El 31 de diciembre de 1932, al cabo de 31 días de persecución y lucha, la Guardia Civil mata en la Serranía de Ronda al bandido Flores Arocha. Uno de los guardias también murió.
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El cuerpo de Flores Arocha fue trasladado hasta Marbella. |
Flores Arocha había nacido en 1887 en Igualeja y casado con María Gil González. Su vida se ve complicada por el ansia de conseguir una finca que poseía su suegro y que él se empeñó en adquirir, sin embargo se la vende a un familiar cercano suyo que se llamaba Salvador.
En 1931 fue a ver al nuevo propietario para replantear la compra del terreno, este acababa de llegar a la finca con su hija de 18 años, se enredan en una discusión y Arocha, pistola en mano, se le dispara el arma accidentalmente, matando de manera fortuita en el acto a la hija de Salvador.
Desde ese desgraciado momento se convierte en un forajido y es perseguido por la Guardia Civil. Huye a la sierra, pero su afán por conseguir la finca se acrecienta en su soledad, y desde ese momento vivirá con la firme idea de alcanzar su objetivo sin que nada ni nadie sea capaz de detenerlo.
En 1932 vuelve a la finca fuera de sí y va matando a toda la familia. La mujer, los hijos y finalmente a Salvador, acto que según quienes lo conocieron bien siempre lamentó. Una de las hijas que tenía meses resultó herida pero sobrevivió.
Aproximadamente tres años más tarde volverá a protagonizar otro episodio con sus perseguidores que lo buscan de forma incansable. Según los propios del lugar, se acercó a un cortitjo de dos plantas, construido en el año 1930, cerca de donde se une el arroyo de Cruz con el del río Verde y estaba tomando café en la casa, cuando se percató de que por las cercanías pasaba una pareja de "migueletes" guardias civiles, que habían advertido que el zurrón y la escopeta del bandido se hallaban apoyadas en el umbral de la puerta.
Los civiles se van hacia el cortijo, cuando Flores, que tenía un especial olfato para detectar a los guardias, denota su presencia y rápidamente se abalanza hacia el trabuco y la emprende a balazos con los citados “migueletes” que huyen hacia el río cercano.
Al pasar unas horas, vuelven los guardias y temerosos de que aún se halle el bandolero en el cortijo, toman como escudo humano a Francisca, hija de José Garcia propietario de la finca, que tenía 5 años. Tras entrar en el cortijo y cercionarse de que Flores se había ido, la emprenden a balazos con la fachada de la casa, para de esta manera buscar un enfrentamiento con el bandolero.
Flores vuelve a la sierra más solo que nunca y así vivió ocultándose hasta que en ese mismo año la Guardia Civil conoce su paradero y van a por él. Según se sabe fue un enfrentamiento largo y duro. Ofreció una fuerte resistencia y se negó repetidamente a rendirse. En el tiiroteo resultó muerto uno de los guardias, pero debido a la superioridad de estos logran cercarle y darle muerte. Tenía 35 años.
Uno de los guardias que intervinieron fue mi abuelo.
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