del moda, el legendario Marlon Brando”.

La interesante crónica del citado periodista de La Opinión seguía diciendo, “El rebelde, el hombre del millón de admiradoras, se alojó en la Costa del Sol de manera inopinada, casi anónima. Su vida en Torremolinos está rodeada de silencio y despierta dos hipótesis: o actuaba con discreción de búho o tenía muy buenos e insobornables confidentes. La opción de que pasara desapercibido es harto improbable. Cuando aterrizó en Málaga, Marlon Brando ya era el capataz de Hollywood, había rodado ´Un tranvía llamado deseo´ y contaba con un Óscar, concedido por su papel inmortal en ´La Ley del silencio´.

La crónica de Lucas Martín añade que “Aquí el protagonista de ´El Padrino´ no se prodigó por la cultura de noche. Al contrario que otras celebridades de la época, caso de Frank Sinatra, su periplo malagueño transcurrió sin sobresaltos. La prensa ni se enteró. El actor acababa de coronarse como nuevo rey del cine americano, tenía 33 años y aún arrastraba los traumas que han forjado su leyenda biográfica. La versión de Brando en Málaga fue la íntima y metafísica. En la misma arena en la que rodarían las españoladas, el icono de los sesenta se paseaba, probablemente en tono melancólico, con ganas de arrojar piedras al Mediterráneo y pensar, como un poeta lacustre, en los recuerdos de su infancia. Amargos, por lo que se sabe.

La misma crónica termina diciendo que, “Marlon no fue la única superestrella que enrumbó hacia la Costa del Sol en 1957. La promoción, ese año, caló profundo entre los artistas de Hollywood. En enero, en plena temporada baja, Torremolinos acogió a su compañera en ´Un tranvía llamada deseo´, la malograda Vivien Leigh, doña Escarlata O´Hara, que se hospedó junto a su marido, el también archiconocido Laurence Olivier”.