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Existen todavía muchos proyectiles sin detonar de la guerra civil. |
Los niños, con edades
comprendidas entre los siete y diez años, se detuvieron a descansar de regreso
de buscar leña en los alrededores y se introdujeron en un pozo ciego. Allí
comenzaron a trastear con un objeto metálico, que en realidad era una bomba,
hasta que éste explosionó.
La metralla acabó de inmediato con la vida de tres de ellos,
y el cuarto falleció horas más tarde en el Hospital
Civil. La guerra seguía produciendo víctimas.
Aprovechando este triste suceso parece oportuno hacerse eco
de otro capítulo de la reciente Historia
de España, que ha sido estudiado por diferentes investigadores, y que tiene
relación con numerosos civiles que quisieron contribuir, de una forma u otra, a
ayudar a los republicanos evitar que España
terminase en manos de los franquistas.
Este es el caso del escritor madrileño Alfonso López García que publicó los resultados de su investigación
en su libro Saboteadores y guerrilleros,
donde explica las peligrosas acciones que llevaban a cabo ingenieros que
arriesgaban su vida para impedir la muerte de los republicanos.
El primer caso que salió a la luz data del 26 de agosto de
1936. La columna de Baleares publicó
una pieza en la que resaltaba cómo la mayoría de las bombas lanzadas no
explotaban: "Las espoletas no funcionan casi ninguna, seguramente por
actos de sabotaje de nuestros camaradas de artillería obligados a luchar por el
terror fascista contra sus ideales".
No solo manipulaban el armamento para impedir que muriera
gente, también mandaban mensajes de ánimo a sus compañeros republicanos en
pequeños papeles que introducían en el interior de los proyectiles.
El comandante de las milicias de El Socialista Egocheaga encontró dentro del obús un
papel en el que se leía lo siguiente: "Las mías, camaradas, no estallan.
U.H.P. (Uníos Hermanos Proletarios)".
Desgraciadamente las de U.H.P si estallaban todas y causaron muchos muertos de personas inocentes
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