Mastodon Málaga y sus historias: El Rompedizo
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lunes, 17 de marzo de 2025

La aviación comercial y Málaga

 

Las primeras informaciones sobre una línea aérea en la que tuviese cierta presencia la ciudad de Málaga surgen a finales de diciembre de 1918. El 25 de diciembre de 1918 Pierre Latécoère despegó de Toulouse, a las 9.10 de la mañana, en un biplano Salmson (modelo fabricado en su factoría) pilotado por René Cornemont; tras un feliz vuelo aterrizaron en el campo del Hipódromo, Casa Antúnez, de Barcelona, a las 11.30. Se iniciaban así los vuelos de prueba para el establecimiento de la futura línea Toulouse – Casablanca.


Torre de control de El Rompedizo en 1937.


En el proyecto de Latécoère participaron varios españoles desde sus inicios, como Joaquín M. Carreras y los malagueños Francisco Álvarez Net, Francisco Echecopar y Arturo Bun. Estos últimos se pusieron en contacto con la compañía francesa, a finales de 1918, para convencer a Latécoère y sus colaboradores de que la ciudad de Málaga debía ser una de estaciones de la nueva línea. Las gestiones tuvieron éxito ya que el 30 de diciembre de ese año se daba como segura esa etapa.

El 20 de enero de 1919 se daba la noticia desde Málaga, publicada al día siguiente en varios periódicos, de que un representante de “una Compañía francesa”, es decir de la sociedad Latécoère, había contratado un terreno en la finca ‘La Isla’, en La Misericordia, aunque finalmente se apostaría por la finca del ‘El Rompedizo’.

La mañana del domingo día 9 de marzo los vecinos de Málaga pudieron ver volar sobre la ciudad un avión. Su llegada había sido anunciada el día anterior para las ocho de la mañana, desde primera hora se había ido congregando el público en las proximidades de La Isla para ser testigos del acontecimiento. Un numeroso grupo de autoridades se reunió a las nueve en el campo de aterrizaje.

Según explicaron tras su aterrizaje, Lemaitre y Latécoère habían despegado de los terrenos del Tiro Nacional en Alicante a las siete de la mañana, realizando el vuelo a 2.000 metros de altura y siguiendo la costa; pero entre Almería y Málaga se encontraron con un fuerte temporal de lluvia que les obligo a descender en en algún momento hasta los 40 metros y les desoriento en ocasiones; por esta razón tardaron tres horas y media, en lugar de las dos previstas inicialmente.

En los meses siguientes se sucedieron los preparativos y los ensayos, pero la autorización oficial para la nueva línea no llegó hasta el 29 de agosto de ese año, en forma de Real Orden de esa fecha publicada en La Gaceta de Madrid del 30. Lo más destacado era el carácter provisional de la autorización para que los aparatos de la “Compañía de Navegación Aérea Latécoère” sobrevolaran territorio y aguas españolas, en una franja de 100 kilómetros de anchura que seguía la costa de la Península desde Port-Bou a Cádiz; aunque se marcaban algunas zonas prohibidas a esos vuelos.

El aterrizaje en Barcelona y Málaga sería obligatorio y libre en el de Alicante, los tres únicos aeródromos autorizados en suelo español para la compañía Latécoère. En todos debía existir un delegado del Gobierno español, que ejercería la intervención del aeródromo y tanto en Barcelona como en Málaga debería existir, además, una delegación de Aduanas.

La frecuencia entre Toulouse y Málaga sería de dos veces por semana, mientras que entre ésta y Casablanca los vuelos serían diarios; a partir del 1 de octubre estaba previsto que todos los vuelos fuesen diarios y que se admitiesen pasajeros.

El 2 de septiembre aterrizó en ‘El Rompedizo’ el Breguet de Dombray, que procedente de Alicante llevaba correspondencia para Francisco Álvarez Net y el cónsul de Francia en Málaga, El honor de ser el primer pasajero de pago que voló en esta línea fue para José Luis Duarte, teniente de caballería, que viajó el día 3 de septiembre desde Málaga a Alicante tras pagar 480 pesetas.


Fuente documental: Los inicios de la aviación comercial en Málaga y el aeropuerto de El Rompedizo. 100 años de historia. Pedro Luis Pérez Frías. Revista digital de la Sociedad Erasmiana de Málaga

martes, 11 de enero de 2022

El aeropuerto más antiguo de España

 

La historia del aeropuerto de Málaga-Costa del Sol, el más antiguo de España y uno de los más modernos del mundo, comienza el 9 de marzo de 1919 cuando un avión Salmson 2A que sobrevolaba la ciudad buscando un lugar donde aterrizar toma tierra en una parcela denominada El Rompedizo.


Aeropuerto de Málaga en 1970.

