En la falda norte de la Sierra del Camorro (Málaga) se sitúa la
emblemática Cueva de Belda,
un icono de la localidad de Cuevas de San Marcos
que mantiene viva varias leyendas que nacieron en su interior.
La tradición cuenta
que, antiguamente, los moradores de una ciudad romana situada a los
pies de la Sierra del Camorro escondieron sus joyas y tesoros
dentro de la Cueva de Belda con la intención de ocultarlos a
los vándalos que continuamente hostigaban la ciudad en busca de
riquezas. Los años fueron pasando y los tesoros quedaron allí
guardados, ocultos a todas las miradas indiscretas que acecharon la
cueva en su busca.
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| Cueva de Belda. |
También se cuenta
que apareció un hombre, vestido completamente de negro y con
mirada huraña, que se dejaba ver en las inmediaciones y en la propia
gruta, encargándose de custodiar los tan codiciados tesoros que en
la cueva se escondían.
Por otra parte, unos
guerreros cristianos extraviados en su camino fueron a parar a las
puertas de la cueva. En mitad de la
noche, un increíble dragón apareció y les echó de allí. Tal fue
su horror, que huyeron despavoridos. Comunicaron lo sucedido a un
fraile del Convento de Santo Domingo quien les ordenó que le
guiaran hasta la Cueva de Belda para
liberarla de la maligna presencia.
Una vez allí, el
fraile se enfrentó al diablo sacando la cruz que llevaba en el pecho
como única arma. La cruz se rodeó de un resplandor celestial y,
colocándola sobre una parte de tierra donde crecían unos jaramagos,
lo derrotó e hizo un nudo a estas flores para significar que el
diablo quedaba vencido y atado a los pies de Cristo. De aquí
nace la tradición de atar al diablo cada festividad de San
Marcos, en memoria del joven fraile que liberó al pueblo de tal
malvada criatura.
La Cueva de Belda
se sitúa a una altitud de 713 metros de altura con una
orientación noreste. Tiene unos 350 metros de desarrollo en línea
horizontal divididos en salas donde se encuentran tres grandes lagos
de aguas residuales. El material que ha formado esta cavidad son
calizas y dolomías grises del jurásico inferior. Dadas las
características de este tipo de componentes, se han creado numerosas
formaciones como columnas, coladas, estalactitas, estalagmitas e,
incluso, gours. Su valor geológico es indudable.