En el año 1862, la reina Isabel II de España y su consorte Francisco de Asís de Borbón, visitaron la ciudad de Málaga con motivo de la inauguración oficial del ferrocarril Córdoba-Málaga, la estación de ferrocarriles de Málaga y la apertura de la Exposición Provincial de Productos. La visita fue realizada como gesto de buena voluntad de la reina hacia los malagueños, ya que un año antes había tenido lugar una revuelta en Loja (Granada) que se había extendido a algunas localidades de la provincia, siendo la mitad de los detenidos naturales de Málaga.
Isabel II. |
Los pormenores de la visita real los recogió con detalle la prensa de la época, unas sabrosas crónicas que fueron recopiladas por Díaz Escobar y Díaz Serrano en su libro ‘Efemérides de Málaga y su provincia’. El 16 de octubre de 1862 entró en Málaga la reina Isabel II. A las cinco de la tarde la Torre del Atabal izó la bandera anunciando la llegada. El Ayuntamiento la recibió con las demás autoridades, en la Hacienda de Teatinos, donde estaba también Cánovas del Castillo y los generales O'Donell, Zabala, duque de Ahumada y Quesada, marqués de la Vega de Armijo, Tenorio, conde de Balazote, duque de Bailen y otros dignatarios.
La acompañó hasta Málaga una cabalgata de jóvenes distinguidos. Entró por el Campillo, Calzada de la Trinidad, Martiricos, Guádalmedina, Huerto de los Claveles, Alameda de Capuchinos, Olletas, Plaza de la Victoria, calle de igual nombre, Plaza de la Merced, Alamos, Torrijos, Pasillo de Santa Isabel, Alameda, Muelle, y calle de San Juan de Dios hasta la Catedral, donde se encontraba el obispo Cascallaná v el Cabildo. Desde allí pasó a la Aduana donde tenían su alojamiento los reyes y el príncipe Alfonso, futuro Alfonso XII.
A las once de la mañana siguiente pasó la reina a la Catedral, donde se hallaba su confesor el padre Claxet, que entonó el Te Deum. De allí pasó al Asilo de Mendicidad. Regresó a la Aduana y allí, a las dos, empezó el besamanos de señoras y caballeros. Recibió luego a los alcaides de la provincia y al embajador extraordinario de Marruecos Sidi-Idris-Ben Idris. Luego inauguró la Exposición de la Sociedad Económica. Por la noche asistió al Teatro del Príncipe Alfonso, donde se cantó la ópera II Trovatore y se bailó La sal malagueña.
En la jornada siguiente se celebró en la Plaza de Álvarez una corrida, con la presencia de los reyes. Se lidiaron toros de Joaquín Concha y Sierra, actuando las cuadrillas de Manuel Domínguez Desperdicios, Manuel Fuentes Bocanegra y Jacinto Machio. En el quinto toro se presentaron en el palco regio el príncipe de Asturias, Alfonso y la infanta Isabel, vestidos de majos, siendo ovacionados.
Antes de salir el sexto toro llegaron los reyes y el público agitó banderas pequeñas y grandes. A la reina le llamó mucho la atención una que decía: ¡Viva la marecita de los españoles que tiene dos sacáis cono dos soles! Esta bandera la llevaba el conocido demócrata José Torres de Cádiz. La corrida acabó de noche y se acompañó a los reyes con hachas encendidas.
En la jornada posterior la reina Isabel colocó la primera piedra para el nuevo Hospital Civil, concurriendo al acto el príncipe de Asturias, obispo, gobernador civil, alcalde y presidente de la Diputación. También recibió a varias comisiones y particulares que le hicieron ‘regalos valiosos’. Después visitó la escuela de párvulos de San Juan de Dios.
A continuación se procedió a la inauguración la línea del ferrocarril de Córdoba a Málaga. Estuvo también en la fábrica La Industria malagueña, en la ferrería La Constanza, y en la Victoria, donde se cantó una Salve solemne. Por la noche hubo fuegos en el Puente y se dio un baile en su honor en la Casa del Banco. El alcalde Moreno Mazón, publicó un edicto anunciando que sus majestades embarcarían al día siguiente para Almería.
En esa jornada, en los paseos de Olletas y Capuchinos, formaron los batallones de la Milicia Nacional, reuniéndose cerca de 8.000 hombres armados. Los revistaron el comandante general y el mayor de la Plaza. Hubo músicas, vivas y entusiasmo. Se organizó en el Teatro del Príncipe Alfonso una función a beneficio de los heridos de la batalla de Alcolea, representándose el drama Lanuza.
Los reyes visitaron el Convento de la Trinidad y el Hospital de San Julián, donde el hermano mayor, José Antonio Durán, impuso al rey el escapulario de hermano, y la condesa de las Navas a la reina. Por la noche los reyes partieron para Almería en el buque Isabel II. El vapor Ariano, con autoridades y familias malagueñas acompañaron hasta larga distancia al buque de los monarcas, cuentan las crónicas.
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