En el avión viajaba Pierre Latécoère, que en ese momento estaba buscando emplazamientos en España para instalar diferentes aeródromos. El objetivo de Latécoère era establecer una línea aérea comercial que uniera Francia con sus colonias africanas a través de España y que, posteriormente, diera el salto hasta Sudamérica.

Después de algunos vuelos de prueba, el 1 de septiembre de 1919, el pionero de la aviación francesa Didier Daurat, futuro primer director del aeródromo de Málaga, inauguraba los servicios regulares entre Toulouse, Barcelona, Alicante, Málaga, Tánger, Casablanca.

En 1937, el aeropuerto de Málaga-Costa del Sol pasó a convertirse en base aérea y se ubicó en los terrenos de las escuelas de Tripulantes, Observadores y Especialistas del Ejército del Aire. El 12 de julio de 1946, el aeropuerto es abierto al tráfico nacional e internacional y clasificado como aduanero. Todos los servicios de pasajeros son atendidos en las dependencias de la base aérea ya que, hasta 1948, no se inaugura la estación civil de pasajeros.

A lo largo del año 1960, se produce un cambio radical en el diseño del aeropuerto ya que, junto a la ampliación de la pista de vuelo y la construcción de la pista de rodadura paralela, se configura una nueva zona terminal en el centro geométrico del campo de vuelo. Esta zona se encuentra kilómetro y medio al norte del área terminal existente, en donde se van a construir un nuevo estacionamiento de aviones, la torre de control, una central eléctrica y un edificio terminal de pasajeros. Estas obras se complementan con la instalación de distintas ayudas a la navegación, como luces para la aproximación (VASIS) y un sistema de radio ayuda (VOR) en 1965, un sistema de guía lateral (ILS) en 1966 y un radar en 1970.

El aeropuerto, que fue denominado a través del tiempo como de El Rompedizo o de García Morato, pasa a llamarse oficialmente aeropuerto de Málaga por una orden ministerial de septiembre de 1965. Por otra orden ministerial del 18 de mayo de 2011 se modificó su denominación oficial a aeropuerto de Málaga-Costa del Sol.

El creciente aumento del tráfico, principalmente de los vuelos no regulares, en 1965 operaban en Málaga unas treinta compañías con ese tipo de tráfico, obliga a construir un terminal específico denominado estación modular para tráfico no regular. El nuevo edificio es idéntico a los construidos en Palma, Girona, Alicante e Ibiza y se inaugura el 30 de junio de 1972.

El persistente crecimiento del tráfico obliga a pensar en la construcción de un nuevo edificio terminal que se inaugura finalmente el 30 de noviembre de 1991 con el nombre de Pablo Ruiz Picasso. Posteriormente se realizan nuevas mejoras, nueva torre de control, nueva terminal y nuevas pistas de despegue y aterrizaje que conforman las instalaciones en la actualidad.

viernes, 30 de octubre de 2020

Muerte de un paracaidista

 

El 23 de agosto de 1935 el madrileño Casimiro Ruiz de Gopegui muere al fallarle el paracaídas durante el festival de aviación celebrado en el aeropuerto de El Rompedizo. Había saltado desde 850 metros de altura.


Asistencia a uno de los primeros aviones averiados en El Rompedizo.


De los hechos daba cuenta el semanario gráfico Ahora en su edición del 25 de agosto, señalando que el joven español que más veces había realizado sus ejercicios con paracaídas murió durante el festival aeronáutico celebrado en Málaga al darse un terrible golpe en tierra.


Casimiro Ruiz, de 32 años, que era un excelente mecánico de aviación, se encontraba en una precaria situación económica al carecer de trabajo fijo y bien remunerado. Ruiz de Gopegui había pertenecido a las mejores empresas constructoras de aparatos de aviación en España.


En el momento del accidente se dedicaba a reparar aparatos particulares y por motivos económicos había vuelto a su antigua profesión de paracaidista. Ya hacía dos años que no había participado en las fiestas de aviación como paracaidista, una profesión que entonces se conocía como parachutista. Había abandonado esa actividad por los ruegos insistentes de familia y amigos.


Antes de partir hacia Málaga le comentó a su esposa que no tenía más remedio que participar en la fiesta celebrada en el aeropuerto de El Rompedizo “porque necesitamos las 500 pesetas que me dan por hacer el ejercicio”, la más pequeña cantidad que había recibido a lo largo de su trayectoria como paracaidista.


Había realizado más de 35 exhibiciones de este tipo, arrojándose siempre desde una gran altura con un paracaídas de su propiedad que había logrado adquirir con sus ahorros y aspiraba a a comprar otro de modelo más moderno y perfeccionado para el que necesitaba reunir 3.000 o 4.000 pesetas.


El ministro de Marina, Rico Avelló, junto a las autoridades locales presidieron el sepelio.