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lunes, 29 de septiembre de 2025

Gaseosa La Alcazaba

 

La Alcazaba, creada en 1955, logró casi aunar la cantidad de pequeñas fábricas de refrescos que se habían creado en cada uno de los barrios de Málaga. Algunas de ellas con nombres como La Perchelera, La Malagueña, La Pitusa y, sobre todo, aquellas naranjadas que se hacían en las bodegas Niágara, aquel Orange Crush que le daba color a tanto blanco y negro de la época, a tanto arrope incoloro, según señalaba Juan Bautista López Blanco, en el texto que acompaña la foto del archivo de la UMA que se muestra en este texto.


Promoción de La Alcazaba.


En los años 60 la marca acometió una renovación muy importante al situar el producto en la modernidad por medio de la publicidad. Llenó las paredes de las tiendas y bares malagueños de carteles metálicos con su logo, compitiendo con la nueva marea de jarabes de zarzaparrilla que venían, con mucha fuerza, de allende de los mares.

La idea de unir el producto con el televisor y la novedad y el estatus que el aparato daba a los poseedores, le dio un gran resultado en la difusión de la marca y de ventas. Las caperuzas, primero de papel y después de plástico, servían para garantizar el contenido de la botella,

La presentación típica era una botella de 1 litro con tapón mecánico y arandela de goma, una solución hermética muy usada entonces, envases que hoy son piezas de colección.

lunes, 15 de junio de 2020

Toros de Osborne

Por todos son conocidas las populares estructuras con silueta de toro extendidas por toda la geografía española que, aunque han han ido ‘cayendo’ en los últimos años, suman un total de 88. Lo curioso en sí es que en Andalucía estos toros bravos metálicos fueron declarados Patrimonio Histórico Andaluz, es decir, que son un Bien de Interés Cultural en toda regla. Concretamente posee tres, uno en Casabermeja, otro en Fuengirola, además del de Torre del Már, que en alguna ocasión fue utilizado como escenario de reclamaciones políticas y en cierto momento decapitado.

El Toro de Osborne de Torre del Mar amaneció decapitado en noviembre de 2015.
La imagen del Toro de Osborne es un referente ilustrativo del movimiento Pop-Art, un diseño de Manuel Prieto Benítez que ha llegado a la categoría de arte.

Manolo Prieto, autor del mítico Toro, era militante del Partido Comunista. Hay que decir que su obra más conocida trascendió a su creador, que antes de encumbrarse como diseñador elaboró carteles para el bando republicano durante la guerra civil.

Manolo Prieto aportó al imaginario colectivo una de las imágenes más poderosas del panorama de la gráfica internacional, y la más poderosa a nivel nacional, nombrada imagen española del siglo XX.

Un toro que, con el paso del tiempo ha sobrepasado cualquiera de sus planteamientos y objetivos previos publicitarios, hasta convertirse en imagen fundamental de nuestra historia visual, llegando incluso a ser imagen de España en el extranjero.

La razón de todo ello la podemos encontrar, tal vez, en que cumple la máxima de Cassandre sobre las condiciones necesarias en la imagen publicitaria que “dirigida al apresurado viandante, hostigado por un alud de imágenes de todas clases, ha de provocar sorpresa, violentar la sensibilidad y señalar la memoria de una huella indeleble”.

El dibujo que Manolo Prieto entregó a Osborne, y el uso que se dio y para el que había nacido, símbolo de la marca de brandi Veterano, fueron superados cuando las primeras vallas comienzan a instalarse en puntos estratégicamente elegidos de la geografía española, convirtiéndose en testigos mudos del paisaje, en figuras que proyectan una de las imágenes más singulares y emblemáticas de nuestra cultura.

En 1994, cuando el Ministerio de Obras Públicas reguló la presencia de vallas publicitarias en las carreteras estatales. Entre ellas, se ordenó también la retirada de los toros. Artistas, políticos y asociaciones culturales se movilizaron para mantener las efigies taurinas en el paisaje español. Ese mismo año, el Congreso de los Diputados declaró los toros de Osborne “patrimonio artístico y cultural de los pueblos de España”. Tres años más tarde, el Tribunal Supremo dictó una sentencia a favor de su mantenimiento. Durante cuatro décadas decorando las carreteras españolas, el anuncio de brandi se había convertido en algo espinoso y contradictorio, compartido por unos y denostado por otros: un símbolo de identidad nacional.

Hay que añadir que en una madrugada de 2002, un grupo no identificado serró el último Toro de Osborne que quedaba en Cataluña por ser “españolista” y “el símbolo estrella del anticatalanismo más rancio”.