Mastodon Málaga y sus historias: Carlos Álvarez triunfa en Londres

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jueves, 25 de junio de 2020

Carlos Álvarez triunfa en Londres

El 13 de diciembre de 1994 el barítono malagueño Carlos Álvarez triunfa en la Royal Opera House de Londres. Álvarez debutó en el principal teatro de ópera de la capital británica en la temporada 1994/95 como Giorgio Gemont en "La Traviatta", papel al que siguieron el de Siriex en "Fedora" y el de Rigoletto.

Carlos Álvarez.
En 1993, un entonces principiante barítono llamado Carlos Álvarez (Málaga, 1963) rechazaba la oferta del director italiano Riccardo Muti para debutar en La Scala de Milán, una decisión sin precedentes que, lejos de sepultar su carrera como él mismo había vaticinado, la catapultó.

"Al rechazar hacer Rigoletto en La Scala del maestro Muti pensé que nadie iba a tener confianza en mí y fue justo al contrario, eso hizo que la gente tuviera una percepción de mi trabajo de seriedad y consecuencia", señaló entonces a la prensa Álvarez.

El español no se sentía preparado para asumir esa responsabilidad, una preparación que le llegó "con la madurez" tanto vocal como personal y que le llevó después a la cúspide de la carrera operística.

Su pofesión de barítono, en la que ya lleva cerca de treinta años le llegó "por casualidad" mientras estaba estudiando cuarto de Medicina. Recuerda el año 1996 como uno de sus mejores años, cuando, por primera vez, actuó en los cuatro teatros de ópera más importantes del mundo.

Viena, Londres, Milán y Nueva York han sido ya desde entonces testigos de su prodigiosa voz en múltiples ocasiones. El malagueño tiene muy presente que su labor va más allá de una profesión para "ganarse la vida", y que sirve "para que la gente pueda cambiar su estado de ánimo y para que puedan sentirse bien".

A nivel personal y superada la displasia severa que sufrió en la cuerda vocal derecha en 2008 y que le obligó a pasar por el quirófano en tres ocasiones, se muestra optimista. "Casi siempre intento hacer una lectura positiva de todo lo que ocurre a mi alrededor, de las cosas que son malas intento sacar un aprendizaje", señaló.

Respecto al porvenir de la escena operística mantiene que es partidario de "servir a esta profesión desde la tradición" y no "meter el dedo en el ojo al público". A su juicio, las innovaciones en las lecturas de las óperas clásicas la mayor parte de las veces tienen más que ver "con situaciones personales de los directores de escena que quieren poner en el escenario algunos de sus conflictos" que con la intención de seducir a un público más joven.

Para Álvarez mantener la tradición no significa ser "rancio o trasnochado" y para atraer a las nuevas generaciones lo que hay que hacer es ofrecerles "calidad" y entradas más asequibles.


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