Monumento al general Torrijos en la plaza de la Merced. |
José
María de Torrijos
ingresó en el ejército por
tradición familiar, y en 1808, mientras estudiaba ingeniería
militar en la Academia
de Alcalá de Henares,
se unió al amotinamiento de la población madrileña contra las
tropas napoleónicas, en lo que fue el inicio de la
Guerra de la Independencia;
de hecho, llegó a luchar codo a codo con Pedro
Velarde en
el parque de la
Artillería,
donde fue apresado. Logró, no obstante, escapar del seguro
fusilamiento, y en los años siguientes participó en diversas
batallas de la contienda (Valencia,
Murcia,
Soria).
En
1810, su actuación en labatalla de Vic (Barcelona) le
valió el ascenso a teniente coronel, pero en la defensa de Tortosa
(Tarragona) fue apresado otra vez por los franceses, y de
nuevo consiguió huir mientras era trasladado a Francia.
Volvió
al frente catalán, hasta que en 1811 fue nombrado instructor
militar, y realizó labores de adiestramiento en Cádiz. En
mayo de 1812 se estableció con sus tropas en Badajoz. Hasta
el final de la guerra participó todavía en algunas batallas y le
fue otorgado el grado de brigadier y el título de caballero de la
Orden de San Fernando.
Una
vez acabada la contienda, durante los primeros meses del reinado del
restaurado Fernando VII fue gobernador militar de Cartagena,
Murcia y Alicante. Sus convicciones liberales se habían
ido afianzando hacia el final de la guerra, y en Cartagena
organizó varias reuniones clandestinas vinculadas a la masonería.
A
pesar del fracaso de los pronunciamientos de corte liberal que se
dieron durante aquellos años y de la posterior represión emprendida
por el monarca, Torrijos proyectó en 1818 una nueva
sublevación constitucionalista en Andalucía. La conjura fue
descubierta, y Torrijos, encarcelado, primero en el castillo
de Santa Bárbara de Alicante y más tarde en la cárcel
del Santo Oficio de Murcia.
Con
el triunfo del pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan,
orquestado por Rafael del Riego, y el inicio del Trienio
Liberal (1820-1823), José María de Torrijos fue liberado
y nombrado jefe del Estado Mayor de las tropas sublevadas en
Murcia.
En
los primeros tiempos del nuevo régimen constitucional estuvo
destinado en Madrid, donde el rey le tanteó para incorporarle
a su conspiración absolutista. La inflexibilidad de Torrijos
le granjeó la enemistad del monarca y el alejamiento de la corte.
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