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El Toro de Osborne de Torre del Mar amaneció decapitado en noviembre de 2015. |
La
imagen del Toro
de Osborne
es un referente ilustrativo del movimiento Pop-Art,
un diseño de
Manuel Prieto Benítez
que ha llegado a la categoría de arte.
Manolo
Prieto, autor del mítico Toro, era militante del Partido
Comunista. Hay que decir que su obra más conocida trascendió a
su creador, que antes de encumbrarse como diseñador elaboró
carteles para el bando republicano durante la guerra civil.
Manolo
Prieto aportó al imaginario colectivo una de las imágenes más
poderosas del panorama de la gráfica internacional, y la más
poderosa a nivel nacional, nombrada imagen española del siglo XX.
Un
toro que, con el paso del tiempo ha sobrepasado cualquiera de sus
planteamientos y objetivos previos publicitarios, hasta convertirse
en imagen fundamental de nuestra historia visual, llegando incluso a
ser imagen de España en el extranjero.
La
razón de todo ello la podemos encontrar, tal vez, en que cumple la
máxima de Cassandre sobre las condiciones necesarias en la
imagen publicitaria que “dirigida al apresurado viandante,
hostigado por un alud de imágenes de todas clases, ha de provocar
sorpresa, violentar la sensibilidad y señalar la memoria de una
huella indeleble”.
El
dibujo que Manolo Prieto entregó a Osborne, y el uso
que se dio y para el que había nacido, símbolo de la marca de
brandi Veterano, fueron superados cuando las primeras vallas
comienzan a instalarse en puntos estratégicamente elegidos de la
geografía española, convirtiéndose en testigos mudos del paisaje,
en figuras que proyectan una de las imágenes más singulares y
emblemáticas de nuestra cultura.
En
1994, cuando el Ministerio de Obras Públicas reguló la
presencia de vallas publicitarias en las carreteras estatales. Entre
ellas, se ordenó también la retirada de los toros. Artistas,
políticos y asociaciones culturales se movilizaron para mantener las
efigies taurinas en el paisaje español. Ese mismo año, el Congreso
de los Diputados declaró los toros de Osborne “patrimonio
artístico y cultural de los pueblos de España”. Tres años
más tarde, el Tribunal Supremo dictó una sentencia a favor
de su mantenimiento. Durante cuatro décadas decorando las carreteras
españolas, el anuncio de brandi se había convertido en algo
espinoso y contradictorio, compartido por unos y denostado por otros:
un símbolo de identidad nacional.
Hay
que añadir que en una madrugada de 2002, un grupo no identificado
serró el último Toro de Osborne que quedaba en Cataluña
por ser “españolista” y “el símbolo estrella del
anticatalanismo más rancio”.
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