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Acto de bendición de la Peña Malaguista. |
Su fundación se había producido en noviembre de 1950.
"La Peña -con más de 200 socios- se crea como centro de reunión, de
tertulia, de hogar para los que gustan de hablar de fútbol sin interrupciones
ni desvíos", según recogía la prensa del día. El objetivo de la entidad
era el de seguir al C. D. Málaga en
sus desplazamientos.
Las excursiones futbolísticas dieron paso a otras
actividades y la peña se fue consolidando como una entidad con gran peso en la
ciudad. Sus dirigentes quisieron recuperar el nombre 'Liceo de Málaga' y el 30 de mayo de 1975 lo incorporaron y lo
antepusieron al de Peña Malaguista.
Los dos nombres convivieron hasta que en una asamblea de
socios celebrada el 26 de febrero de 2003, coincidiendo con la reorganización y
la nueva etapa, se decidió que la entidad se denominara Liceo de Málaga a secas.
La sede ha tenido distintas ubicaciones. La primera en la ya
citada calle Salinas, al abrigo del Círculo Mercantil. Cuando se
independizó pasó a la plaza de la Marina,
ocupando toda una planta del edificio donde estaba la antigua cafetería Puerto Rico -hoy Mc'Donalds-.
La Peña Malaguista tenía aquí cerca de los
mil socios, lo que le obligó a buscar un sitio más amplio y se trasladó a la
plaza del Carbón, en un edificio de
casi mil metros cuadrados construidos. Hoy sólo tiene un tercio de esa
superficie.
Fue el foco cultural de la Málaga de los años sesenta y setenta. Por sus dependencias han
pasado príncipes, presidentes de gobierno, mandatarios de la Junta de Andalucía, autoridades
nacionales y provinciales, afamados artistas, futbolistas, toreros, pintores,
escritores y poetas.
Acaudalados empresarios malagueños se jugaron en las mesas
del Liceo de Málaga grandes fortunas
en los tiempos en los que el juego estaba prohibido en España, ya que aquí se
permitía jugar al bacarrá y al black jack, entre otros, en los que se hacían
grandes apuestas.
A diario había un fuerte movimiento económico ante los ojos
de las autoridades, que no solo lo permitían, sino que lo autorizaban. Eso
generaba grandes propinas a los casi veinte empleados que había entonces en la
entidad.
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