El Submarino C-3 fue un buque de la Clase C de la
Armada Española construido en los astilleros de Cartagena
(Murcia). Participó en la Guerra Civil en el bando
republicano y fue hundido por el submarino alemán U-34
comandado por Harald Grosse,
frente a las costas de
El Palo.
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| Submarino C3. |
Al comienzo de la
Guerra Civil el submarino se encontraba en el puerto de
Cartagena, base a la que pertenecía. Su comandante era el
capitán de corbeta Salas Pinto. El 18 de julio de 1936, en
cumplimiento a la orden recibida del ministro de Marina, salió
de Cartagena junto con los submarinos B-6, Isaac
Peral, C-4 y C-6 rumbo al Estrecho, al mando
del jefe de Flotilla, capitán de fragata Francisco Guimerá
Bosch, con la misión de interceptar el paso de las tropas
sublevadas desde el norte de África hacia la Península,
situándose frente a las costas andaluzas.
El día 20 de julio
entró en el puerto de Málaga junto con el resto de la
flotilla, donde el capitán de fragata Guimerá, el comandante
y segundo comandante del C-3, al igual que el resto de los
mandos de la flotilla, a excepción del comandante del C-1,
capitán de corbeta Lara, fueron relevados del mando y
trasladados al buque prisión Monte Toro por considerarles
simpatizantes con los sublevados.
En la mañana del
día 21 salió a la mar con la orden de localizar y proteger al
petrolero Ophir hasta su llegada a Tánger, misión que
efectúa en compañía del submarino B-6. El día 27 todos los
destructores y submarinos son destacados a las proximidades de Cádiz
para interceptar a un supuesto convoy, hasta que se comprueba que
todo se debía a una información falsa. Poco después el C-2, el
C-3 y el C-6 reciben la orden de situarse en línea
circular frente al puerto de Ceuta para evitar la entrada del
crucero Almirante Cervera, que había zarpado de El Ferrol
rumbo al Estrecho.
El 1 de agosto, en
el puerto de Málaga recibió del C-4 toda la munición
antiaérea y torpedos, así como distintos repuestos de giroscópica,
antes de que éste saliera rumbo a Cartagena al objeto de
realizar pequeñas reparaciones. El día 15 partió hacia el
Cantábrico al mando del alférez de navío Arbona, junto
con el C-6, regresando a Cartagena por averías. Zarpó
de nuevo hacia el Cantábrico el 25 de agosto ya que el
gobierno de la República había creído que la presencia allí de
la escuadra sería más decisiva. Más tarde se le uniría el C-6.
Su misión era intentar localizar y hundir al acorazado España y
al crucero Almirante Cervera, que operaban por aquellas aguas.
Asimismo y para aprovechar el viaje, se les embarcó abundante
armamento portátil y munición con destino a las tropas que operaban
en Bilbao.
El 2 de octubre de
1936 regresó el C-3 a la zona del Mediterráneo,
entrando en Málaga el día 8. El 12 de diciembre navegaba a
las 14,00 horas en superficie a 4 millas al sudeste de La
Farola de Málaga. En la torreta se encontraba el
comandante Arbona y el capitán de la Marina Mercante
Agustín García Viñas, adscrito a la Armada como oficial
de derrota del submarino. En la cubierta hacia popa se hallaban los
marineros Isidoro de la Orden Ibáñez y Asensio Lidón
Jiménez, que vaciaban los restos de la comida diaria.
A unas dos millas
del C-3, más próximo a la costa, se encontraba el
guardacostas Xauen relevando a la lancha I-4 en sus
labores de vigilancia. Aproximadamente a igual distancia, estaban
faenando los pesqueros Joven Antonio y Joven Amalia.
A las 14,19 horas
el C-3 se inclinó de proa y ligeramente caído a estribor.
Una llamarada y una nube de humo blanco habían precedido al hecho.
De forma casi instantánea, el submarino se hundió dejando a flote
tan sólo al capitán García Viñas y a los marineros De
la Orden y Lidón. Tan rápido fue el hundimiento que
ningún otro hombre pudo salir y sus 37 tripulantes murieron frente a
las costas de El Palo donde sus restos reposan todavía hoy a
70 metros de profundidad.
En 1997, el abogado
malagueño Antonio Checa descubrió los restos de un naufragio, del
que intuyó pudiera tratarse del C-3. Después de varias
inmersiones con un vehículo dirigido en modo remoto y dotado con una
cámara de video, se obtuvieron las primeras imágenes. La mala
visibilidad de la zona y el estado en que se encontraban los restos
impidieron la identificación del buque.
En octubre de 1998,
la Armada Española destacó al buque de salvamento Mar
Rojo con un equipo de buceadores de la Armada que, por
fin, consiguieron identificar los restos como pertenecientes al
C-3. La Asociación de Familiares de las Víctimas del C3,
con sede en Cartagena, de donde procedía el 90 por ciento de
los fallecidos en el ataque del submarino nazi, se creó en el 2002
con la intención de recuperar los cuerpos, darles sepultura y
reflotar el pecio, una cuestión que, pese a los reiterados intentos,
aún no se ha conseguido.