Bernardo Ferrándiz nació en el barrio marinero de Cañamelar (Valencia) el 21 de julio de 1835, e inició su formación pictórica en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos (Valencia), como discípulo de Francisco Martínez. Sus creaciones ponen de relieve su inclinación por los asuntos cotidianos.
En este sentido uno de sus cuadros más impactantes es El Viático dado a un mendigo moribundo, gracias al cual es premiado por la Diputación de Valencia con un pensionado para continuar su formación fuera de España. Viajó por África e Italia, más concretamente a Roma, y participó en varias exposiciones, obteniendo mención honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860, recibió la segunda medalla de la Exposición de 1864 por su obra Un alcalde de monterilla y fue medalla de plata en la de Madrid, de 1866.
Se incorporó a la Academia de San Fernando en Madrid, 1876, donde asistió al taller de Madrazo. Había llegado a Málaga en 1868 ya con una trayectoria profesional de cierto éxito, tomando posesión de la cátedra de Colorido y Composición de la Escuela de Bellas Artes de San Telmo, tras unas duras oposiciones desarrolladas en Madrid, y permaneció formando parte de esta escuela malagueña hasta que en 1878 fue nombrado su director.
Fue amigo inseparable de Muñoz Degrain, al que atrajo a Málaga. Entre sus muchos discípulos destacaron Moreno Carbonero, José Nogales, Blanco Coris, Enrique Simonet, José Denis Belgrano o Pedro Sáenz Sáenz, entre otros. Estudió pintura también en París con Duret. Sus retratos de Ciscar y Juan de Juanes se pueden ver en el Palacio de la Generalidad de Valencia. Los cuadros de Ferrándiz están ampliamente repartidos por España, Francia, Italia y en manos de coleccionistas particulares de otras naciones. Aunque la mayor parte de su producción se encuentra en el extranjero, la llamada Colección Goupil, hay trece obras suyas en el Museo de Málaga.
Destacándose entre su producción obras como El charlatán político, y Salida de los picadores de la posada, entre otras. Su más conocida pintura es El Tribunal de les Aigües (El Tribunal de las Aguas, de 1865), del que hay dos versiones, la primera se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Burdeos y que fue adquirida por Napoleón III, y la segunda está en Valencia. Otra obra suya bastante conocida es El juicio de las botas.
Ferrándiz vivió diecisiete años en Málaga, donde pintó la bóveda del Teatro Cervantes (Alegoría de la Historia, Industria y Comercio de Málaga) y el telón de boca del mismo teatro, restaurado recientemente. En la capital malagueña existe un monumento en su honor en el Parque. Es considerado como uno de los integrantes e impulsores de la Escuela malagueña de pintura. Falleció en Málaga el 3 de mayo de 1885. Fue enterrado en el Cementerio San Miguel.
Un oscuro suceso motivó que Bernardo Ferrándiz fuera expulsado de la Escuela de Arte de San Telmo, suspendido de empleo y sueldo, y luego además, fue acusado penalmente de intento de asesinato por lo que acabó yendo a prisión. Allí contrajo una enfermedad que le terminaría produciendo la muerte. Murió cinco años después del incidente, en el más cruel ostracismo. En el citado proceso penal fue defendido por el prestigioso abogado Eduardo Palanca, cuya trayectoria ya ha sido abordada en estas mismas páginas.
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