Mastodon Málaga y sus historias: Escritoras malagueñas olvidadas

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miércoles, 1 de julio de 2020

Escritoras malagueñas olvidadas

La literatura en Málaga escrita por mujeres cuenta con grandes nombres con reconocimiento universal, como es el caso de María Zambrano. Sin embargo otras, como María Rosa de Gálvez e Isabel Oyarzábal, no han gozado de la merecida atención.

Isabel Oyarzábal.
Isabel Oyarzábal estuvo desde niña en contra de los corsés sociales de su época. Como recogió en sus memorias: “Mi madre pensaba que ya tendría tiempo de apretarme cuando fuese adulta. Las otras niñas se enorgullecían de sus pequeños talles de avispa y me decían que siempre me recordarían como la niña sin cintura. Sus comentarios sólo lograron provocar mi indiferencia”.

Aquel detalle adquirió carga simbólica con los años. Nacida en 1878, hija de un matrimonio burgués y mestizo, resquebrajó el sistema patriarcal hasta conquistar nuevos espacios de igualdad y libertad. Plantó cara a Primo de Rivera para reclamar el sufragio universal y fue la primera mujer embajadora de España, cargo que ocupó en Suecia y Finlandia entre 1937 y 1939, y la primera inspectora de Trabajo, puesto al que accedió mediante oposición.

Llenó el Madison Square Garden con un discurso que denunciaba la insolidaridad internacional frente al avance del fascismo en Europa. Tuvieron que pasar más de 70 años, sin embargo, para que su autobiografía fuese editada en España.

María Rosa de Gálvez nació un siglo antes que Oyarzábal. Fue acogida por los Gálvez, aunque se sospecha que era hija natural de su padre adoptivo. Recibió una instrucción esmerada que completaría con talento y una ambiciosa aspiración dramática. Se separó de su marido, un ludópata que la llevó hasta la bancarrota, y cultivó la poesía y el teatro en una época hostil para las mujeres con vocación literaria.

Adoraba el género trágico, aunque históricamente se haya destacado su labor como escritora de comedias. Defendió a las mujeres independientes, lectoras, subversivas y viajeras, con quienes se sentía identificada.

A menudo su biografía, ejemplo de libertad, queda resumida en un solo capítulo, su presunta relación con Manuel Godoy, ministro de Carlos IV. Las cosas no cambiaron mucho en los siguientes cien años.

También el impulso feminista de Oyarzábal colisionaba con costumbres y leyes, como demuestra el hecho de que su marido, Ceferino Palencia, fuese llamado por el juez en varias ocasiones para dar su consentimiento a los viajes de su mujer, además de manejar los derechos de sus libros por su condición de administrador de su economía.

No era una sensación nueva. Isabel ya había padecido los zarpazos machistas en su paso a la adolescencia: “Un amigo le comentó a mi padre que mis piernas constituían una tentación y que debía cubrirlas. Deseé no tener piernas”.

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